Informaciones

Editorial RLG N° 115 de Agosto 2009

Sábado, 01 de Agosto de 2009
Editoriales RLG

A propósito de retos del envejecimiento en perspectiva de género

Es innegable que especialmente en los últimos diez años, el tema del envejecimiento ha cobrado mayor visibilidad en América Latina, lo que se refleja en mayor investigación e implementación de programas. Sin embargo los grandes desafíos que representa el envejecimiento en materia de políticas públicas, siguen estando, en lo fundamental, pendientes: seguridad social, educación, salud y cuidado, son ámbitos que requieren de políticas y medidas con enfoque de derecho y perspectiva de género.

Si por ejemplo, vemos los requerimientos en el campo de la salud, en perspectiva de género, se observa que la situación de las mujeres adultas mayores suele no ser tenida debidamente en cuenta en la formulación de políticas y programas de salud. En parte esto puede atribuirse a que dichas políticas generalmente se refieren a las etapas del ciclo reproductivo y, además, a que con frecuencia, por desconocimiento del tema y pese al cada vez mayor envejecimiento poblacional, pervive la influencia de percepciones deficitarias acerca de la vejez. La combinación de estos dos hechos genera vacíos y exclusiones en materia de políticas, con graves consecuencias para el bienestar y la calidad de vida de las mujeres en la vejez.

Lo anterior se refleja, entre otras cosas, en que la detección y la prevención de enfermedades tales como el cáncer cérvicouterino, en la mayoría de los países de América Latina, estén vinculadas con programas de planificación familiar y atención prenatal. Con tal medida y por definición, se excluye a las mujeres adultas mayores. En tal caso los prejuicios y los estereotipos, más que los conocimientos científicos, guían decisiones políticas que contribuyen a establecer medidas discriminatorias que contribuyen en alto grado a poner en riesgo y a disminuir la calidad de vida de las mujeres en la vejez.

Además, sucede con frecuencia, que los profesionales de la salud desatienden especificidades relacionadas con el envejecimiento y la vejez de modo que su interacción profesional con personas adultas mayores suele guiarse, más que por conocimientos basados en la investigación y la evidencia, por visiones estereotipadas y homogenizantes –desconociendo que la población vieja es la más heterogénea que existe-.

Para las mujeres viejas resulta más difícil, que para los hombres, reclamar por sus derechos, puesto que están en mayor desventaja: menor educación formal, menores ingresos y el peso de los efectos de una sociedad ordenada en función de una división sexual del trabajo que confina a las mujeres viejas al mundo de la familia, todo lo cual lesiona su autoestima y las posibilidades de defender por sí mismas sus derechos.

No basta, entonces, garantizar el acceso a servicios; es imprescindible que tanto quienes diseñan las políticas y los programas, como los profesionales que las llevan a cabo, así como las propias personas viejas y la población en general, tengan en cuenta que no existe forma de vivir que no sea envejeciendo y que es urgente, en consecuencia, que nos liberemos de creencias y percepciones deficitarias acerca del envejecimiento y de la vejez. Solamente así será posible garantizar el derecho a servicios y atención del más alto nivel, de modo que a mujeres y hombres de todas las generaciones podamos envejecer y vivir la vejez con calidad y satisfacción.

Ximena Romero – Coordinadora RLG
Christel Wasiek – Asesora RLG

1 de Agosto de 2009.