Informaciones

Agenda sobre envejecimiento: Colombia Siglo XXI

Jueves, 12 de Febrero de 2004
Envejecimiento y vejez

Bogotá, Colombia, Febrero de 2002

Preámbulo

Con motivo de la Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento a desarrollarse en Madrid en Abril de 2002, el Centro de Información de Naciones Unidas y la Agencia Colombiana de Cooperación Internacional invitaron a la Confederación Colombiana de o­nG - CCONG y a la Asociación Interdisciplinaria de Gerontología - AIG de Colombia a convocar a organizaciones de la sociedad civil para efectuar un análisis del estado del tema en Colombia y generar un documento propositivo del país para la mencionada Asamblea.

Para tal efecto, la CCONG y AIG de Colombia diseñaron mecanismos de consulta a distintas organizaciones de la sociedad civil y el Estado. Para ello, se realizaron dos foros debates y uno de carácter virtual sobre el tema (Bogotá, octubre y noviembre del 2001). A partir de las reflexiones de estas mesas de trabajo, se presenta el siguiente documento que recoge planteamientos destacados en los mencionados foros, así como otros derivados de investigaciones y consultas con entidades y personas expertas en áreas específicas.

La Red Latinoamericana de Gerontología, RLG, va a presentar el documento en tres partes

Parte I

EL CONTEXTO.

LO QUE VA DE AYER A HOY.

TRANSICIÓN AL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO.

UNA MIRADA AL DESARROLLO HUMANO EN COLOMBIA.

Parte II

ASPECTOS SOCIO POLÍTICOS Y NORMATIVOS.

Parte III

A MANERA DE MARCO DE REFERENCIA PARA LA INTEGRACIÓN DEL TEMA DEL ENVEJECIMIENTO EN LA POLÍTICA GLOBAL

DESAFÍOS

ESTRATEGIAS.

Confederación Colombiana de Organizaciones No Gubernamentales y Asociación Interdisciplinaria de Gerontología  AIG de Colombia,con el apoyo de la Agencia Colombiana de Cooperación Internacional (ACCI) y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)

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Parte I

- EL CONTEXTO

- LO QUE VA DE AYER A HOY

- TRANSICIÓN DEL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

- UNA MIRADA AL DESARROLLO HUMANO EN COLOMBIA  

EL CONTEXTO

Colombia, como la casi totalidad de países latinoamericanos, se ha encontrado de repente, más sorpresiva que previsivamente, con rápidas transformaciones poblacionales, culturales, epidemiológicas, ecológicas, tecnológicas y de evidente interdependencia con respecto a los restantes países, no sólo de la región, sino del mundo. Así, frente a problemas cada vez más globales, las políticas locales resultan con frecuencia ineficientes.

Como señalara Medellín Torres (2002): en América Latina las decisiones políticas, públicas o privadas, se deben tomar en un ambiente cada vez más marcado por la inestabilidad política, la incertidumbre institucional y la inseguridad jurídica. Lo anterior es particularmente cierto en el caso de Colombia, donde la situación de violencia y de desplazamiento forzoso, convierte el panorama en peculiarmente crítico, ante al ineludible desafío de atender -en el caso que nos atañe- a la búsqueda de coherencia entre los acelerados cambios demográficos y el desarrollo socioeconómico.

La pre-ocupación por el envejecimiento: razones y propósitos

Pese a considerarse como una característica definitoria del siglo XXI, el envejecimiento demográfico, -quizá tanto o más que la no renovabilidad de muchos de nuestros recursos naturales-, es un proceso que desafortunadamente nos está tomando por sorpresa. Y la sorpresa se acrecienta si se tiene en cuenta su rapidez: América Latina está envejeciendo a un ritmo cuatro veces más rápido al que caracterizó el envejecimiento de los países del llamado primer mundo.

Poco familiarizados con la necesidad de reconocer en nosotros mismos el proceso de envejecimiento que acompaña la vida individual, desde la concepción hasta la muerte, el envejecimiento poblacional, aún parece no constituir un llamado de atención para muchos de nuestros países, de nuestros Estados y de nuestros gobiernos. Tal es el caso de Colombia.

En un lugar intermedio, en términos de la rapidez del envejecimiento poblacional, con respecto al resto de países de la región latinoamericana, Colombia vive hoy la segunda fase de transición demográfica, acompañada de notables cambios en los ámbitos familiar, regional, económico, político, socio-cultural y tecnológico.

El panorama anterior exige poner en primer plano el tema del envejecimiento demográfico, a la luz de la agenda del desarrollo humano-social equitativo y sostenible –tal como lo requieren hoy América Latina en particular, y el mundo en general. La participación en el debate internacional sobre la materia constituye una oportunidad invaluable para compartir nuestra realidad, incluyendo logros, fallas, oportunidades y desafíos, con el ánimo de contrastarla con la de los de los demás países, poder enriquecernos en el intercambio, y precisar respuestas cada vez más adecuadas a nuestro contexto.Lo que va de ayer a hoy

Veinte años después de la Primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento

La Primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento (Viena, Austria,1982) convocada por las Naciones Unidas, marcó un hito importante en la atención de los países al tema de la calidad de vida en relación con la longevidad. Los representantes de gobiernos de más de cien países participantes en dicha Asamblea (entre los que se encontraba Colombia) compartieron su decisión de estudiar las implicaciones del envejecimiento de la población y la situación de las personas de edad, así como de formular y aplicar políticas favorecedoras del pleno bienestar de tales personas.

El Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento (1983) recoge las recomendaciones de la primera Asamblea, las cuales se centran en siete aspectos relacionados con el bienestar de la población mayor: salud y nutrición, protección de los consumidores ancianos, vivienda y medio ambiente, familia, bienestar social, seguridad de ingreso, empleo, y educación.

Al finalizar la década de los años 1980, varios países del mundo –agrupados regionalmente- realizaron evaluaciones de su situación con respecto al envejecimiento y a las personas de edad. En América Latina tomaron parte en dicha evaluación: Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México Uruguay y Venezuela. La información entonces recogida se refirió a implicaciones socio-económicas del envejecimiento, incluyendo análisis de la situación demográfica, de seguridad social, bienestar y cuidado, educación e investigación, desarrollo de organizaciones profesionales, políticas y programas sobre el tema. Los informes respectivos se presentaron en Acapulco (México), en 1989 en una reunión posterior al XIV Congreso de la Asociación Internacional de Gerontología.

Veinte años más tarde (2002) las Naciones Unidas convocan nuevamente al mundo a una Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, buscando lograr una sociedad para todas las edades. Previamente a esta segunda asamblea se invitó a los distintos países a analizar los progresos realizados y los obstáculos encontrados en la aplicación del Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento (1983).

Aunque Colombia no ha integrado intencional y sistemáticamente las recomendaciones de dicho Plan de Acción en sus políticas, ni en sus planes de desarrollo, ha logrado progresos en algunos campos como el de la salud y la nutrición, la educación, el bienestar y la participación comunitaria de las personas de edad.

Así mismo y como se analiza más adelante, se han obtenido avances en la búsqueda del reconocimiento de los derechos humanos de las personas mayores, intentando superar visiones meramente asistencialistas; se han desarrollado programas de pre-grado y postgrado en gerontología y en geriatría, al igual que cada vez más investigaciones sobre temas relacionados con estos campos. Actualmente se evidencia un mayor y mejor conocimiento de la población acerca del envejecimiento y de la vejez; y aunque perduran muchas visiones estereotipadas y prejuiciadas sobre el particular, se perciben cambios en dicha percepción, inclusive por parte de los medios masivos de comunicación.

Areas tales como el cuidado, la seguridad de los ingresos, la protección a los consumidores mayores y la vivienda de las personas de edad han recibido menor la atención. Al mismo tiempo, aquellas áreas en las cuales se han evidenciado progresos, como la salud y el bienestar social, tampoco han dejado de tener tropiezos. Buena parte de las problemas se relacionan con factores complejos en los que se entrecruzan dificultades económicas, situación de inseguridad, violencia y desplazamiento, fallas en la coordinación de acciones, junto con inevitables conflictos en relación con intereses y perspectivas.

Para analizar algunos aspectos prioritarios relacionados con la consideración del tema del envejecimiento y la vejez en las políticas estatales y en los planes de desarrollo, se han llevado a cabo algunas acciones de seguimiento (Departamento Nacional de Planeación, 1997), y más recientemente, dos foros debates y un foro virtual sobre el tema (Bogotá, octubre y noviembre del 2001), los cuales han sido desarrollados por la Confederación Colombiana de o­nG, con la orientación técnica de la Asociación Interdisciplinaria de Gerontología AIG de Colombia, por encargo del Centro de Infomación de Naciones Unidas y la Agencia Colombiana de Cooperación Internacional.

 

Transición al envejecimiento demográfico

Mientras en 1982, con una población cercana a los 28'500.000 habitantes, Colombia contaba con cerca de 1'700.000 mayores de 60 años (aproximadamente 6% de su población total), al comenzar el tercer milenio (2002) Colombia tiene una población que sobrepasa los 42'000.000 de personas, de las cuales el 7% (alrededor de 3 millones) es mayor de 60 años.

Si en el 2002 la cantidad de personas mayores de 60 años se incrementa cada año en cerca de 80.000 personas, hacia el año 2030 el incremento anual de las mismas será cuatro veces mayor: de 347.500; y en el 2050 los mayores de 60 habrán sobrepasado a los menores de 15 años en cerca de un millón de personas.

A este singular crecimiento en cuanto se refiere a cantidad, se agrega una mayor prolongación de la vida. Mientras al comenzar la década de los años 1980s una persona de 60 años podía vivir en promedio 18.7 años (19.9 las mujeres y 17.5 los hombres), hoy (2002) esa expectativa de vida (Eº) a partir de los 60 años es de 20.21 años (21.6: mujeres, y 18.7: hombres), y en el 2050, alcanzará los 24 años (25.98: mujeres, y 22.14: hombres).

Estimación de algunos indicadores demográficos – 1982 y 2002

1982

2002

Población total

28'446.000

42'321.000

% 0 - 15

40.7%

32.7%

% 15 - 59

53.6%

60.4%

% > 60

6.1

7.3%

Tasa global fecund.

3.69

2.6

Edad mediana

19.6 años

28 años

Eº femenina al nacer

70.22

74.3

Eº masculina al nacer

63.62

67.3

Eº femenina a los 60

19.90

21.63

Eº masculina a los 60

17.51

18.79

Fuentes: DANE, 2000, Profamilia, 2000, Rueda, 2000, 2001.

Así, en los últimos 20 años, desde la cuando se realizó la primera. Asamblea Mundial sobre Envejecimiento (1982), la población mayor de 60 años es la que ha experimentado las mayores tasas de crecimiento en Colombia. En 1982 la tasa promedio de crecimiento de la población colombiana era de 21.4 por cada mil habitantes, en tanto que la de la población mayor de 60 años era del orden de 31.9 por mil.

En la actualidad (2002) el crecimiento promedio de la población nacional se ha desacelerado, alcanzando un nivel de 16.8 por mil, mientras que el de los mayores de 60 años se ha venido acelerando, alcanzando un nivel de 32.2 por mil y constituyéndose en el grupo de población con mayor crecimiento demográfico. Este comportamiento ha generado un incremento de este grupo poblacional cercano al 80% en los últimos años. La población mayor de 60 años se incrementó en 1'356.000 personas y su importancia relativa dentro del total nacional aumentó del 5% al 7.4% en este lapso.

 

Colombia. Crecimiento Población total y de población de 60 años y más-1982–2002

Poblac. total Tasa crecim. x mil Mayores de 60 Tasa crecim. x mil

1982 28'446.000 21.4 1.737.375 31.9

2002 42'321.000 16.8 3.093.708 32.2

Fuente: DANE, Colombia. Proyecciones quinquenales de población por sexo y edad, 1950 – 2050. Bogotá: DANE, 1998

En cuanto a la composición, según género, las mujeres de este grupo de edad han venido cobrando una mayor importancia relativa, pasando del 54.4% en 1982, a 55.1% en el presente año. El número de mujeres sobrepasa al de varones, en cerca de 316.000. Hace 20 años esta diferencia era inferior a 153 mil personas.

Colombia. Población de 60 años y más, según sexo: 1982 - 2002

Total % Hombres % Mujeres %

1982 1.737.375 100 792.243 45.6 945.132 54.4

2002 3.093.708 100 1.389.075 44.9 1.704.633 55.1

Fuente: DANE. Colombia. Proyecciones quinquenales de población por sexo y edad, 1950 – 2050. Bogotá, DANE, 1998

En un país que ha pasado –en 20 años- de 60% a más de 70% de población urbana, merece consideración especial la población internamente desplazada, sobre todo a partir de mediados de la década de 1990. Dicha población desplazada dentro del país supera, en el 2002, los dos millones de personas; está conformada en su mayor parte por mujeres –muchas de ellas jefes de hogar (44.1%), y niños (23.25%)-. Se calcula que entre un 5% y un 12% de la población desplazada es mayor de 60 años y predominantemente femenina. Resulta innecesario insistir en que prácticamente la totalidad de esta población está en condiciones de extrema pobreza, a más de su desarraigo territorial, económico y socio-cultural.

Por otra parte, la migración externa se ha acrecentado, particularmente en los últimos años (sobre todo desde mediados de la década de los años 1990s), llegando a superar, según algunos cálculos, el millón y medio de personas (en su mayoría entre 25 y 50 años). El éxodo de colombianos hacia el exterior deja un elevado y progresivo saldo migratorio negativo, con el no retorno de 198.000 personas anuales, en promedio. Las razones de este comportamiento migratorio son de sobra conocidas: la crisis económica, social y política, unida a la excepcional expansión demográfica de la población adulta joven, constituyen los factores desencadenantes de esta situación (Rueda, 2000).

Una mirada al Desarrollo Humano de Colombia

El desarrollo humano se entiende como un proceso de ampliación de las opciones de las personas.

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

 El Índice de Desarrollo Humano (IDH)

El Indice de Desarrollo Humano (IDH) resulta ser mucho más amplio y complejo que lo que pueden sugerir sus componentes o indicadores [longevidad, en términos de esperanza de vida; conocimientos en la forma de nivel educativo (alfabetización de adultos y matrícula combinada en educación primaria, secundaria y terciaria), y nivel de vida decoroso, referido al ingreso per cápita]. No obstante lo anterior, tal como lo señala el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), se tiene en cuenta el desarrollo humano como un proceso de ampliación de las opciones de las personas. Y vale la pena considerar que entre mayores posibilidades se tengan de elegir u optar en forma ilustrada, mayores posibilidades de bienestar y autonomía igualmente se tendrán.

 Indice de Desarrollo Humano (IDH) – Colombia 1980 - 1999

IDH Eº Alfabetismo en >15 PIB per cápita (US$)

1980 0.686 66.9 82.8 3.348*

1999 0.765 70.9 91.5 5.373

*Para 1985

Fuentes: PNUD, 2001; Dpto. Nal. de Planeación ( DPN), 2001.

 -A propósito de la educación

Con respecto a los indicadores de educación la tasa de alfabetización de los mayores de 15 años, en Colombia, era en 1999 de 91.5 –más alta que el promedio de América Latina (87.8)-. Entre 1979 y 1999 los años promedio de educación, teniendo en cuenta el género, han pasado de 7.4 a 9.1, en el caso de los hombres; y de 4.4 a 8.7, en el caso de las mujeres. Específicamente, entre esos mismos años (1979 y 1999), el promedio de años de educación para las mujeres mayores de 50 años ha pasado de 4.4 a 5.8 años; y para los hombres mayores de 50: de 5.9 años en 1979, a 7.2 en 1999 (Centro de Investigación para el Desarrollo, 2001).

En lo que se refiere a tasa de matrícula educativa (primaria, secundaria y terciaria) esta equivalía a un 73% en 1999, lo cual representa una cifra en ascenso.

Se empieza a considerar en Colombia, cada vez con mayor fuerza, la importancia de la educación durante toda la vida, del aprendizaje permanente en el transcurso vital (lifelong learning), el cual ha sido punto de referencia obligado para buena parte de los formuladores de políticas en Europa Occidental desde la pasada década (Taylor, 2001). De manera análoga y en coherencia con las conclusiones del Foro Mundial de Educación, realizado en Jomtien, Tailandia (1990), en el cual se proclamó la década de Educación para todos (1990-2000), Colombia diseñó, al comenzar dicha década, un Plan Decenal de Educación, lo cual significa un avance, frente al inmediatismo que tantas veces nos invade.

Interesa señalar además que en los últimos años (finales del siglo XX y comienzos del XXI), el Ministerio de Comunicaciones, con el apoyo de organizaciones de la Sociedad Civil, ha venido trabajando en el desarrollo de lineamientos relacionados con comunicación –en sus diferentes modalidades-, envejecimiento y vejez, con el propósito de incidir en actitudes y comportamientos referentes a dicho proceso (envejecimiento) y condición (vejez), teniendo en cuenta la perspectiva del ciclo vital. Se han propuesto, para tal fin, estrategias que relacionen acciones comunicativo-educativas y comunicativo-informativas. Así mismo se ha establecido comunicación con prácticamente todos los 32 departamentos del país para recabar información acerca de actividades, logros y dificultades en relación con el envejecimiento y la vejez. Sobre el particular existe una base de datos en permanente actualización.

-A propósito de la salud

Salud para todos en el año 2000

Plan de Acción para las Américas,

Organización Panamericana de la Salud (1982).

Colombia aún está lejos de su ideal constitucional de garantizar servicios de salud para toda su población, ideal coherente con aquel promovido por la Declaración de Alma-Ata (antigua URSS) en 1978, y asumido por el Plan de Acción Regional de la Organización Panamericana de la Salud: Salud para todos en el año 2000. Sin embargo, vale la pena anotar que algunas de las metas mínimas regionales del mencionado Plan de Acción para las Américas, como lograr una esperanza de vida al nacer no inferior a 70 años y disminuir la mortalidad de lactantes a 30 o menos, por cada mil nacidos vivos, sí los ha obtenido Colombia.

Según la actual Constitución Colombiana (1991) la salud y el saneamiento ambiental son servicios del Estado, y se garantiza a todas las personas el acceso a los servicios de promoción, protección y recuperación de la salud. Al Estado le corresponden las políticas de vigilancia y control. Señala además la Constitución que Toda persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la de su comunidad (Artículo 49).

Aunque los logros en cobertura de seguridad social en salud actualmente (2002) sólo alcanzan a cerca de la mitad de la población, se ha avanzado en este aspecto, teniendo en cuenta cifras previas muy inferiores. En otros campos también se han dado realizaciones importantes. Tal es el caso de los proyectos relacionados con "escuelas y municipios saludables", apoyados por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS).

También en materia de salud el gasto público para 1999 ascendió a 5.2 del PIB (PNUD, 2001), quizá una de las cifras más altas de toda América Latina. Sin embargo, diversos análisis por parte de entidades de investigación sobre el desarrollo así como debates públicos sobre el particular, llevan a pensar en que podría darse una utilización más eficiente a los recursos de salud.

No obstante las dificultades siguen estando presentes. Si se hace referencia a los años potenciales de vida perdidos (APVP) y a los años de vida saludable (AVISA) perdidos en Colombia, la perspectiva es poco halagadora, particularmente si se tiene en cuenta que los principales problemas de salud, incluyendo sus múltiples repercusiones sociales y económicas, se relacionan con factores derivados de la violencia que afecta al país. Así, mientras en 1985 frente al total de defunciones, el 9.4% correspondía a muertes violentas, este índice se incrementó al comenzar la década de 1990 (18.4 en 1991), disminuyó posteriormente y, en la actualidad (2002) está alcanzando cifras similares o superiores a las de hace una década (Departamento Nacional de Planeación, 2000, p. 29). En 1995 se estimó un total de 1.450.845 años potenciales de vida perdidos (APVP) por muertes violentas (Organización Panamericana de la Salud / Organización Mundial de la Salud, 1998, p. 188).

Las enfermedades cardio-vasculares y los tumores malignos están entre las primeras causas de muerte, particularmente en la población mayor de 45 años. Las enfermedades y deficiencias relacionadas con la nutrición aún prevalecen, tanto en la infancia, como en la vejez, circunstancia que se ve agravada, para un enorme grupo de la población general, por la misma situación de violencia y desplazamiento. La violencia, como se ha señalado, junto con causas relacionadas con estilos y condiciones de vida, ocupa actualmente los primeros lugares en lo que se refiere a morbilidad y mortalidad en Colombia.

Considerando los cambios en el perfil de la mortalidad en Colombia, particularmente entre 1975 y 1985, la violencia se ubica como la principal causa de muerte (Franco, 1999).

 La percepción subjetiva de salud en el ciclo vital de los colombianos

Pese a los aspectos negativos del panorama en salud y como dato llamativo, el 67% de la población colombiana percibe como buena su salud, un 25% como regular, 5% como muy buena o excelente, y 3% como mala. La percepción de la salud como buena varía de acuerdo con la edad: en la niñez y la juventud es muy alta (70%), y disminuye a cerca del 30%, de los 75 años en adelante. La percepción de la salud como regular es alta en los más viejos y baja en los más jóvenes; en tanto que la percepción de la salud como muy buena, y como mala no revela cambios drásticos. Se encuentran también diferencias de género, siendo más favorable la percepción masculina de la salud que la femenina. Hay, además correlación positiva entre aumento del nivel educativo y percepción de la propia salud como buena (Profamilia, 2000). A manera de glosa interesa señalar cómo diferentes estudios internacionales han encontrado mayor relación entre la percepción subjetiva de salud y el bienestar, que entre evaluación objetiva de salud y bienestar (Thomae, 1982, 2002).

 -A propósito de los ingresos

Aunque en relación con 1980 el ingreso per cápita se incrementó, con respecto al año inmediatamente anterior (1998), dicho ingreso se redujo, entre otras cosas, debido a la gran desigualdad existente en la sociedad colombiana.

Aludiendo a la evolución de los ingresos durante el ciclo de vida laboral y al empobrecimiento de los adultos en los últimos cinco años (1996-2001), el ex - ministro de salud y experto en asuntos financieros Juan Luis Londoño (2002) afirma que en los últimos cinco años los ingresos reales promedio de los trabajadores disminuyeron en un 29%. Afirma Londoño que la crisis de los últimos cinco años tuvo impacto en la distribución de los ingresos durante del ciclo vital. Si se tiene en cuenta que "la rentabilidad de la experiencia es más alta al comienzo de la vida laboral" (a los 25 años los ingresos reales aumentan al 2.4% anual; a los 40 cada año de experiencia incrementa los ingresos en 1%; después de los 55 la experiencia ya no acrecienta los ingresos; y más allá de los 65 cada año de experiencia disminuye los ingresos mensuales en 0.5%), la crisis modificó el perfil de los ingresos en todas las edades, haciéndolos inferiores a los de 1978. Y agrega: "La caída en el pago por experiencia hizo que la crisis afectara más los ingresos de los adultos. Mientras en el último quinquenio los ingresos de los jóvenes bajaron 15%, los de los viejos bajaron 35%" (Londoño, 2002).

Indice de Desarrollo relativo al Género (IDG)

El IDG se refiere a las mismas dimensiones del IDH: esperanza de vida, logros educativos e ingreso. Como lo señala el Informe de Desarrollo Humano Colombia 2000 , el país ha avanzado en lo que se refiere a la equidad de género. Curiosamente, mientras, en el Informe de Desarrollo Humano 2000 (PNUD) Colombia ocupaba el puesto 68 en IDH, en IDG ocupaba el puesto 58, entre 143 países.

Mientras a mediados de la década de 1980, en lo referente a ingresos era grande la brecha entre hombres y mujeres, diez años más tarde (1995) la disparidad se había reducido y al finalizar el siglo XX (2000) dicha reducción era más notoria (menos del 20%). Otros indicadores reflejan mayores avances: al finalizar el siglo XX y comenzar el XXI la esperanza de vida femenina supera en 7 años la de los hombres; la tasa de alfabetización de las mujeres también es ligeramente superior y los niveles de asistencia escolar son similares a los masculinos, aunque el ausentismo y el retiro femenino de dicho sistema es mayor que el masculino (Departamento Nacional de Planeación y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2001).

 Indice de Pobreza Humana (IPH)

El IPH, como opuesto al IDH, fue incorporado por el PNUD a los Informes sobre Desarrollo Humano, desde 1997. El IPH se refiere a la privación de los tres elementos esenciales que constituyen el IDH: longevidad, educación e ingresos. El informe de Desarrollo Humano 2000 (PNUD) da cuenta del IPH en 85 países del mundo, entre los cuales Uruguay ocupa el primer lugar (IPH = 3.9), seguido de Costa Rica, Cuba, Chile y los países escandinavos. Colombia y México, ocupan simultáneamente el sexto lugar en América Latina (IPH = 10.4), después de Uruguay, Costa Rica, Cuba, Chile y Panamá.

 Al compás de las paradojas latinoamericanas

Con el Indice de Pobreza Humano mencionado contrasta además y por supuesto, el relativamente alto porcentaje de población colombiana con necesidades básicas insatisfechas (NBI), incluyendo población en condiciones de miseria. Más del 30% de los colombianos cuentan para vivir sólo con el equivalente a menos de dos dólares diarios. Aunque la cifra sea menor a la del promedio de América Latina, la realidad es muy preocupante y a ella se suman otras pobrezas concomitantes derivadas del escaso y a veces nulo acceso a la educación y los servicios de salud, entre otros.

Aunque el Indice de Desarrollo Humano (IDH) se incrementa, crece la desigualdad.

Frente a un IDH relativamente satisfactorio (Colombia, con una posición intermedia alta: puesto 62 entre 162 países), el índice de desigualdad (coeficiente Gini) es de 57.1, es decir, bastante alto, si se tiene en cuenta que 0 equivaldría a ausencia de desigualdad, y 100 a máxima desigualdad. En efecto, para 1996, según datos del Informe sobre Desarrollo Humano 2001 (PNUD), el 11 % de la población colombiana, vivía con menos de un dólar al día; y mientras el 10% más pobre de la población sólo participaba en el 1.1% del ingreso o consumo; el 10% más rico, participaba en el 46.1%. Entre los países de Sur América tal desigualdad sólo es superior en Paraguay, Bolivia y Brasil; y no olvidemos que América Latina es la región más inequitativa del mundo en términos de ingresos.

El Indice de Pobreza Humano (IPH) de Colombia (2000) es comparativamente bajo en relación con la región latinoamericana y el mundo, pero la exclusión social se acentúa. El ideal de la solidaridad, entendida como la capacidad de una persona o de un grupo para comprometerse libremente en lograr propósitos o metas que puedan beneficiar a otros (Toro, 2001), parece aún demasiado lejano, siendo superado con creces por el individualismo. Todavía prevalece, en mayor o menor grado, la idea de considerar lo público como "de nadie", buscar su apropiación para usufructo individual, cuando no su deterioro y destrucción, demostrando escasa solidaridad social y política. Como un indicador de insolidaridad de especie, la superación de diversas formas de estereotipación, de prejuicios y discriminación de otras personas, por múltiples razones, entre ellas la edad, aún requiere mucho camino por andar. Por otra parte, el poco cuidado con el entorno y la depredación de los recursos naturales (insolidaridad ecológica) se contrapone al hecho de que Colombia sea el tercer país del mundo más rico en biodiversidad (después del Brasil e Indonesia).

En sentido similar se orientan los resultados de algunas investigaciones realizadas por Sudarsky (1998, 2001), quien ha encontrado que el nivel de capital social –entre cuyas dimensiones están la solidaridad, la participación cívica y la participación política- es supremamente bajo entre los colombianos, sobre todo en las áreas urbanas.