Informaciones

Editorial Nº 90 de Julio 2007

Martes, 03 de Julio de 2007
Editoriales RLG

Necesitamos propiciar diagnósticos participativos para enriquecer nuestro conocimiento y actuación

En diciembre próximo los gobiernos de América Latina y del Caribe se reunirán en Brasilia para evaluar sus avances en la aplicación de la Estrategia Regional sobre Envejecimiento aprobada en Noviembre de 2003 en Santiago de Chile.  Será ocasión también para que las distintas instancias de la sociedad civil -y en especial las organizaciones de adultos mayores-, podamos evaluar  nuestra propia actuación y la de nuestros gobiernos,  quienes  –como señala el Plan de Madrid en su Artículo 17-  "son los principales responsables de asumir la iniciativa de las cuestiones conexas con el envejecimiento y la aplicación del Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento, 2002.", tarea que están llamados a desarrollar propiciando la participación de los adultos mayores.

Tras el tiempo transcurrido, nadie podría desconocer que, en distintos grados, existe un incremento de proyectos y programas dirigidos a personas adultas mayores.  En la visión que hemos podido configurarnos a lo largo de estos años, observamos que en términos generales se trata de medidas que no llegan a traducirse en políticas de carácter permanente que puedan tener un alcance verdaderamente transformador de las condiciones y calidad de vida de las personas adultas mayores.

Existiendo una variedad de factores que podrían contribuir a explicar por qué se da la situación antes descrita, queremos aquí detenernos frente a dos de ellas que unidas configuran un mal escenario que deberíamos cambiar: una lectura simplificada del enfoque de envejecimiento activo, y un deficiente diagnóstico de las condiciones reales y concretas en que viven las personas adultas mayores que considere la percepción que las mismas personas mayores tienen acerca de sus necesidades y expectativas.
  
El enfoque de envejecimiento activo ha tendido a convertirse  en un nuevo arquetipo para ver y pensar a las personas mayores, lo que se entronca con la tendencia a sustraer el análisis del contexto concreto que conforma las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales en las cuales vive la población adulta mayor.   Se obtiene en consecuencia una visión restringida, que se bifurca en dos imágenes estereotipadas sobre las personas adultas mayores: la del adulto mayor autovalente, que dispone de tiempo libre y cuya integración/no integración social descansa únicamente en su propia autoconciencia y; la imagen de un adulto mayor dependiente, postrado, necesitado de cuidados especiales.  

Lo anterior hace indispensable insistir una y otra vez que es preciso estudiar en cada lugar las condiciones concretas en las cuales envejecen las personas adultas mayores y tener en cuenta las propias percepciones de los adultos mayores en relación a sus expectativas y necesidades.  Necesitamos propiciar diagnósticos participativos que fomenten y enriquezcan nuestro conocimiento y capacidad de actuación. Esta seguirá siendo una cuestión fundamental en la que deberemos trabajar fuertemente.  En caso contrario veremos acrecentar el rezago en la concepción y aplicación de medidas que se orienten en forma eficaz al mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de los adultos mayores en nuestros países.

Ximena Romero – Coordinadora RLG

Christel Wasiek – Asesora de la RLG

3 de Julio de 2007.