A lo largo de la historia, las representaciones que han tenido los adultos mayores pasan por el respeto a su conocimiento y determinadas cuotas de poder hasta el desprecio a las personas ancianas.
Kléver Paredes
Para la palabra viejo existen más de 20 sinónimos y para el vocablo anciano más de 30, en los diccionarios de lengua española. La mayor parte de ellos se utiliza como expresiones peyorativas, que disminuyen su verdadero valor y cualidades de este grupo etario.
Si la palabra viejo posee tan variados alcances significa que tuvo una larga historia y también una variedad de interpretaciones. En todas las sociedades encontramos diferentes concepciones acerca de la senectud y se puede afirmar que la situación adversa que viven en la actualidad los viejos (considerados fuera de moda, estorbo, una carga o improductivos) también fue parte en otras épocas, llegando -incluso- al castigo y desprecio por su edad. Así se determina en el estudio ‘Evolución de los valores sociales sobre la vejez a través de la historia’, realizado en España por Manuel Lillo Crespo.
Si bien para los egipcios al anciano se le contemplaba desde una visión positiva, como pilar en la educación de los más jóvenes y como símbolo de sabiduría, para los griegos era lo contrario.
Para los griegos que adoraban la belleza, la vejez significaba una ofensa al espíritu; motivo de mofa en sus comedias que, incluso, la consideraban en sí misma como una tara. La vejez junto a la muerte configuraban lo que llamaban Keres: el grupo de males de la vida y, por tanto, considerados como un castigo para la humanidad.
Otra gran fuente cultural de la civilización occidental es la tradición hebreo-cristiana. Según el Antiguo Testamento, los ancianos jugaron un papel importante en la conducción del pueblo hebreo (Ex. 3, 16) como describe la orden de Dios a Moisés: “Vete delante del pueblo y lleva contigo a ancianos de Israel”.
Según el mismo estudio de Lillo Crespo, en el Libro de los Números podemos encontrar la descripción de la creación del Consejo de Ancianos como una iniciativa divina, por lo que a estas entidades se le conferían grandes poderes religiosos y judiciales, prácticamente incontrarrestables en sus respectivas ciudades. Al institucionalizarse el poder político de la monarquía, el Consejo de Ancianos es relegado a una función de consejeros, pero continúan teniendo un gran poder. En el período del rey hebreo Roboam, el consejo pierde su poder y la imagen del anciano comienza a deteriorarse.
Para la cultura romana, en un principio existía una visión pesimista de la vejez, sin embargo, el anciano fue un personaje muy considerado en los textos de esta época. Es más, se analizaron los problemas de la vejez desde casi todos los aspectos: políticos, sociales, psicológicos, demográficos y médicos.
De los registros existentes en la época se determina que la cantidad de ancianos en la sociedad romana era mucho mayor que en la griega. En su mayoría, era de hombres.
Un panorama aterrador para los ancianos significó la denominada ‘Edad Oscura’ o ‘Alta Edad Media’, del siglo V al X, marcada por la brutalidad y predominio de la fuerza. No es difícil imaginar el destino de los débiles, lugar que les correspondió a los viejos.
En el colectivo eclesiástico, los ancianos fueron numerosos, aunque en sus escritos no dieran importancia a la ancianidad.
Llama la atención que, en el ámbito de la moral, se utilizó a la vejez como un mal proveniente del castigo divino por los pecados del hombre. El único interés que existe por la vejez en el cristianismo es la imagen de fealdad y decrepitud.
En el Renacimiento, durante el siglo XV, sucedió un redescubrimiento de las bellezas escondidas del mundo grecorromano. A la Europa Occidental le atraían los griegos antiguos, cultivadores de la belleza, juventud y perfección.
El desprecio a la vejez se manifestaba en las artes y en las letras. Los pintores italianos ignoran la vejez, los flamencos y alemanes se ensañan con ella, especialmente con la mujer vieja, a la que representan arrugada y decrépita asimilándola a la imagen de la bruja con la que tanto se ensañó la Inquisición.
En el mundo moderno, el pensamiento liberal y sus políticas revolucionarias -señala el estudio ‘Evolución de los valores sociales sobre la vejez a través de la historia’- determinaron la formación de repúblicas y la aparición de los burócratas. Dentro de la estructura económica de los Estados también se creó la jubilación, palabra del latín ‘jubilare’ (lanzar gritos de júbilo), significado que, para muchos, actualmente sonaría como un sarcasmo.
El mundo contemporáneo dio paso a lo que los especialistas denominan la cultura tecnocientífica, la cual ha sido la que más ha influido en la vida de los viejos. Dejaron de ser los depositarios de la sabiduría, como en épocas anteriores, para pasar a ser los más alejados del nuevo conocimiento. La experiencia no es apreciada porque está atada al pasado. Además, física y estéticamente, los viejos ocupan un papel no deseable para la sociedad.
En las diferentes sociedades, la representación de la mujer vieja se ve reducida a hija, hermana, familiar, esclava o sirvienta, además de la encargada del cuidado de ambos sexos. Existe, menciona Lillo Crespo, poca información sobre la mujer anciana en el terreno de la política, economía y ciencia, pero su papel no tuvo el protagonismo justo a lo largo de la historia.
Dependiendo de las culturas, de lo político, demográfico, artístico, estético, ético o religioso, el papel y valor de los viejos ha sido interpretado de manera permanente. Su protagonismo ha tenido altibajos y en la actualidad son los jóvenes quienes asumieron esta condición, en casi todos los ámbitos.
¿Cuál será el futuro de los viejos? La pregunta tiene más interrogantes que certezas, no obstante, en todo el mundo sucede un fenómeno irreversible que seguramente determinará un nuevo tipo de relación: el envejecimiento poblacional.
En Europa, la región más ‘vieja’, este proceso inició hace más de un siglo, mientras que en Latinoamérica comenzó en la década de los 60 y se estima que evolucione aceleradamente hasta llegar a un estado avanzado en dos o tres décadas más.
El envejecimiento de la población es un logro de la humanidad. El número de personas con 60 años o más en todo el mundo se ha duplicado desde 1980 y se prevé que alcance los 2.000 millones a 2050.
En la actualidad, el nuevo papel de los adultos mayores se redefine dentro de la sociedad. Con menos o más avances, en el caso de los países de Latinoamérica, los viejos han asumido los nuevos desafíos de un envejecimiento activo, saludable, pero como actores sociales con participación y derechos. Aquí surge otra interrogante: ¿Los Estados están preparados para responder a las demandas de las sociedades en proceso de envejecimiento?
Fuente: El Telégrafo/Palabra Mayor - 26/7/2014.
http://www.telegrafo.com.ec/palabra-mayor/item/la-vejez-una-mirada-a-traves-del-tiempo.html