Unión y longevidad: Un dúo saludable

Lunes, 23 de Julio de 2007

Canal: Recortes de prensa

El Boletín Informativo del Envejecimiento Positivo
http://www.healthandage.com
noviembre - diciembre 2006 Número 28

Por Kenneth y Mary Gergen

Acabamos de enfatizar la significación de consolidar relaciones para gozar de un envejecimiento positivo. La investigación reciente agrega una ayuda muy sólida a esta posición, y amplía sus implicaciones de manera importante. Estos psicólogos creen que la gente requiere interacción social a fin de desarrollarse normalmente. Las personas necesitan tener contacto con los demás y nutrirse de ese contacto para sobrevivir y prosperar. Los sentimientos de la conexión social, o la carencia de ella (la soledad) pueden ser consideradas de tres maneras: 1) conexiones íntimas, 2) conexiones relacionales de la amistad y los grupos, y 3) conexiones colectivas, lo que significa pertenecer a una comunidad, a un club, a un grupo social o a una vecindad. La autoestima de un individuo y el sentido del propósito de su vida dependen de manera importante en cómo uno se relaciona estrechamente con los demás. Comúnmente, la infelicidad está provocada por el rechazo social o la disolución de los lazos sociales. En apoyo de este punto de vista existen datos en el Chicago Health, Aging, and Social Relations Study (Estudio realizado en Chicago acerca de la salud, el envejecimiento y las relaciones sociales). La investigación fue comenzada en 2002 con 230 habitantes de Chicago de habla inglesa, con edades entre los 50 y los 67 años, de orígenes afroamericanos, hispánicos y caucásicos. Los numerosos informes que se produjeron de la investigación mostraron de varias maneras que la vida social afecta al bienestar y a la salud. La mayoría de los estudios implicaron la determinación de los indicadores biológicos de la muestra, junto con medidas de cómo estaban conectados socialmente. Por ejemplo, las personas con lazos sociales tenían propensión a una tensión arterial menor y a una mejor calidad del sueño que la gente solitaria. Aunque no había diferencias entre los solitarios y la gente conectada en términos de horas de sueño, las personas solitarias dormían mal, y sus cuerpos no tenían las mismas oportunidades de recobrarse que los de los más sociables.

Los investigadores descubrieron que en cierto modo las personas solitarias atraen sus sinos sobre ellas mismas. La gente solitaria tiende más a interpretar su mundo, incluyendo el comportamiento de los demás, como amenazante o punitivo. De esta forma, tienen más probabilidades de ser socialmente ansiosos, de esperar que los demás les traten de mala manera, y así mantenerse en guardia cuando están en compañía (esta actitud defensiva reduce su chance de establecer buenas conexiones con los demás). Las personas conectadas socialmente tienen también más probabilidades de buscar activamente el auxilio y de ayudar a su vez a los demás cuando se enfrentan con desafíos. Están menos propensas a intentar hacerlo en forma individual.

De manera interesante, la vida en la vecindad también diferenció las auto-clasificaciones de la gente en cuanto a su salud. Sin importar la edad y el género, si uno vivía en una vecindad pobre (nivel determinado por los ingresos y los niveles de enseñanza), los auto-reportes sobre la salud estaban afectados negativamente. Sin embargo, el impacto de la vecindad también dependía de cómo la gente se sentía en ella. Si alguien se sentía cómodo e integrado con su derredor, esa persona tendía a sentirse más fuerte, sin importar lo pobre que fuera su área en términos económicos.

Si hay un mensaje proveniente de esta investigación es que la gente necesita a la gente, como dice la canción, y que no obstante que la conectividad social se puede facilitar, ella es una ventaja para aquellos que se incluyen. Estos psicólogos creen que por la noción de que para ser una persona sana uno debe ser un individuo independiente y autónomo, se clasifica sobreelevadamente. Los seres humanos se han desarrollado para ser seres sociales, que prosperan por estar profundamente conectados el uno con el otro. Deberíamos sentir quizá una cierta simpatía por el pobre Sr. Scrooge (N.del T.: se refiere al avaro protagonista de Un Cuento de Navidad, de C.Dickens, interpretado en el cine por Michael Caine, que encarnaba la maldición de Sísifo, mitológico rey y fundador de Corinto condenado al castigo eterno por sus maldades)

De: Sociality, Spirituality, and Meaning Making: Chicago Health, Aging and Social Relations Study (La sociabilidad, la espiritualidad, y la construcción del significado: un estudio realizado en Chicago acerca de la salud, el envejecimiento y las relaciones sociales), por John T. Cacioppo, Louise C. Hawkley, Edith M. Rickett, y Christopher M. Masi, Review of General Psychology (Revista de psicología general), 2005, 9, 143-155.