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Editorial No 48 del 21 de Diciembre de 2003

Miércoles, 11 de Febrero de 2004
Editoriales RLG

NAVIDAD nos descubre el don más precioso de Dios al hombre: la vida

Una sociedad para todas las edades es una sociedad posible  

Está concluyendo un año en que ciframos muchas esperanzas en que la situación de las personas mayores se transformara definitivamente en un asunto público e importantes pasos se dieron para avanzar en ese sentido.    Saludamos a todos quienes desde los distintos rincones de nuestra América Latina y el Caribe, han empeñado sus esfuerzos por hacer de una sociedad para todas las edades una sociedad posible y les invitamos a compartir una reflexión en esta Navidad.

Ximena Romero (Coordinadora RLG)   Christel Wasiek (Asesora RLG)

NAVIDAD nos descubre el don más precioso de Dios al hombre: la vida.

En nuestro caminar por las calles del hombre, hemos sido partícipes, en los últimos años, de nuevas leyes, acuerdos y compromisos locales, nacionales y regionales, que han concurrido en alegrar la vida de nuestros adultos mayores y renovado, en parte, nuestras esperanzas en los gobiernos y autoridades, que comprometen su honor en esta tarea del hombre noble que ama a su hermano: la persona del adulto mayor.

Los esfuerzos realizados por las organizaciones de  base, comunidades, organismos no gubernamentales y sociedad civil organizada, para cooperar con el Estado a través de los gobiernos en mejorías sociales, económicas, jurídicas, educacionales, laborales – previsionales, de salud, etc., no sólo han sido gestos del bien común, sino que hitos que dejan de manifiesto que el diálogo de la sociedad civil con el Estado, para realizar políticas públicas-sociales de bien común, se perfeccionan y logran en estas alianzas de cooperación y conocimiento mutuo de la realidad que demanda una conciencia común.

Esta nueva actitud es sentida, vivamente, como un signo de alegría para el mundo del adulto mayor y de quienes lo sirven, para una mayor dignificación humana, reconociéndoles que han contribuido y contribuyen a construir una sociedad más humana, justa y solidaria.

Son signos esperanzadores de vida, que hacen que la vida sea más vivida.

NAVIDAD es el Anuncio que descubre el Amor de Dios hecho carne entre nosotros. Es el encuentro cotidiano del hombre y la mujer con la divinidad.

 

Qué alegría mayor es el saber de nuestro sentido y plenitud como seres humanos.

Este  Anuncio exige una mirada amorosa al hermano que se prepara para su regreso a casa después de una larga jornada –en la cual ha ayudado a construir, en parte, la sociedad de hoy – y que merece ver fortalecida su dignidad plena como persona, ciudadano y creyente: es su don.

Sin embargo, hay realidades que contemplan nuestros ojos y que siente nuestro corazón de una vida de pobreza, marginalidad y exclusión de multitudes de adultos mayores, vidas silenciosas que emergen en nuestras ciudades, pueblos, aldeas, caletas, serranías, cordilleras y selvas, vida urbana y rural, que nos interpela a nuestra conciencia ética, a nuestro ser democrático, a los deberes de la  inteligencia.

Belén permanece en nuestras comunidades humanas y no hay pesebres, aún, que acojan dignamente al adulto mayor, pobre, sufriente y excluido.

Nos debemos exigir día a día en el ejercicio para el cumplimiento de los derechos y deberes de ciudadanía del adulto mayor.

 

NAVIDAD es la promesa cumplida de Dios al hombre.

 

Son muchas las realidades como complejas, que requieren de una diversidad de respuestas como participación consciente y responsable de la sociedad civil organizada en sus entes como universidades, colegios profesionales; de las asociaciones de empresarios e industriales; de los gremios y organizaciones poblacionales y de trabajadores; de los organismos no gubernamentales, etc.; de nuestras inteligencias, nuestras profesiones, nuestros esfuerzos por una ecología humana; nuestro sentido de justicia y nuestro amor comprometido para dar cumplimiento a nuestras promesas contraídas, con nuestro ser democrático y solidario, a ser consecuentes con lo que creemos para vivir para vivir lo que creemos.

Necesitamos fortalecer nuestros compromisos con el proceso de envejecimiento de la población y de la presencia del adulto mayor.

 

NAVIDAD es descubrir que la gloria de Dios es el hombre y la mujer.

 

Que nuestro espíritu y fuerzas den gloria a Dios construyendo la nueva ciudad, en donde la centralidad sea la vida digna del hombre y la mujer para ser felices y, en nuestro caminar de regreso a casa, descubramos nuestro Ser esencial.

Navidad es el anuncio de la Buena Nueva para todo el pueblo. Que esta Buena Nueva nos interpele y comprometa siempre para un tiempo en que el hombre descubra al otro como un Don: su hermano, el adulto mayor.

 

ENTONCES seremos Navidad.

 

Por Caritas-RLG   Luis Gustavo González

Director Caritas Antofagasta

21 de Diciembre de 2003.-