Seguimos una iniciativa que da trabajo a personas de la tercera edad en Santiago y nos encontramos con una sorprendente trama de abuso ante la necesidad y de olvido. Conozca la historia, sus implicancias y cómo terminó todo.
Por Pilar Huilcaleo
Terra – Chile. 31/8/2009.
SANTIAGO, agosto.- Reporteábamos la oportunidad que se estaba dando a los adultos mayores de trabajar, cuando fuimos invitados por la Municipalidad de La Florida a ver un proyecto que les enorgullecía: los abuelos empacadores. Un programa que ya contaba con cuatro años y que había abierto puertas para que otras empresas se interesaran y contemplaran a la tercera edad, realmente necesitada, como posibles empleados. Así llegamos al Supermercado Unimarc del paradero 18 de Vicuña Mackenna.
Allí conocimos a María Eugenia, quien se nos acercó con un rostro alegre, entusiasta. Nos contó que tiene 62 años y que vivió casi la mitad de su vida de asesora puertas adentro, el resto del tiempo fue madre y esposa. Hoy, con los hijos mayores, abandonada por su pareja y sin pensión alguna, porque jamás le impusieron, ‘Yo no sabía de esas cosas, señorita’ nos dice avergonzada, se ocupa como empacadora.
La mujer está desde abril trabajando ‘Aquí ganamos cerca de 5 mil pesos diarios, dependiendo del día’ nos cuenta. Asegura que en su condición, percibe 50 mil pesos de ayuda más lo que sus hijos pueden entregarle, es un alivio para ella contar con ese dinero. Sin embargo, las cosas en el último tiempo no son iguales.
‘Acá cambiaron la administración, llegaron jóvenes universitarios a trabajar y ahora tenemos que pagar 700 pesos diarios para seguir embolsando, sólo por estar aquí. Nos querían reducir el trabajo a cuatro horas no más y además nos están cobrando por un uniforme 10 mil pesos’ comenta afligida, la mujer. Para Eugenia, tan sólo el uniforme son dos días de trabajo y quizá dos días sin almuerzo.
Mientras esta conversación fluye, el supervisor de empaques y parte de la empresa Hiperservice, Carlos de la Paz se acercó a pedir explicaciones. Según el joven, María Eugenia debía seguir trabajando y no ser interrumpida ni fotografiada. El joven consideraba que el consentimiento previo de Unimarc, de la Municipalidad y de la misma entrevistada no eran suficientes. La abuela volvió a su puesto, menos sonriente y mirando de soslayo.
Ante la denuncia de la mujer y las exigencias del supervisor de empacadores, el administrador del Supermercado, Juan Ibarra, reconoció desconocer el tema. Recién había llegado al lugar y sólo conocía que el embolse de mercadería estaba ‘licitado’ a una empresa externa.
Fue inevitable preguntarse ¿Es legal que le cobren a alguien por pedir dinero por un servicio informal? ¿Quién cuida la integridad de los abuelos ante esto? ¿Cómo es posible que se les exija horario y atención exclusiva si no existe contrato alguno y ninguna protección o dinero asegurado de por medio? ¿Existirían acuerdos vigentes y monitoreo?
Qué dice la Municipalidad
La iniciativa de los abuelos comenzó el 2005 y partió como un piloto para ayudar al grupo cada vez mayor de abuelos que teniendo graves problemas económicos, no ‘calificaba’ para ayuda social de la antigua ficha CAS y que necesitaban urgentemente ganar algo de dinero para subsistir de mejor manera.
‘Hicimos un acuerdo con la administración de Unimarc del paradero 14, que firmaron oficialmente la empresa y el Alcalde, pero que caducó en diciembre de ese año’ explica Patricia Proharam, asistente social y directora del Programa Adulto Mayor de la Municipalidad de la Florida.
¿De qué se trataba el acuerdo? La Municipalidad proveería de adultos mayores necesitados de trabajo a la empresa, la que a su vez y como un aporte social, les dejaba embolsar para que ellos ganaran dinero. No hay ningún contrato clásico y a los horarios se llegaba por acuerdos pactados.
Sin embargo, Proharam reconoce que desde esa época hasta hoy no existe contrato formal ‘Después, aún cuando nunca renovamos explícitamente, seguimos insertando cada vez que era posible, adultos mayores para trabajar allí’ detalla.
El principio del acuerdo fue fructífero. Ese año, todas las cajas del supermercado tenían a adultos mayores como empacadores, había un promedio de 60 adultos mayores en este oficio. En la Florida existen cerca de 36 mil adultos mayores y de ellos un número importante es de escasos recursos, por lo que este acuerdo hizo que muchos se entusiasmaran.
Así pasaron los años. El flujo de personas era bilateral, es decir, o la Municipalidad ofrecía interesados o el supermercado pedía gente. Surgieron algunas dificultades, pero se fueron limando por el camino, y que tenían que ver con que algunos adultos son poco flexibles a la hora de afrontar un oficio.
‘Muchas veces reclamaban porque los mandaban a buscar más bolsas, porque ellos decían que estaban ahí sólo para embalar’ recuerda la asistente social. Sin embargo, la gente de la tercera edad aportaba con prolijidad, puntualidad y compromiso.
¿Qué pasaba con su protección social? Lamentablemente, y aunque su edad puede hacerlos más proclives a algún tipo de accidente, no cuentan con ningún tipo de protección de salud. ‘Es un tema súper delicado, pero no existe ningún tipo de seguro especial. Ellos, en todo caso, no hacen esfuerzo físico y sus horarios son limitados’ reconoce la asistente social.
Asimismo, Patricia acepta que no se ha hecho un seguimiento exhaustivo desde la Municipalidad. ‘Un área del trabajo nuestro es el mejoramiento de la calidad de vida y dentro de eso hay un espacio pequeño para la reinserción. Pero nosotros no nos dedicamos a eso. Cada vez que existe una posibilidad de abrir un espacio, lo aprovechamos, pero no tenemos gente dedicada a eso. No existe un monitoreo con regularidad. Sabemos de la gente, porque ellos vuelven a los Clubes de la Municipalidad. En este caso, como no nos había llegado un reporte por esta vía, no nos habíamos dado cuenta, ahí también asumimos que no fuimos oportunos en estar atentos a lo que pasaba’.
¿Qué responsabilidad le cabe al supermercado? La asistente social también declara que ‘Los cambios de administración han influido en que a veces no se mantenga este compromiso social y los vayan dejando fuera. Hoy como no hay un acuerdo formal, la voluntad del administrador es el que determina la continuidad del adulto mayor’.
El reconocimiento de la falla hace que la profesional se comprometa con un cambio efectivo ‘Veremos qué esta pasando con los administradores actuales, ver si hay compromiso y gestionar cuanto antes un acuerdo formal entre la empresa y el Municipio’ afirmó.
Qué dice el Supermercado y el licitador
Si bien la labor de empaque tiene estipulaciones precisas para menores de edad, la normativa laboral vigente no contempla protección para este grupo etáreo, seguramente siguiendo el principio de que un adulto mayor está más cerca de la jubilación que de la reinserción laboral.
Si un jubilado quiere seguir trabajando está en todo su derecho, de hecho podría seguir cotizando, en la eventualidad que no tenga beneficios sociales vigentes. Pero estas condiciones que se les estaban dando a los abuelos del Unimarc, son claramente un abuso que está cerca de la ilegalidad, porque evidentemente una labor que no cuenta con contrato, ni protección social puede exigir a su vez horario, ni menos paga obligatoria.
Pero ¿Dónde está el compromiso de la empresa? Juan Ibarra, administrador del local explica que el espacio está licitado a la empresa Hiperservice, encabezada por Mauricio Opazo y que trabaja mayormente con jóvenes universitarios, pero que cuando habían llegado al local habían pedido expresamente que los abuelos se mantuvieran ahí, pero nadie había monitoreado en qué condiciones.
El trato es que la empresa les cede el espacio para ser explotado a cambio de que provean de empaquetadores de buen talante, puntuales y eficientes. No hay dinero entre ellos. Donde comienza a ganar el licitador es en el dinero que le exige a cada joven y abuelo por su sola presencia en el lugar.
Opazo explica que el dinero ‘Se ocupa para mantener un complejo sistema computacional que ayuda a que los jóvenes puedan ver por Internet sus turnos y todo eso. Con esa plata se paga el Internet y todo eso’. Según el concesionario, paga un seguro por cada empaquetador, que en caso de siniestro, beneficiaría a un tercero que cada trabajador ha identificado.
Final ¿Feliz?
Luego de llamar a comunicaciones de Unimarc y hacer las gestiones necesarias, los abuelos del 18 de Vicuña Mackenna pareciera que fueron protegidos. Según todos los involucrados, se corrigió el terrible error que durante meses sucedió ante ellos.
Sin embargo, el tema es mucho más profundo aún y quedan muchas más preguntas por responder ¿Es digno que abuelos con profundas necesidades económicas deban padecer de esta forma? Lo cierto es que todos, en mayor o menor medida somos responsables de esta vergonzosa realidad.
Según cifras proyectivas el 2020 en Chile habrá 3 millones de adultos mayores y nuestra esperanza de vida se alargará hasta los 80 años ¿En qué condiciones vivirá una parte importante de la población? Seguramente los supermercados no darán a vasto con la cantidad de abuelitos que necesiten empacar sus bolsas.
Terra 31/8/2009.
http://www.terra.cl/zonamujer/index.cfm?id_reg=1249233&id_cat=2007