Organización y Participación de las Personas Mayores: Un desafío necesario en América Latina y El Caribe.(1)

Sábado, 14 de Febrero de 2004

Canal: Envejecimiento y vejez

Este artículo fue autorizado por su autor para ser publicado en la revista "Alternativen" de "MISEREOR", obra episcopal alemán para la cooperación internacional.  La revista se dirige a adultos mayores en Alemania que busquen "alternativas" para su vida como mayores. Por la relevancia que tiene el tema que trata el artículo lo publicamos en la RLG.Agradecemos al Sr. Lucio Díaz Dumenez.(Publicado por la RLG el 27-1-2003)

Lucio Díaz Dumenez. Secretario Regional de Coordinación Red TIEMPOS

El envejecimiento de la población en América Latina es un proceso generalizado. En todos los países de la Región, la proyección de población de 60 ó más años presenta un incremento sustancial, pasando de un 8% en el año 2000 a 14.1% en 2025, y a 22.6% para el 2050. Este porcentaje también será mayor en las mujeres que en los hombres, particularmente en el área urbana.

En nuestros países, los posibles impactos negativos del envejecimiento demográfico no se relacionan sólo con su faceta cuantitativa sino también con el escenario social, político, económico y cultural en que este proceso está teniendo lugar, que se caracteriza por una alta incidencia de la pobreza, una persistente y aguda inequidad social, una baja cobertura de la seguridad social y una probable tendencia hacia el deterioro de las estructuras familiares de apoyo a los adultos mayores.

Respecto a la pobreza, se estima que la proporción de población en esta condición es de 44%, y esta cifra es superior al 70% en países como Honduras y Nicaragua (CEPAL, 2000b), a lo anterior debemos agregar que América Latina tiene la peor distribución de ingresos del mundo y no hay indicios de que pueda mejorar esta situación en el corto plazo.

La globalización de la economía bajo el predominio de la ideología neo liberal, cuyo fin es el lucro máximo, ha creado una enorme lucha desigual en las condiciones de vida en nuestros países en desarrollo. Las implicancias económicas y sociales de este proceso inciden negativamente en la población general y, más aún, en la población adulta mayor cuyas condiciones de vida se hacen inaceptables debido a la pobreza y vulnerabilidad que día a día se acrecienta. Ante esta realidad, los gobiernos han adquirido el compromiso de reducir la extrema pobreza en plazos que internacionalmente se han fijado, por ser éste uno de los más graves problemas que afectan a la Región y porque ello atenta contra la dignidad humana y menoscaba los derechos humanos.

La familia latinoamericana sigue siendo la principal entidad responsable del cuidado de sus mayores, básicamente a causa de la carencia de ingresos y a la insuficiencia de apoyo de los sistemas macrosociales, falta de una tradición institucional y comunitaria de su cuidado

Del desafío de mejorar la calidad de vida de las personas mayores, surge también la necesidad de generar conocimiento que oriente las acciones en el actual y futuro escenario. Las dudas que van apareciendo en este recorrido, exigen ser aclaradas mediante la investigación y análisis. Si pretendemos que nuestras experiencias no se queden en la anécdota, debemos desarrollar mecanismos que permitan sistematizarlas. Si queremos que nuestras acciones sean pertinentes, eficientes, eficaces y proyectarlas, debemos crear sistemas de monitoreo y estudios que así las avalen.

Es normal que entre el Estado y la sociedad civil se generen frecuentes contradicciones y situaciones de conflicto. Ante tal escenario de conflictividad surge la necesidad de crear un Estado inteligente, que persiga la equidad, la calidad, eficiencia y eficacia. En tal sentido, es inminente rehacer y reforzar las funciones del Estado, cuya reconstrucción ha de enraizarse en la sociedad civil. Para ello, se requiere identificar y fortalecer las redes sociales que construye la sociedad civil a través de la organización social. Por consiguiente, el Estado debe descubrir y reconocer las redes sociales existentes y/o fortalecer a aquellas en etapa incipiente.

En el caso particular de las personas mayores, el Estado debe garantizar la cobertura de dos necesidades básicas: el derecho al ingreso mínimo y a la salud. Y debe estar atento al real ejercicio de los derechos ciudadanos, entre los cuales la participación social y organizaciones de mayores juegan un rol central.

Hoy, el desafío se orienta al reconocimiento de la persona mayor como sujeto de derecho, el cual tenga un papel importante en el ámbito familiar y comunal, y participe de los procesos sociopolíticos, culturales y laborales de la sociedad civil, considerando las diferencias étnicas y de género; basta recordar el fenómeno de "femenización de la pobreza" que está viviendo la Región y la histórica exclusión de las mal denominadas "minorías étnicas".

En resumen, el reto actual es fortalecer los procesos de organización de los adultos mayores, la promoción de la autonomía, la participación social, la seguridad social, equidad y defensa de sus derechos.

Para enfrentar las condiciones adversas que ha generado la globalización de la economías en nuestros países latinoamericanos y caribeños, se requiere un cambio social. La aspiración se dirige a un tipo de sociedad más humana, que implica incentivar y promover la solidaridad entre las personas y los pueblos, y generar la capacidad de articular una nueva perspectiva con visión de futuro de las organizaciones de adultos mayores.

Desde esta perspectiva se enfatiza la necesidad de fortalecer la unidad de los adultos mayores en la Región, mediante la construcción de un movimiento social, a modo de conseguir la ampliación de un espacio con representación política y una efectiva socialización a nivel nacional y regional. Establecer la unidad latinoamericana y caribeña de las organizaciones de la tercera edad, permitirá un proceso de comprensión y tratamiento táctico de los problemas que nos aquejan para superarlos.

Este punto de vista implica un proceso de lucha del movimiento de los adultos mayores como parte de la sociedad civil que busca ser parte activa del desarrollo y que ha de centrar el proceso del envejecimiento, en el rescate y aprovechamiento de su experiencia, disponibilidad de tiempo y un mayor conocimiento de su realidad para contribuir al fortalecimiento de la democracia participativa.

Las experiencias de asociatividad en la Región indican que las personas mayores no sólo están preocupadas del tema de sus ingresos, sino también de otros aspectos que. Por este motivo, hoy las agrupaciones se componen de jubilados y también de aquellas personas mayores que buscan una respuesta a su soledad o inquietudes culturales o de recreación.

Gracias a su asociatividad, los adultos mayores han podido satisfacer diversas necesidades y potenciar sus capacidades. Este ha sido un largo proceso de aprendizaje, donde no han existido recetas tipo para avanzar en los procesos de unidad, de organización y participación. Las organizaciones de la Región nacen y se han desarrollado a partir de las más diversas condiciones territoriales en un mundo saturado de inequidades. Han ido construyendo sus referentes en la perspectiva de tener voz propia, voz autónoma y sumar fuerzas para tener mayor capacidad de interlocutar colectivamente con otros agentes de la sociedad. En este proceso han debido enfrentar dificultades relacionadas con: la falta de líderes comprometidos, escasa formación de las personas mayores en torno al envejecimiento, la concepción asistencialista desde instituciones estatales y privadas, entre otros.

Pese a las dificultades, han habido sustantivos avances en materia de asociatividad. Sin embargo, continúan siendo invisibles ante los gestores de políticas económicas, culturales y educativas de los países. Desde las actuales existe la tendencia de defender su presencia y protagonismo en los procesos de desarrollo local, nacional y regional. El reto consiste en convertir esta tendencia en una acción conciente. De allí que es indispensable crear un mecanismo de participación que impulse alianzas estratégicas entre los gobiernos de la Región, las organizaciones representativas de los adultos mayores y otras instancias de la sociedad civil para que la toma de decisiones y la gestión de desarrollo permitan mejorar las condiciones de vida de este sector poblacional.

Un hito histórico de avance lo constituye el 1er. Encuentro de Líderes de Personas Mayores de América Latina y El Caribe (Lima, Perú, mayo del 2001), con el apoyo de la Red TIEMPOS. De este evento surgen las bases para la construcción de un movimiento social de los adultos mayores que, respetando las realidades nacionales, ha acordado:

Fortalecer las organizaciones mediante la constitución de la Red de Organizaciones de Adultos Mayores de América Latina y el Caribe;

Elevar la Plataforma Regional de los adultos mayores ante los gobiernos y foros internacionales;

Impulsar la convención internacional de los Derechos de las personas mayores; y,

Constituir instancias nacionales y regionales de vigilancia y monitoreo para el cumplimiento de leyes nacionales y los pactos internacionales.

Notas:

(1) Documento síntesis "DESDE LA SOCIEDAD CIVIL PARA VIVIR CON TODAS LAS EDADES", CEPAL/Red TIEMPOS, Santiago, Chile, Octubre 2001

Santiago de Chile en octubre de 2002