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Hacia otro modelo residencial

Lunes, 14 de Septiembre de 2009
Políticas y Derechos

El Plan de Acción de Madrid es enfático en señalar la exigencia de la participación de las personas adultas mayores en la definición de las políticas sobre envejecimiento. Este artículo es una invitación a reflexionar y debatir sobre la adopción de medidas que se adoptan en nuestros países, para hacer frente al aumento de la longevidad humana, sin tomar debidamente en cuenta a las personas a quienes están dirigidas u orientadas dichas políticas.
Coordinadora RLG.

Un grupo estatal integrado por una veintena de expertos y expertas de diferentes profesiones, comunidades autónomas y procedencias (sector público y privado) constituido desde finales del 2008 a propuesta del IMSERSO, tiene como cometido analizar el actual modelo de residencias para la atención de las personas mayores en España y elaborar un documento que siente las bases de la calidad de un nuevo enfoque para los alojamientos de las personas mayores que por su situación de dependencia ya no puedan seguir viviendo en sus hogares.

El punto de partida es el reconocimiento de que el actual e imperante modelo de residencias en nuestro país no responde a los deseos de las personas ni posibilita un trabajo de mejora de la calidad de vida de las mismas. Las personas mayores y las familias acuden a las residencias cuando no queda más remedio pero son lugares no deseados. Y esta percepción tiene que ver, en gran parte, con cómo hoy en día se siguen construyendo y organizando las residencias en nuestro país: centros de capacidad elevada (es frecuente los centros que albergan 100 o incluso más plazas) que funcionan a modo de instituciones donde las normas, la atención uniforme, la insuficiente privacidad, la organización de la atención centrada en el procedimiento y en las condiciones laborales, priman sobre la atención personalizada, la libertad personal, las costumbres y los deseos de las personas. Levantarse y acostarse a una misma hora (habitualmente pronto), compartir habitación, tener reducida su libertad para hacer lo que uno quiere por falta de personal o por el argumento de su seguridad, son dificultades cotidianas que caracterizan nuestras residencias, independientemente de que cumplan los metros, los servicios básicos de atención o las ratios de profesionales exigidos en las normativas vigentes.

Hay que destacar que el debate de redefinición del modelo residencial hace años que se inició en otros países. Por ese motivo se ha creído necesario tener en cuenta para definir un nuevo modelo de atención residencial, algunas experiencias internacionales y determinar qué particularidades de: Suecia, Dinamarca, Alemania, Francia y Gran Bretaña, pueden ser aplicables y útiles en el contexto español.

En los países nórdicos hace años que ni se construye ni tan siquiera se habla de residencias (en Dinamarca se han prohibido por Ley en el año 1987). El modelo residencial está amortizado por considerarse que no resulta adecuado para atender a las personas mayores favoreciendo su calidad de vida. La apuesta en estos países para las personas mayores que necesitan cuidados y tienen que dejar su hogar, se dirige hacia lo que se viene denominando alojamientos con apoyos (apartamentos con servicios o pequeñas unidades de convivencia para las personas con deterioro cognitivo) donde además de prestar cuidados y servicios de atención personal se garantiza la privacidad, la independencia, y el que la persona, independientemente de su grado de deterioro, pueda seguir con sus costumbres, con su ritmo de vida, cumpliendo sus deseos, y en la medida de sus capacidades, ejerciendo el control de su propia vida.

Este grupo de expertos se vienen reuniendo y trabajando en red, con el objetivo de sentar las bases de un modelo de calidad en los centros de alojamiento para personas mayores de modo que éstos estén orientados realmente a las personas que en ellos viven. Alternativas de alojamiento donde la privacidad, la elección sobre cuestiones básicas de la vida diaria (a qué hora me levanto o me acuesto, cómo se me atiende, qué quiero hacer hoy, con quién voy a estar o no estar…) y la flexibilidad sean posibles. Lugares de continuidad de vida propia integrados en la comunidad, donde las familias y allegados tengan espacio y papel.

El reto no es sencillo: ofrecer un marco que permita conjugar calidad (pero calidad pensada desde la persona y no desde la organización) con sostenibilidad de los recursos.

Resistencias al cambio existen. Pero que nadie lo dude. Necesitamos mirar a Europa, España más que otros países. Ahora es el momento del tránsito hacia otro modelo residencial. Momento de no conformarnos con lo que ya existe. Pensando en las personas y pensando con las personas.

Gabriel Gallardo
2 de septiembre 2009.