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La vejez vista desde la belleza y la solemnidad

Lunes, 01 de Diciembre de 2014
Envejecimiento y vejez

El filme ‘Silencio en la Tierra de los Sueños’ proyecta la identidad de los nuevos adultos mayores.

Kléver Paredes B.

La vejez confronta. Y por lo general preferimos no hablar de esta etapa de la vida. Nos perturba por diferentes razones: la muerte, la soledad, la enfermedad. Rara vez la asociamos con la alegría o la esperanza.

La película ecuatoriana ‘Silencio en la Tierra de los Sueños’, nominada al Premio Oscar, aborda esta etapa de la vida. Su personaje central es una mujer adulta mayor que vive sus últimos años como lo hacen miles de hombres y mujeres que tienen la dicha de llegar a la vejez, no con el fatalismo que suele interpretarse sino como dice su director Tito Molina: “Con la sabiduría de quien ya no lucha, no porque ha tirado la toalla, sino porque ha vencido en todas sus batallas y ahora vive solo en su reino de paz”.

No siempre la vejez está presente en los medios de comunicación y eso no pasa solo en Ecuador.

A través del cine se han destacado varias películas que abordan esta temática. Hace pocos días, en el Festival Cine Orquídea, Bertha Naranjo, protagonista principal de la película, ganó un reconocimiento como Mejor actriz, por su naturalidad.

Qué motivó a abordar la vejez en esta película, cómo entender esta etapa de la vida, el cine se convierte en una plataforma para proyectar las nuevas identidades de los adultos mayores, son algunas de las interrogantes que despejamos con el director Tito Molina.

En los medios de comunicación, sobre todo en la televisión, los adultos mayores aparecen más como la figura del abuelo, con un rol vinculado a la familia. En las telenovelas, igual, los protagonistas principales son personas de entre 20 y 40 años de edad. En la película ‘Silencio en la Tierra de los Sueños’ sucede lo contrario. ¿Qué le motivó a tener como principal personaje a una mujer adulta mayor que vive su vejez sola pero con dignidad?

Mirando hacia atrás en mi corta filmografía descubro dos cosas: que los protagonistas son siempre mujeres, ancianas, jóvenes o incluso niñas, y lo segundo es que siempre está presente el tema de la muerte como una instancia más de la vida. La manera en que enfrento a la muerte, la soledad o la vejez a través del cine no es desde el miedo, el dolor o la tragedia, sino más bien desde la belleza, la solemnidad e incluso el humor. Hay nostalgia sí, melancolía sí, pero nunca tristeza y menos terror en los protagonistas. Cuando el ser humano acepta su vida tal y como es, y camina hacia su final con la misma decisión con que arrancó su andar, hace un pacto sereno con la muerte, sin dramatismo ni actos heroicos. En ese sentido, la vejez, representa para mí un vasto territorio a explorar, ese lugar, esa tierra aparentemente baldía, siempre ha reclamado mi atención, quizá porque solo puedo elucubrar acerca de ese espacio y de ese tiempo, quizá para exorcizar el terror que me produce saber que un día la vida consiste en sobrevivirla.

Todos envejecemos y es un tema del cual no nos gusta hablar. En parte esto se debe al culto hacia la belleza relacionada a la juventud. Sin embargo, usted presenta una realidad que es parte de miles de hombres y mujeres, que no es ‘rentable’ para una película. ¿Qué le incentivó a abordar este tema?

Veamos. Ningún productor en su sano juicio va a invertir con el propósito de perder, y esta producción no es la excepción. En nuestro caso, en particular, tratamos de hacer las cosas de manera muy planificada y organizada para que, una vez terminada la obra, todo quede saldado y no necesitemos desesperadamente de la taquilla para cubrir la inversión.

Ahora, la rentabilidad solo en términos económicos dista mucho del propósito primordial de nuestra empresa, tanto como creadores o como productores. No siempre se crea o se produce pensando en cuánto dinero se va a ganar con la exhibición del producto acabado, la rentabilidad a largo plazo se consigue con la consolidación de las ideas plasmadas en obras (o productos) que no necesariamente construyen el mercado, pero que terminan definiendo las tendencias del mercado. Hay quienes apuestan a lo primero y hay quienes apuestan a lo segundo. Existen productores como Xavier Barona y Miguel Salazar que han conformado compañías como La Facultad y Re lab i+s, de las cuales soy socio, con un propósito más allá de lo comercial. Sí, son viejos lobos del marketing y la publicidad, pero también unos apasionados del cine y del arte y saben dónde y cuándo apostar. Por mi parte, como creador, tratar (o más bien re-tratar) al ser humano como epicentro de un arte tan vasto como es el cine, no solo es una empresa rentable sino impagable y ojalá imperecedera.

Algunas películas en las cuales los adultos mayores son protagonistas como ‘Amour’ de Francia, ‘Elsa y Fred’ de Argentina han tenido mucho éxito. ¿Cree que es el momento de que los adultos mayores se hagan visibles con sus propias identidades y limitaciones?

Creo que el ser humano, en todas sus edades, debe volver a hacerse visible en el cine; pero para eso debe atravesar la gruesa tela verde que hoy separa a los personajes de los espectadores. La edad del protagonista es irrelevante, lo que importa es la construcción arquetípica de su personaje. Películas con personas mayores siempre han habido, en menor cantidad, por supuesto, pues para narrar algo hay que vivir un cúmulo de experiencias primero, luego procesarlas y por último plasmarlas, y la edad senil es un territorio al que accedemos en el ocaso de nuestras vidas, por tanto sus experiencias tardan mucho en ser procesadas y por ende en ser plasmadas.

¿Cómo se imagina usted su vejez?

Anhelo la salud mental suficiente para poder seguir creando y la física para no dejar de acercarme por mis propios pies al mundo que me rodea.

Considera que en los nuevos personajes adultos mayores debe existir un factor común: el heroísmo de aquel que en la vejez puede resignificar la existencia alejándose de la noción fatalista, según la cual se envejece según se ha vivido.

Creo que hay, al menos, dos cosas a considerar cuando se hace una película cuyo protagonista es un mayor de edad: La primera es tomar conciencia de lo poco que sabemos de ese lugar honorable y noble que es la vejez, indistintamente de la circunstancia de vida de cada ser.
Y desde ese lugar de desconocimiento e incertidumbre dejarse conmover, dejarse seducir y dejarse maravillar por la sabiduría de quien ya no lucha, no porque ha tirado la toalla, sino porque ha vencido en todas sus batallas y ahora vive solo en su reino de paz, un reino inconmensurable en lo nimio, el reino de las cosas simples.

Lo segundo es no perder nunca el sentido primigenio del cine: la magia, la ilusión y la alquimia. Considero no solo la función, sino la responsabilidad del creador cinematográfico, defender con uñas y dientes ese espacio, hacerlo valer y por sobre todo desarrollarlo hasta los límites, no permitir que se le asigne a un arte tan poderoso como el cine la función reduccionista de “documentar la realidad, documentar la vida” sino de re-inventarla, de re-crearla y de re-definirla, como lo haría y lo ha hecho cualquier arte en la historia.

Fuente: El Telégrafo / Palabra Mayor – 29/11/2014.
http://www.telegrafo.com.ec/palabra-mayor/item/la-vejez-vista-desde-la-belleza-y-la-solemnidad.html