El maltrato y la violencia constituyen una de las caras del irrespeto a los derechos de las personas viejas. Con frecuencia prevalece la idea de que el maltrato, la negligencia y, en general, diversas formas de violencia hacia las personas adultas mayores, son hechos que se dan solamente en el ámbito de las familias.
Reconociendo que en el entorno del hogar ocurren múltiples formas de maltrato físico, psicológico y social, así como de descuido y abandono, esta dimensión no se puede enfatizar para ocultar o desmerecer otras formas de maltrato y violencia hacia la vejez que poseen carácter estructural: maltratos, abusos y negligencias consistentes en acciones y omisiones por parte de estructuras sociales extrafamiliares, como son instituciones estatales y gubernamentales, así como no gubernamentales. Violencias que se evidencian en políticas, planes y programas que privilegian el asistencialismo sobre el respeto a los derechos y en la ausencia de aseguramiento de recursos primordiales para la vida: educación, salud, seguridad social, trabajo, protección, esparcimiento. Todos ellos consagrados como derechos durante la vida de todas las personas, incluyendo, obviamente, la vejez.
El propio mal trato que existe a nivel doméstico, indiscutiblemente tiene sólidos fundamentos en estructuras sociales injustas e inequitativas; convive y se nutre de visiones deficitarias acerca de la vejez y de las personas viejas, confinando al ámbito privado asuntos, como el sistema de cuidados, que los Estados deben garantizar por medio de políticas públicas coherente con el cada vez mayor y más rápido envejecimiento demográfico de nuestros países.
El desafío desde la sociedad civil es contribuir a generar conciencia social y política (darnos cuenta como personas, sociedades y Estados) de las múltiples formas de maltrato, violencia, abuso y negligencia hacia las personas adultas mayores. En tal sentido, el Día Internacional de la toma de conciencia sobre el abuso y maltrato en la vejez, promovida inicialmente por la Red Internacional de Prevención del Abuso y Maltrato en la Vejez (INPEA), que se celebra el 15 de junio, ha representado una oportunidad para avanzar en tal dirección. Progresivamente las organizaciones no gubernamentales han ejercido un papel cada vez más activo en la visibilización del maltrato y la violencia hacia las personas viejas, así como del irrespeto a sus derechos fundamentales. Diversas entidades de la sociedad civil realizan una labor fundamental, llamando la atención de sociedades y países acerca de temas prioritarios en el mundo actual, así como exhortando a los Estados y gobiernos para que desarrollen acciones al respecto, antes de que sea demasiado tarde. Se reafirma así, la función pionera que muchas veces juegan las organizaciones no gubernamentales, en cuanto a asumir iniciativa sobre temas fundamentales de la sociedad.
En tal sentido se orienta la unión de voluntades y esfuerzos para establecer una Convención Internacional que defienda los derechos de las personas viejas. En esta tarea crucial estamos comprometidas diversas organizaciones de la sociedad civil en el mundo entero y particularmente en América Latina. Si bien la puesta en marcha de dicha Convención no constituye una medida que, como por obra de magia, acabe con las violencias y negligencias y logre el respeto de los derechos humanos de mujeres y hombres en la vejez, su consecución sí representa un salto cualitativo en el camino de la humanización. El establecimiento de una Convención Internacional en defensa de los Derechos de las personas viejas, con un texto jurídicamente vinculante, confiere legitimidad a la obligación de respetar y proteger los derechos humanos en la vejez de las generaciones presentes y futuras.
Ximena Romero – Coordinadora RLG
Christel Wasiek – Asesora de la RLG
1 de Julio de 2009.