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Asegurar la inclusión productiva de las personas mayores en Colombia

Viernes, 17 de Enero de 2025
Envejecimiento y vejez

Por Juan Pablo Alzate

“Dora Betancourt tiene 67 años y Héctor Franco 75. Ellos son los propietarios de Coramiamor - Oro Vital, un emprendimiento en Bogotá, Colombia, dedicado a la producción y comercialización de alimentos. En su catálogo tienen productos como ghee, miel de abeja, vinagre de manzana, aceite de coco, cúrcuma, cremas de maní y almendras, entre otros. Dora y Héctor hacen parte del grupo de emprendedores que recibe apoyo del Fondo Mayor, una iniciativa liderada por Fundación Saldarriaga Concha en Colombia, la cual busca visibilizar y combatir la exclusión productiva de personas mayores.

Desde 2015, en Fundación Saldarriaga Concha, trabajamos para fortalecer a las personas mayores emprendedoras y posicionar este tema en la agenda pública del país a través de datos e investigaciones. Nuestro objetivo es que las políticas públicas contemplen la inclusión productiva de las personas mayores. Este artículo explora no solo el apoyo que brindamos a las personas mayores, sino también la estrategia con la que hemos logrado incidir en las instituciones del gobierno colombiano mediante recomendaciones de política pública. Esperamos que nuestra experiencia pueda servir como una hoja de ruta para la región.

América Latina cierra las puertas a las personas mayores productivas

En América Latina hay 95 millones de personas mayores de 60 años, de las cuales solo el 50% recibe una pensión (CEPAL, 2024). Esto significa que una de cada dos personas mayores de 60 depende de otros ingresos para satisfacer sus necesidades básicas. Muchas de ellas se convierten en emprendedores como Héctor y Dora, quienes hacen grandes aportes a la economía, mas son invisibilizados por el ecosistema de emprendimiento a pesar de ello.

Apoyar el emprendimiento de las personas mayores suele ser riesgoso para las instituciones públicas y privadas; en consecuencia, se enfrentan contra innumerables barreras para acceder a fuentes de financiación. Por un lado, los modelos de scoring del sector financiero dejan fuera, casi automáticamente, a quienes son mayores de 60 años. Por otro lado, los programas de asesoría y apoyo a emprendedores plantean una edad máxima para los participantes. “No entiendo por qué creen que el emprendimiento es exclusivamente para los jóvenes”, afirma Dora, quien lleva siete años trabajando a fin de sacar adelante su emprendimiento.

El panorama laboral no es muy diferente. La discriminación hacia personas mayores en las empresas es una realidad, debido a que no priorizan a los candidatos que estén por encima de los 40 años en sus procesos de contratación. Estudios realizados en Estados Unidos por la Asociación Americana de Personas Retiradas (AAPR) muestran que dos de cada tres adultos mayores de 50 años piensan que enfrentan discriminación por edad en su lugar de trabajo. Entre ellos, el 90% cree que la discriminación por edad hacia las personas mayores es común dentro de las empresas (Choi-Allum, 2022 y 2024).

De acuerdo con la Misión Colombia Envejece 2, publicada en 2023 con el apoyo de Fundación Saldarriaga Concha, a medida que aumenta la edad también disminuye el empleo asalariado y se sustituye por emprendimientos por cuenta propia. Mientras que para los colombianos entre 50 y 59 años el porcentaje de aquellos con un empleo por cuenta propia es 57%, para las personas entre 60 y 69 años este porcentaje aumenta a casi 70%, y para los mayores de 70 años supera el 82% (Fundación Saldarriaga Concha, Fedesarrollo, PROESA y DANE, 2023).

No participar en condiciones iguales dentro de la economía es una de las tantas formas en las que se manifiesta la exclusión productiva. Este fenómeno trae como consecuencia que millones de personas mayores en Colombia y toda América Latina estén condenadas a vivir en la informalidad y a generar bajos ingresos a través de negocios de subsistencia y baja productividad. Concretamente, esto impacta de manera directa en la calidad de vida de estas personas y sus familias.

No cabe duda de que las pérdidas económicas por este fenómeno son inmensas. Sin embargo, existen muy pocos estudios a nivel global que permitan estimar el costo de la exclusión productiva de las personas mayores. Esto lo confirma el informe mundial sobre edadismo publicado en 2021 por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021). Dicho informe concluye que la discriminación por edad le cuesta a la sociedad miles de millones de dólares; no obstante, a la fecha, se han llevado a cabo pocas investigaciones en las que se calculen los costos económicos, pues tan solo existen algunos estudios a pequeña escala desarrollados en países como Australia y Estados Unidos. Generar mayor investigación sobre los efectos de la exclusión productiva, principalmente en los países de ingresos bajos y medios, es uno de los llamados a la acción y recomendaciones del informe de la OMS. La invisibilidad estadística sobre este fenómeno es lo que impide que se tomen medidas para enfrentar algo que, sin duda, será uno de los mayores desafíos sociales y económicos a medida que envejezca la población.

Es en este aspecto donde los países de América Latina tenemos mucho camino por recorrer. La información que existe en la región es escasa, y también hay poco conocimiento sobre los efectos económicos de este fenómeno. Las discusiones de política pública, investigaciones, publicaciones en medios de comunicación y los estudios disponibles en la región, en su mayoría, continúan centrándose en los retos de los sistemas pensionales. Son mínimos los esfuerzos realizados en América Latina para abrir la discusión sobre la inclusión productiva de las personas mayores hacia otras dimensiones no pensionales. Dicha tarea la están liderando varias fundaciones dentro de Colombia; en específico, la Saldarriaga Concha, la Arturo y Enrica Sesana y la Fundación Ramirez Moreno.

Una estrategia sistémica hacia la inclusión de personas mayores

En Fundación Saldarriaga Concha planteamos, desde hace 7 años, una alternativa al fenómeno de la exclusión productiva. Nuestra propuesta cuenta con un enfoque sistémico basado en tres pilares: primero, generar información y datos sobre la exclusión productiva; segundo, fortalecer las capacidades de los individuos y las organizaciones; tercero, establecer una estrategia de incidencia a nivel público y privado.

“Emprender en la vejez tiene muchos beneficios que van más allá de lo económico. Para mí, emprender genera satisfacción y gratificación personal. Me da satisfacción saber que a mi edad puedo crear cosas”, son las palabras de Héctor cuando reflexiona lo que el emprendimiento ha traído a su vida. A pesar de tener asegurada una pensión, Héctor considera que su emprendimiento le ha dado un toque particular a su rutina, un beneficio que supera lo económico: su empresa, más allá de generar ventas o utilidades, busca promover un mejor estilo de vida para las personas.

Aunque Héctor representa a un gran número de personas mayores que aportan al desarrollo económico de Colombia mediante sus emprendimientos, la situación de Coramiamor – Oro Vital no es la misma para la mayoría. En Colombia, el 18.5% de los 5.1 millones de micronegocios registrados son propiedad de personas mayores emprendedoras (EMICRON, 2022). Se trata de más de nueve millones de empresarios que diario enfrentan la exclusión productiva; o sea, dificultades para acceder a créditos, asesorías personalizadas o mentorías. Pero ¿cómo determinar con mayor exactitud cuántos son y cuáles son sus principales características, necesidades y deseos? Para resolver esta primera interrogante implementamos varias acciones que apuntan a generar datos e información, a fin de tomar mejores decisiones sobre la exclusión productiva y el emprendimiento de personas mayores.

Por otra parte, una de las principales manifestaciones de la exclusión productiva de los mayores es la dificultad que tienen para acceder a fuentes de financiación y poner en marcha sus emprendimientos. De acuerdo con el Departamento Nacional de Estadísticas de Colombia, el 65% de los micronegocios liderados por personas mayores en el país tienen como principal fuente de financiación los ahorros personales. Entre ellos, el 20% afirma que no pueden acceder a créditos porque no cumplen con los requisitos mínimos exigidos como garantías, codeudores, avales, fiadores. Este es el caso de Dora y Héctor: “nunca hemos podido acceder a un crédito para nuestro negocio. Los únicos que nos dieron la oportunidad de acceder a un crédito fueron los del programa Plan Mayor. Y en situaciones extremas, como la pandemia, tuvimos que acceder a las tarjetas de crédito personales para subsistir”, cuenta Dora.

Sin embargo, no basta con el acceso a créditos para garantizar el éxito de los emprendedores. Según el modelo de ecosistemas de emprendimiento diseñado por Dan Isenberg, profesor de Babson College, el financiamiento es tan solo uno de los seis dominios que promueven el triunfo de un emprendimiento. Además, los emprendedores deben estar acompañados de una cultura emprendedora, una sólida industria de soporte, capital humano necesario, mercados sólidos y una política clara de apoyo al emprendimiento (Isenberg y Onyemah, 2016). Las personas mayores emprendedoras en Colombia no solo enfrentan dificultades para financiar sus iniciativas, sino también una falta de apoyo cultural y político para desarrollar sus emprendimientos. Tal como comenta Dora, “a nosotros, por ejemplo, nos expulsaron automáticamente de la participación de una feria comercial por nuestra edad. La persona que dirigía el programa nos dijo que, como la feria terminaba después de las 10 de la noche, ya era muy tarde «para nosotros tan viejitos»”.

Frente a estos desafíos se creó el Fondo Mayor: un programa integral dirigido a personas mayores de 60 años que ofrece apoyo financiero y no financiero. Sin embargo, desde un principio, sabíamos que contar con suficiente información y con un programa a pequeña escala de apoyo a emprendimientos tampoco es suficiente para realmente posicionar la inclusión productiva en la agenda nacional. A esta receta le hace falta un ingrediente adicional: la escalabilidad. En palabras de Héctor y Dora, “necesitamos que las instituciones reconozcan el esfuerzo y el aporte que hacemos las personas mayores a la economía. Queremos que en nuestro país todos las personas mayores emprendedoras tengan las mismas oportunidades que nosotros tuvimos a través de Fondo Mayor”.

A partir de todos estos hallazgos, en Fundación Saldarriaga Concha, tomamos la decisión de crear una estrategia con tres objetivos muy claros. Primero, generar investigaciones, datos y herramientas estadísticas que logren visibilizar la situación real que enfrentan las personas mayores emprendedoras en Colombia. Segundo, implementar iniciativas innovadoras a pequeña escala que ofrezcan posibles soluciones a este gran reto. Por último, poner en marcha una estrategia de incidencia que permita escalar la solución para que nuestros aprendizajes se transfieran al sector público y privado.

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Fortalecer las capacidades de las personas mayores

Dora y Héctor hacen parte  de un grupo de emprendedores que reciben apoyo por parte de la Fundación Saldarriaga Concha desde 2019. La puesta en marcha de este pilar para fortalecer las capacidades de las personas mayores se materializó al crear un fondo de capital que brinda apoyo financiero y no financiero, en Colombia, a personas mayores emprendedoras de 60 años. Para crear este fondo realizamos una alianza estratégica con otras dos fundaciones que trabajan por y para las personas mayores en el país: la Fundación Arturo y Enrica Sesana, y la Fundación Ramírez Moreno.

El Fondo Mayor es un programa con el objetivo de brindar capital de riesgo a las personas mayores emprendedoras de 60 años en Colombia. Desde su creación, en 2019, el Fondo ha recibido más de 600 solicitudes provenientes de todo el país y ha brindado apoyo a 17 personas mayores emprendedoras. Además, es un programa que brinda acompañamiento virtual y ofrece acceso a fuentes de financiación que se ajustan a las necesidades y características de cada emprendimiento.

Inicialmente, el Fondo no contemplaba otorgar capital no reembolsable para invertir en mejorar la capacidad instalada de los negocios. Sin embargo, debido a que su creación se dio en el marco de la pandemia, se tomó la decisión de priorizar a los emprendedores que sufrieron el impacto negativo del COVID-19. Esto abrió la posibilidad a que pudieran acceder a recursos no reembolsables, y demuestra una de las mayores ventajas que tiene el Fondo: su flexibilidad y velocidad de adaptación frente a coyunturas.

Dicha flexibilidad es posible gracias al riesgo financiero que son capaces de asumir las fundaciones. En palabras de Soraya Montoya, directora de la Fundación Saldarriaga Concha, “las fundaciones, a diferencia de las entidades del Estado, tenemos la posibilidad de asumir mayores riesgos. Fondo Mayor es un fondo flexible que se ajusta a las condiciones del contexto. Es un Fondo que arriesga con el propósito de aprender y entender las necesidades de los emprendedores. Y lo más importante, arriesga para innovar y aportar soluciones con evidencia al ecosistema”.

Otra modalidad de financiación del Fondo Mayor es el crédito. Los interesados deben presentar un plan de inversión ante un comité bajo la modalidad de pitch. Si el comité aprueba la asignación de los recursos, la tasa de interés de los créditos está siempre por debajo de las tasas del mercado. Además, los periodos de pago son acordados entre el Fondo y el emprendedor. El propósito es no afectar los flujos de caja de los negocios y, en consecuencia, incrementar la probabilidad de pago a futuro de los créditos.

Algunos participantes han utilizado diversos mecanismos de financiación. Este es el caso de Oro Vital. Al principio, Dora y Héctor recibieron un capital semilla para la adquisición de trabajadores y materias primas en su empresa y, posteriormente, utilizaron el crédito con el fin de participar en algunas plataformas comerciales. Lo anterior les permitió pagar las cuotas de acceso a las ferias, obtener recursos para comprar insumos adicionales y montar su stand comercial.

El programa del Fondo Mayor destaca porque el acceso a fuentes de financiación se acompaña de procesos de asistencia técnica y formación a los emprendedores. El programa contempla una fase de mentorías por parte de la red de egresados de la Universidad de los Andes de Colombia. Desde sus inicios, los participantes del Fondo Mayor han realizado capacitaciones y procesos de formación en marketing digital, finanzas para emprendedores, innovación en modelos de negocio, propósito superior, propuesta de valor y estrategias de crecimiento.

Además, todos los participantes hicieron parte de un módulo de habilidades blandas diseñado por la Fundación Saldarriaga Concha denominado 3C: Conmigo, Contigo, Con todos. Este proceso logró que los emprendedores reconocieran la importancia de hablar abiertamente de sus estados de ánimo, su salud mental y sobre cómo fortalecer su autoestima, resiliencia y el manejo de emociones.

Los participantes de Fondo Mayor valoran que el apoyo que reciben va más allá de lo económico. Yineth Forero, emprendedora de 72 años que lidera De Raka Mandraka, reflexiona: “hemos sido apoyados por diferentes entidades, la Cámara de Comercio y la Corporación Mundial de la Mujer, pero el programa Fondo Mayor es más enfocado, sabe cómo llevar el conocimiento a las personas mayores. Las otras entidades dan buenas capacitaciones, [...] pero esperan que se conozcan términos o conceptos que no necesariamente todos manejan. Fondo Mayor tiene una metodología que permite que las personas mayores se sientan tranquilas" (Vega, 2022).

Desde su creación, el Fondo Mayor ha entregado $52.000 dólares en apoyo financiero. De estos recursos, el 61% ha sido bajo la modalidad de capital semilla y el 39% restante a través de créditos. Las ventas generadas por este grupo de emprendedores, desde enero de 2021 a marzo de 2024, superan los $2.2 millones de dólares. A pesar de su pequeña escala, el Fondo Mayor ha permitido a las fundaciones que conforman esta alianza generar información valiosa para incidir, con argumentos sólidos, en las instituciones que lideran el ecosistema de emprendimiento en Colombia.

Incidir para escalar

Contar con información, conocimiento y datos que se obtienen por medio de la investigación, así como la puesta en marcha de proyectos con personas mayores, son los principales insumos para ejecutar nuestra estrategia de incidencia. En otras palabras, son los insumos para posicionar la inclusión productiva y el emprendimiento de las personas mayores en la agenda nacional.

A nivel gubernamental, nuestra estrategia ha arrojado resultados interesantes. Primero, varias de las recomendaciones derivadas de la Misión Colombia Envejece han servido como insumo en la construcción de políticas públicas. Tal es el caso de la Política Pública Nacional de Envejecimiento y Vejez 2022-2031, que incorpora metas como el aumento del número de emprendimientos liderados por personas mayores en el país (Ministerio de Salud y Protección Social, 2022).

Por su parte, el trabajo desarrollado a través de Fondo Mayor sirvió para firmar un memorando de entendimiento con Innpulsa, la entidad del Estado colombiano encargada de promover el emprendimiento, que tiene como objetivo impulsar el emprendimiento silver a nivel nacional, así como poner la infraestructura de los Cemprende, el eje del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo encargado de articular y potenciar la política de reindustrialización en Colombia.

“Las fundaciones, a diferencia de las entidades del Estado, tenemos la posibilidad de asumir mayores riesgos. (...) Arriesgamos para innovar y aportar soluciones al ecosistema", dice Soraya Montoya.

Por su calidad técnica y por su aporte a la generación de mejor información sobre las personas mayores en el país, el Departamento Nacional de Estadísticas de Colombia (DANE) trabaja de la mano con la Fundación Saldarriaga Concha para que el índice multidimensional de inclusión se convierta en una herramienta oficial de medición. Nos encontramos en proceso de transferencia de la metodología con la cual se construyó el índice y se espera que, a partir de 2025, el índice será propiedad del DANE.

Ahora bien, la estrategia de incidencia no se limita a la esfera pública. En la Fundación emprendimos varias acciones con el sector privado. Para empezar, somos socios de la red de inversionistas de impacto más grande de Latinoamérica: Latimpacto. Con nuestra participación buscamos atraer mayores flujos de inversión hacia los temas de envejecimiento en la región.

A nivel local, desde el año 2023, trabajamos de la mano con la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia (Asobancaria), el gremio que reúne a los bancos más importantes del país para garantizar que el sector bancario en Colombia sea más incluyente con las personas mayores. En conjunto creamos la iniciativa Abriendo Puertas: Hacia un mundo sin barreras, cuyo propósito es mejorar la experiencia de usuario de las personas mayores en los canales de atención financiera. A través de una investigación de usuarios realizada en las 5 ciudades colombianas (Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y Pereira), y de observaciones, entrevistas y escucha de llamadas a usuarios, presentamos una serie de recomendaciones a las entidades financieras en tres de sus principales canales: presencial, digital y telefónico. Como recomendación general invitamos a las entidades bancarias a diseñar sus productos y servicios a partir del Diseño Centrado en el Usuario (DCU), lo que implica entender a los clientes mayores no por sus características demográficas, sino por su comportamiento, expectativas y necesidades (Asobancaria y Fundación Saldarriaga Concha, 2023).

Desafíos de una economía plateada

Para 2086 se proyecta que, en América Latina y el Caribe, la población de más de 65 años llegará a su máximo: 209 millones de personas (CEPAL, 2024). Los cambios en las estructuras demográficas de la región impedirán que los sistemas de seguridad social puedan ofrecer pensiones para la totalidad de las personas mayores. Por ello, ofrecer otro tipo de mecanismos de protección económica para la vejez adquiere mayor relevancia. La inclusión productiva se presenta como una alternativa.

Garantizar que personas como Héctor, Dora o Yineth sean tratados con igualdad de condiciones en los programas de emprendimiento o empleo es el reto que tenemos como Fundación y, a su vez, como sociedad. Muchas personas mayores no solo necesitan apoyo económico, sino que desean seguir aportando a la economía. Hoy son 95 millones de personas mayores de 60 años en toda la región que tienen experiencia, conexiones, recursos, aprendizajes y sabiduría disponible para ponerlos a disposición de emprendedores de todas las edades. El emprendimiento no puede seguir siendo visto a modo de un tema exclusivo de los jóvenes. La agenda de diversidad, equidad e inclusión debe aplicar también para las personas mayores emprendedoras.

Nuestra propuesta se dirige a ofrecer alternativas a las personas mayores que desean seguir participando activamente en la economía. Apunta a eliminar las barreras que existen frente a la posibilidad de que empiecen de cero un emprendimiento.

En este sentido, la hoja de ruta que proponemos desde la Fundación Saldarriaga Concha es posicionar la inclusión productiva de las personas mayores. Quizás esta no es la única manera de hacerlo, ni deberá tomarse como una fórmula a seguirse al pie de la letra, pero lo cierto es que compartimos esfuerzos que podrán ser replicados en beneficio de otros países de la región. Nuestra receta es sencilla: generar conocimiento y fortalecer capacidades para incidir.

Sin duda, también tenemos retos por delante. Primero, garantizar que el Estado colombiano adopte y publique nuestro índice a través del DANE, y que se convierta en el instrumento oficial con el que se realice el monitoreo a la inclusión social y productiva de las personas mayores en Colombia. Si bien esta conversación avanza de manera exitosa, todavía no se materializa.

Asimismo, tenemos el reto de garantizar la escalabilidad del programa Fondo Mayor y fortalecer aún más nuestro proceso de incidencia y gestión para que el gobierno nacional y los gobiernos locales pongan en marcha programas de apoyo a personas mayores emprendedoras. Buscamos que estos programas sean masivos, y eso es algo que el Fondo Mayor no puede alcanzar por sí solo.

Nuestra propuesta insiste en que la conversación sobre las personas mayores no puede limitarse exclusivamente a reformas pensionales o a subsidios. Tampoco pretende enviar el mensaje erróneo de que ahora todas las personas deben trabajar hasta el fin de sus días. Efectivamente, hay millones de personas en la región que necesitan el apoyo del Estado. Personas que ni física ni mentalmente pueden desarrollar una actividad productiva. Nuestra propuesta se dirige a ofrecer alternativas para aquellos mayores que desean y quieren seguir participando activamente en la economía. Apunta a eliminar las barreras culturales y actitudinales que existen frente a la posibilidad de que una persona mayor de 60 años pueda empezar desde cero un emprendimiento, así como proveer soluciones e información para tomar decisiones de política pública que aseguren su inclusión.”

Este artículo es contenido original de la revista de Stanford Social Innovation Review en Español

Artículo en la serie "Transformar el envejecimiento", publicado con el patrocinio de la Fundación Saldarriaga Concha

Acceda al artículo completo aquí

FUENTE: ssires.tec.mex - 26/9/24

https://ssires.tec.mx/es/noticia/inclusion-productiva-de-las-personas-mayores-en-colombia