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Ecuador. Relegados al pasado, sin presente ni futuro

Miércoles, 05 de Diciembre de 2012
Políticas y Derechos

Por Kléver Paredes Barrera

Parte de la esencia de la cultura es el ser y hacer, cómo un pueblo construye una identidad propia. Construcción social y dialéctica que no es un accidente fortuito sino el factor clave de estructuración del ser humano y de las relaciones con los demás.

Viene al caso esta reflexión sobre cultura para entender la compleja realidad que viven las personas adultas mayores del Ecuador y -sobre todo- para propiciar un cambio, desde nuestra propia vivencia, hacia una sociedad incluyente y en donde el buen vivir sea para todas las edades.

Partamos desde un ejemplo cotidiano, en cualquier ciudad y a cualquier hora. Un bus de línea urbana no se detiene cuando el conductor se percata de que los pasajeros son adultos mayores o niños. La razón: ellos pagan medio pasaje. Seguramente los padres del chofer son adultos mayores, él también llegará a serlo, al igual que los indiferentes pasajeros. Nos quedamos con el “así es, ¿qué se puede hacer?”.

Otro ejemplo, a propósito de las fiestas de Quito, para los medios de comunicación ha sido noticia, además del infaltable cumpleañero de 100 años, la elección de la reina de los adultos mayores. Contrariamente, el resto del año las/los adultos mayores pasan desapercibidos.

Uno más, en la Asamblea Nacional se sigue a la espera del debate de las reformas a la Ley del Anciano que, de aprobarse, se llamará Ley Orgánica de Protección de las Personas Adultas Mayores. No he mirado ni escuchado defender a las/los adultos mayores, con la misma vehemencia que lo hacen en otros temas, a los integrantes de la Comisión de los Derechos Colectivos Comunitarios y la Interculturalidad, a cargo de impulsar los cambios: Lourdes Tibán, Luis Morales, Galo Lara, Marco Murillo, César Rodríguez, Cynthia Viteri, Francisco Cisneros y Cléver Jiménez.

Un último ejemplo. He leído que la Defensoría del Pueblo retirará las vallas y anuncios que contengan mensajes discriminatorios. Por favor, incluyan la publicidad del Consejo de la Judicatura, entidad encargada de la justicia y transparencia, que publicita su cambio de imagen. En uno de los testimonios de las personas entrevistadas se resalta que ahora trabajan jóvenes, una forma sutil de fortalecer el prejuicio “viejo” es igual a ineficiente, improductivo, caduco, pasado... La misma mirada excluyente con que la publicidad determina los prototipos de belleza como exclusiva de la juventud.

Cabe entonces preguntarse: ¿qué tipo de sociedad estamos construyendo? Si los “viejos” son el pasado, ¿cuándo tendrán el derecho a decir que también son el presente de una sociedad que los respeta y dignifica?

Fuente: Palabra Mayor – 30/11/2012
http://www.palabramayor.ec/