8 de marzo de 2013.
Al celebrar el Día Internacional de la Mujer, debemos mirar hacia atrás, hacia el año que acaba de terminar, en que se cometieron atroces crímenes de violencia contra las mujeres y las niñas, y preguntarnos cómo hacer para asegurar un futuro mejor.
Una joven fue víctima de una violación en grupo. Otra se suicidó para evitar sufrir una vergüenza que deberían haber sufrido los autores de la violación. Jóvenes adolescentes fueron muertas de disparos de armas de fuego efectuados a corta distancia por tener la osadía de pretender recibir educación.
Estas atrocidades, que con justicia desencadenaron indignación a nivel mundial, son parte de un problema mucho mayor que se encuentra generalizado prácticamente en todas las sociedades y que se da en cada ámbito de la vida.
Miren a su alrededor, a las mujeres que tienen cerca. Piensen en las mujeres de sus familias y comunidades que ustedes aprecian, y entiendan que existe una probabilidad estadística de que muchas de ellas hayan sido víctimas de violencia en su vida. Muchas más han consolado a una hermana o amiga y compartido su dolor y enojo tras haber sufrido una agresión.
Este año, en el Día Internacional de la Mujer, traducimos nuestra indignación en medidas concretas. Declaramos que juzgaremos los crímenes que se cometan contra las mujeres —y que nunca permitiremos que sean castigadas por los abusos que han sufrido. Renovamos nuestro compromiso de luchar contra esta amenaza mundial a la salud donde quiera que aceche, en hogares y empresas, en zonas de guerra y plácidos países, y en las mentes de las personas que permiten que la violencia continúe.
También hacemos una promesa especial a las mujeres que se encuentran en situaciones de conflicto, en que la violencia sexual se convierte con demasiada frecuencia en un instrumento de guerra orientado a humillar al enemigo destruyendo su dignidad.
A esas mujeres decimos: las Naciones Unidas están con ustedes. Como Secretario General, insisto en que el bienestar de todas las víctimas de la violencia sexual que se produce durante un conflicto debe ser uno de los principales objetivos de nuestras actividades, y doy la instrucción a mis asesores de más alto rango de que den a las medidas que se adopten para luchar contra la violencia sexual un lugar prioritario entre todas nuestras actividades de fomento, mantenimiento y consolidación de la paz.
El sistema de las Naciones Unidas está avanzando en nuestra campaña «Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres», que se basa en la simple aunque sólida premisa de que todas las mujeres y niñas tienen el derecho humano fundamental de vivir sin violencia.
Esta semana en Nueva York, en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, el mundo está celebrando la asamblea de las Naciones Unidas de mayor envergadura que se haya realizado jamás para poner fin a la violencia contra las mujeres. Aprovecharemos al máximo esta reunión, y seguiremos insistiendo en que se logren avances hasta mucho después de que haya concluido.
Agradezco a los numerosos gobiernos, grupos y personas que han contribuido a esta campaña e insto a todos a unirse a nuestro esfuerzo. Sea que donen sus fondos para una causa o presten su voz para clamar con indignación, ustedes pueden ser parte de nuestro esfuerzo mundial para poner fin a esta injusticia y proporcionar a las mujeres y las niñas la seguridad y libertad que merecen.