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Gerontología femenina: Comprender la compleja y sutil vida de las mujeres mayores

Jueves, 25 de Octubre de 2007
Género y Envejecimiento

Anna Freixas Farré
M y S Nº 17.

Vivimos en un mundo en el que las mujeres constituyen el grueso de la población mayor y para las que envejecer en nuestra sociedad androcéntrica plantea retos que conviene tener en cuenta cuando tratamos de comprender su vida, su salud y su bienestar.

La gerontología feminista tiene como objetivo desvelar el carácter socialmente construido de los significados y valores que rodean la vida de las mujeres mayores, analizar las normas culturales que limitan su vida durante la vejez, examinar detenidamente los antecedentes y las condiciones de la desigualdad en función de la diferencia sexual e informar sobre sus consecuencias tanto en el desarrollo de las personas como en la construcción del conocimiento.

La investigación acerca de la vejez y el envejecimiento está constreñida por numerosos estereotipos. Estas potentes imágenes culturales negativas limitan los diseños de investigación e impiden la creación de una realidad potenciadora para una población que cada vez es más numerosa y, además, se encuentra progresivamente en una mejor situación física y mental. Vivimos en una sociedad edadista, en la que los estereotipos acerca de las personas mayores limitan la relación y la atención que se presta, así como las posibles intervenciones que pueden verse sesgadas y limitadas por las ideas negativas acerca de la edad, tanto de las personas que cuidan, como de las propias mujeres mayores

Una ideología negativa y prejuiciosa acerca de las mujeres y los hombres mayores prevalece en la mente de muchas de las personas que hacen investigación gerontológica, cuyos prejuicios edadistas circunscriben la investigación. La gerontología feminista ha documentado la experiencia de las mujeres ancianas, promoviendo interpretaciones más positivas acerca del envejecimiento de las mujeres y ha planteado la necesidad de que se estudien y conozcan con mayor detalle las experiencias personales de las mujeres viejas, revisando las lagunas y las inconsistencias que presenta la investigación gerontológica actual, víctima de la 'ideología de la edad'. Se enfatiza la importancia de plantear preguntas 'nuevas' que reten el imaginario esperable y poder llevar a cabo una intervención empoderadora. Para ello es necesario cuestionar nuestras creencias culturales implícitas, poseer una sólida formación gerontológica y feminista que guíe la reflexión y el trabajo y hacer una reflexión crítica de los estereotipos acerca de la vejez

En cuanto a los puntos débiles de las mujeres mayores en nuestra sociedad, debemos tener en cuenta algunos elementos que limitan su posición, como el hecho de que históricamente han dispuesto de pocos recursos económicos y educativos, por lo que en la vejez se encuentran limitadas en este aspecto y en consecuencia carecen de poder político, social, cultural y económico. Otros elementos importantes tienen que ver con su salud, la atención médica poco dedicada y su circunscripción al mundo familiar y de los afectos, de los que, sin embargo, se encuentran excluidas por el doble estándar del envejecimiento que ve con malos ojos que las mujeres mayores tengan relaciones afectivas y sexuales, sufriendo importantes privaciones en el terreno del amor y la sexualidad. Por otra parte son cuidadoras sin contrapartida, nadie las cuida.

Sin embargo, estas mismas mujeres disponen de algunos recursos exclusivos que se convierten en puntos fuertes en su vida de mujeres mayores. Saben crear redes de amistad, vecindad y comunidad, por lo que compensan algunas de las exclusiones de las que son víctimas. Se mantienen activas y curiosas, aspecto de favorece su salud física y mental. Se interesan por la cultura y asisten a cursos, conferencias, cines y actividades que mantienen su mente despierta y en activo. Mantienen vínculos de intimidad, relación y comunicación. Dominan las estrategias de las oprimidas, con lo que compensan algunas de sus carencias, especialmente las económicas y se benefician de la socialización inversa, aprenden de las personas más jóvenes y se mantienen actualizadas. Tratan de mantenerse sanas y saludables, por lo que cuidan su alimentación y hacen ejercicio.

A pesar de que no disponemos de un consenso claro acerca de "de qué hablamos cuando hablamos de investigación feminista", sí podemos afirmar que existen unos principios básicos que se presentan de manera consistente prácticamente en todas las orientaciones teóricas (Akman et al.,2001); (Worell y Etaugh,1994) y que guían los diversos diseños de investigación feminista en ciencias sociales, ofreciendo una coherencia dentro de la pluralidad y riqueza metodológica que la caracteriza y que pueden concretarse en:

El cuestionamiento de la investigación científica tradicional
Las investigadoras feministas han introducido un diálogo que pone en duda los procesos a través de los cuales se ha construido el conocimiento, denunciando que el androcentrismo de la investigación tradicional conlleva claros sesgos que deben ser puestos en cuestión (Worell,1996) y que la ciencia no está libre de valores. El énfasis en la 'neutralidad' del laboratorio ha generado una investigación artificial, descontextualizada y explotadora.

La consideración del género como una categoría esencial de análisis
Supone el reconocimiento de que el género es una construcción social basada en arreglos de poder asimétricos y un proceso que estructura las interacciones sociales que de ninguna manera puede ser obviado por la investigación.

El reconocimiento de las relaciones de poder en el proceso investigador
Ya, en 1983, Unger planteaba la importancia de reconocer la interdependencia existente en todo el proceso de investigación entre la investigadora y las participantes, con el fin de evitar la explotación de éstas y, a la vez, detectar e identificar las relaciones jerárquicas que se pueden producir entre las diferentes personas en el seno del equipo investigador.

El reconocimiento de la validez y la importancia de la experiencia de las mujeres
Lo cual supone atender a las diferentes vidas de las mujeres y reconocer la diversidad de sus experiencias (Stanley,1990), por lo que sus vivencias son tenidas en cuenta e incluidas en el proceso de investigación. Validar la experiencia personal es un objetivo importante y potencialmente transformador con el que se pretende corregir tanto la invisibilidad como la distorsión de la experiencia de las mujeres.

La insistencia en la naturaleza política de la investigación
Y su poder potencial para producir cambios en la vida de las mujeres, propiciando un proceso de concienciación tanto de las investigadoras como de las participantes (Mies,1996). La consideración feminista de la investigación como una política que conlleva un impacto positivo en la vida de las mujeres se completa con el énfasis en los planteamientos éticos de la investigación, tratando de evitar que se produzcan resultados perjudiciales. El objetivo último es siempre contribuir a la transformación de las relaciones de género (Crawford y Kimmel,1999), a través de un cambio social que beneficie a las niñas y a las mujeres.

La atención al uso del lenguaje
La investigación feminista ha reconocido el poder simbólico del lenguaje, su capacidad para 'nombrar', y ha puesto en evidencia que a través de él se construyen las relaciones sociales. El lenguaje es un medio para la negociación social y el instrumento a través del cual se puede dar sentido a la experiencia vivida. La investigación feminista ha identificado y nombrado hechos cotidianos que hasta el momento no tenían nombre, ha promovido un lenguaje inclusivo e iluminado las desigualdades lingüísticas (Worell,1996; Worell y Etaugh,1994).

A partir de ahí nos planteamos la necesidad de iluminar las desigualdades de género que afectan el ser mayor de manera diferencial a hombres y mujeres de manera que desvelemos la construcción social de los valores culturales que limitan la vida de las mujeres mayores. Siendo importante, para la deconstrucción de los estereotipos que rodean el envejecer, poder negar el carácter inevitable de la dependencia, pobreza, enfermedad en la vejez.

Es necesario que las mujeres mayores tengan una mayor visibilidad social y una progresiva participación en el mundo público, de manera que vaya habiendo imágenes de mujeres mayores en situaciones de poder, éxito y reconocimiento social, que se conviertan en modelos para las jóvenes generaciones, cuya vejez se planteará en condiciones ciertamente muy diferentes a las de las generaciones de sus abuelas.

Referencias
• Akman, Donne E.; Toner, Brenda B.; Stuckless, Noreen; Ali, Alisha; Emmott, Shelgah D. y Downie, Fiona P. (2001). Feminist Issues in Research Methodology: The Development of a Cognitive Scale. Feminism & Psychology, 11(2), 209-227.
• Crawford, Mary y Kimmel, Ellen (1999). Promoting Methodological Diversity in Feminist Research. Psychology of Women Quarterly, 23(1), 1-6.
• Mies, M. (1996). Liberating Women, Liberating Knowledge: Reflections on Two Decades of Feminist Action Research. Atlantis, 21(1), 10-24.
• Stanley, L. (Ed.). (1990). Feminist praxis: Research, theory and feminist epistemology in sociology. London: Routledge.
• Worell, Judith (1996). Opening Doors to Feminist Research. Psychology of Women Quarterly, 20(4), 469-485.
• Worell, Judith y Etaugh, Claire (1994). Transforming theory and research with women: Themes and variations. Psychology of Women Quarterly, 18, 433-440.


Anna Freixas Farré
Psicóloga.
Profesora de la Universidad de Córdoba

Fuente: M y S
http://mys.matriz.net/mys17/articulos/art_17_02.html