Pierre Le Hir
La Nación, Lunes 25 de julio de 2005
La disminución de la tasa de fecundidad y la prolongación de la duración de la vida son la ecuación exacta para desatar un envejecimiento demográfico generalizado del planeta. Ésta es la advertencia lanzada por dos mil investigadores reunidos en la ciudad francesa de Tours, en el marco del XXVI Congreso Internacional de Población.
Hace tiempo, los demógrafos proyectaban un mundo poblado que a mediados del siglo XXI llegaría a unos 15 mil millones de individuos. Pero sus previsiones vienen en baja. En 2050, la población mundial -actualmente de 6.500 millones de personas- podría situarse entre los 7.600 millones y los 10.600 millones.
A corto y mediano plazo, la subsistencia de esos dos a cuatro mil millones más de seres humanos constituye el mayor problema al que se enfrentarán los gobiernos. Sobre todo porque ese crecimiento tendrá una distribución muy desigual. En esencia, se presentará en los países del sur. Especialmente en África que -contrariamente a lo que podría imaginarse dada la devastación del sida- verá duplicar su población para llegar a los 1.500 millones. Muy afectada por la epidemia, Sudáfrica podría sufrir de una reducción demográfica, de 44 a 31 millones; pero la del Níger, que relativamente se ha salvado, cuaduplicaría la suya para llegar a los 47 millones. “De ocho a diez mil millones de seres humanos es mucho, pero es manejable”, considera Catherine Rollet, presidenta del comité organizador del congreso. “Hay que reflexionar en la forma en que se reparten los recursos del mundo”.
Desaceleración
Pero a largo plazo, lo que les preocupa a los expertos es la desaceleración del crecimiento demográfico. La tasa anual de crecimiento de la población mundial, después de haber culminado en más de 2% a fines de los años sesenta, no ha dejado de declinar y en el período 2000-2005 cayó a 1.2 %. A mediados de este siglo, la curva demográfica habrá de invertirse y empezará a disminuir la población mundial.
Más de la mitad de la humanidad vive en un país cuya tasa de fecundidad es inferior a 2.1 hijos por mujer, nivel que asegura el reemplazo de la población, subrayan las estadísticas. Ese fenómeno ya no está limitado a los países desarrollados, aunque en ellos sí es más marcado, como es el caso de Japón (1.3 hijos por mujer) y de la Unión Europea (1.4). Afecta también a algunos países del sur, en particular a China (1.6). Y aunque la India tiene un índice nacional de 3, en varios estados no está garantizada la renovación de las generaciones. En cambio, en África la fecundidad sigue siendo muy elevado, donde las palmas se las lleva Níger, con un promedio de ocho hijos por mujer.
¿Se trata de una tendencia pasajera? Naciones Unidas considera, por el contrario, que “la baja fecundidad podría durar” y, en sus proyecciones para el siguiente medio siglo, el organismo mundial maneja un índice global de 1.8 hijos por mujer.
Esperanza de vida
La duración de la vida se prolonga en todos los continentes y se reducen las brechas. En el curso de los últimos cinco años, la esperanza de vida ha aumentado casi en dos años en el Asia del sur, es decir, dos veces más que en Europa occidental.
Pero subsisten contrastes muy fuertes. Mientras que los japoneses, campeones mundiales en longevidad, tienen una esperanza de vida de 82 años, muchos habitantes del África negra no rebasan ni la mitad de esa edad. En los países más afectados por el sida, la esperanza de vida disminuye en forma alarmante (reducción de 14 años en Sudáfrica y de 20 años en Zimbabwe). Zambia tiene el récord de la esperanza de vida más corta, con 37 años. Y por su parte, Rusia y Ucrania se mantienen al margen del progreso, con una mediocre esperanza de vida de 65 y 68 años respectivamente.
¿En el futuro lo normal será llegar a los cien años? Ni los demógrafos ni los médicos están en condiciones de responder a esa pregunta. Pero asistimos a una transformación de las causas de mortalidad. En los países más avanzados, la mortalidad cardio-vascular retrocede y el cáncer está a punto de convertirse en la principal causa de defunción. En la mayoría de los países en desarrollo, las enfermedades cardio-vasculares y el cáncer están en vías de superar a las enfermedades infecciosas agudas.
© Le Monde
(The New York Times Syndicate)
Una población avejentada
Según Naciones Unidas, la proporción de personas de más de 60 años de edad, que actualmente es de 10% en toda la población mundial, subirá a 21% en 2040. En ese mismo período, la edad media de la humanidad se elevará de 26 a 37 años.
Es inevitable que el envejecimiento de la población no respetará a ninguna región del planeta. Mientras que Francia necesitó un siglo para que la proporción de habitantes de más de 65 años pasara de 8 a 15 por ciento, China vivirá esa transformación en tan sólo 20 años, de 2010 a 2030. Eso será, insisten los demógrafos reunidos en Tours, “uno de los cambios sociales más importantes del siglo XXI”.
“Los sistemas de pensiones de los países del Sur deberán evolucionar para asegurarles a los ancianos del mañana condiciones de vida tan favorables como las actuales. Pero el verdadero problema se sitúa en los países del Sur. El envejecimiento demográfico será en ellos mucho más rápido que en el Norte, cuando la solidaridad familiar se erosiona sin que haya una solidaridad colectiva que tome el relevo. Hará falta imaginación para evitar que los adultos de hoy terminen sus días en la miseria”, advierten.