La vejez desprovista de eufemismos. Contra el estigma de llamarse “viejo”

Jueves, 09 de Agosto de 2007

Canal: Envejecimiento y vejez

Distintos especialistas en gerontología buscan desmitificar el sentido peyorativo que hoy se le otorga a la palabra "viejo" y proponen utilizarla sin sus estigmas habituales. Opinan sobre la paradoja actual de ocultar la vejez en sociedades modernas que buscan la mayor longevidad posible.

diarioHoy
03-8-2007.


Un determinado uso del lenguaje define buena parte de la condición humana. Entre los múltiples mecanismos que posee la lengua cotidiana, el que más parece aflorar en la actualidad es ese efecto universal de decir una cosa por otra, rotulado "eufemismo".

En el caso de "los viejos" es muy evidente. Desde el pretendidamente cariñoso "abuelo" a aquellos que no necesariamente lo son, hasta el condescendiente "anciano", pasando por las frías categorías de "geronte" o "tercera edad", lo sociedad evita hablar de "viejos" porque ella misma ha dotado a tal palabra de un poderoso y pesado estigma.

"Si la niñez produce niños, la adolescencia adolescentes, la adultez adultos, ¿por qué la vejez no puede producir viejos, sino ancianos, gerontes o tercera edad?". El cuestionamiento de Leopoldo Salvarezza, un psicoanalista y psiquiatra de 75 años especializado en Psicogerontología, tiene que ver con el temor reinante en el ser humano "a ser viejo, a esconder, disfrazar y ocultar la vejez", agrega en diálogo con Hoy. Y eso se nota en el lenguaje, por eso propone sin tapujos que se utilice la palabra "viejos".

En 1992, la Asamblea Mundial del Envejecimiento estableció que la vejez comienza a partir de los 60 años, con el propósito de otorgar de cierta uniformidad a las distintas investigaciones que se realizaban al respecto. La socióloga María Julieta Oddone, profesora titular de Sociología de la Vejez en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), también trata de romper con las cargas peyorativas: "Con la vejez hay una imagen de deterioro que yo llamo viejismo: discriminación, subestimación y distintos estigmas con que se concibe a los ancianos. Esto lleva a que se desvalorice todo lo que represente ser viejo, por eso nadie se quiere concebir como tal", asegura a Hoy. Para la investigadora del Conicet "la vejez debe tener un contenido, sobre todo cuando un ser humano vive la mitad de su vida en esta etapa, por eso es absurdo utilizar eufemismos o estigmatizarla".

El censo poblacional de 2001 establece que el 13 por ciento de los argentinos supera los 60 años. "Esta sociedad no le está dando lugar a un grupo etáreo en aumento", asegura Oddone, que terminó el año pasado un estudio pormenorizado sobre el tema, con 1.506 entrevistas que reflejan la situación actual de la vejez en nuestra sociedad. En ese informe da cuenta del crecimiento paulatino de la esperanza de vida. "Cada vez se habla más de centenarios, los países compiten por ver quién logra la mayor longevidad", dice la socióloga y se pregunta: "Si la vejez es un deseo de las sociedades actuales ¿por qué se oculta o desprecia tal condición? Ser viejo también implica propósitos, proyectos, metas y sueños".

Leopoldo Salvarezza es uno de los precursores en Argentina en estudios sobre el tema y ha publicado diversos libros. "La sociedad se debe un desafío: ponerse en la piel del viejo que está por nacer. Hay que pensar la vejez desde uno mismo y no desde los otros, entendiendo que a uno le va a tocar sí o sí y enfrentarla sin temor", señala el especialista. El pedido es, sobre todo, para los jóvenes: "Todos son viejos en potencia y si la juventud sigue tratando con ese desprecio a los viejos, cuando lleguen a esa edad se va a generar una especie de autoprofecía cumplida y ellos mismos se van a ver seniles, asexuados e inútiles".

Tanto Oddone como Salvarezza coinciden en la inutilidad de gastar esfuerzos por detener una etapa inevitable en el desarrollo del hombre. Llegar a viejo debería ser un placer y asumir tal condición se convierte en un primer paso muy necesario.