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Chile: En Puerto Montt adultos mayores escribieron a sus párrocos

Sábado, 14 de Mayo de 2005
Artículos, experiencias, actividades

Reclaman una mayor consideración en sus comunidades parroquiales.

Boletín Cáritas Chile.  El 5 y 6 de mayo (2005) se realizó el Primer Congreso de Dirigentes de Clubes Parroquiales de Adultos Mayores de la Provincia Eclesiástica de Puerto Montt, que abordó las principales preocupaciones de estas organizaciones.

Estuvieron presentes 21 delegados provenientes de las diócesis de Osorno, Puerto Montt, Ancud, Aysén y Punta Arenas.

El evento analizó la realidad socioeconómica de este segmento etario, destacando las dificultades de pobreza dadas por las bajas pensiones y el acceso a la salud, principalmente.

En el ámbito eclesial, los delgados y delegadas reclamaron una mayor consideración de parte de sus respectivas comunidades parroquiales, que les permita asumir activamente su rol evangelizador.

Con este fin, escribieron a sus párrocos, cuya carta en extenso, se reproduce aquí:


Cuenta con Nosotros y Nosotras

Carta a Nuestros Párrocos de los Dirigentes y Dirigentas participantes en el Primer Congreso de Clubes y Organizaciones Parroquiales de Adultos Mayores de la Provincia Eclesiástica de Puerto Montt.

Queridos padres:

Tuvimos la gracia de Dios de reunirnos en Puerto Montt, los días 5 y 6 de mayo de 2005, en nuestro Primer Congreso de Dirigentes y Dirigentas de Clubes Parroquiales de Adultos Mayores de la Provincia Eclesiástica de Puerto Montt, donde nos preparamos para el próximo Congreso Nacional de nuestros clubes que se realizará en Santiago, en septiembre próximo. Fuimos convocados por Caritas Chile, que coordina por encargo de la Conferencia Episcopal, la Pastoral del Adulto Mayor en todo el país.

Fue una linda experiencia, no sólo porque nunca nos habíamos reunido así antes, sino también por el clima de comunión y fraternidad que vivimos, por la fe que celebramos y por la esperanza en que mutuamente nos confirmamos.

Analizamos los principales problemas que nos afectan. Entre ellos, la realidad de pobreza que la gran mayoría de nosotros nosotras vivimos. Ustedes saben lo que sufrimos cuando en los hospitales no nos atienden, nos hacen esperar o tenemos que pagar una consulta o comprar los medicamentos que nos recetan para lo cual no tenemos dinero. Ustedes saben que la mayoría de los adultos mayores vivimos con pensiones mínimas de 42 mil pesos mensuales y que no hay ministro de economía que nos haga la competencia en capacidad para administrar… como nosotros lo tenemos que hacer para sobrevivir.

Junto con eso, hay otro aspecto que muchas veces callamos por amor, a lo mejor mal entendido, por miedo y vergüenza en otras oportunidades. Pero deben saber que en nuestras propias familias a veces nos maltratan, nos marginan, nos tratan como niños, o nos excluyen cuando estamos enfermos. ¿Se imaginan cómo nos duele cuando vivimos esta realidad y la contrastamos con la vida glamorosa de la tele y la publicidad que nos invita a viajar, pasarlo bien y consumir?

Pero lo que más nos duele, es que nuestras propias comunidades cristianas a veces también tienen estas actitudes. Nos arrinconan en la última pieza de la parroquia, más fría que nuestras propias piezas; les invitamos para que nos visiten y no van, les pedimos ayuda para orar o celebrar juntos en una misa y no nos consideran. Queremos estar incorporados en los consejos pastorales pero creen que no tenemos nada que aportar. En fin… si preguntaran en nuestras comunidades, los ejemplos seguirían.

Pero sabemos que la situación se debe a la cultura que vivimos. Comprendemos que la sociedad entera tiene una imagen negativa de nosotras y nosotros, los adultos mayores, y es esa imagen la que nos hemos propuesto ahora cambiarla. Queremos ser más solidarios, más orantes, más transmisores de la fe, y organizarnos mejor para luchar por nuestros derechos porque queremos que nuestros hijos y nietos, cuando lleguen a ser adultos mayores como hoy somos nosotros, no sufran todo esto sino que vivan sin pesares económicos y gocen de la alegría y la fe.

Ustedes, que como pastores de nuestras comunidades nos guían y apoyan, les agradecemos sinceramente su consideración. Sepan que cuentan con todas nuestras capacidades y potenciales evangelizadores, y que diariamente están presentes en nuestras oraciones.

Cuenten con nosotros y nosotras. Quizás nuestro paso sea más lento, pero ya corrimos tanto por la vida que aprendimos que no gana el que llega primero. Quizás no tenemos la misma fuerza física de aquellos años cuando nos convocaban a la pastoral juvenil, pero tenemos una experiencia que no hallarán en ningún libro ni en Internet. Sepan que aún cuando todo esté en contra de ustedes... ustedes nos tendrán a su favor.

Le pedimos a nuestra Madre, la Virgen María, les proteja y acompañe.

Delegados/as del Congreso de Adultos Mayores de la Provincia Eclesiástica de Puerto Montt.

Puerto Montt, 6 de mayo de 2005