Un desafío social: más de 2.700 argentinos superan los 100 años

Viernes, 01 de Diciembre de 2006

Canal: Recortes de prensa


Clarín.com
22.11.2006
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Los especialistas advierten que para atenderlos faltan profesionales y políticas públicas. En 2001, según el censo, eran 1.855. La tendencia crece: la población centenaria aumentó un 45% en los últimos 5 años

El estallido de la longevidad. Así denominan los expertos a esta verdadera explosión demográfica de personas mayores que se vive en la Argentina. Un ejemplo: en 2001, según el censo de ese año, había en el país 1.855 personas de más de 100 años. Ahora, apenas cinco años después, el PAMI tiene registrados 2.703 mayores de cien años (2.109 mujeres y 594 varones). Se trata de un aumento del 45 por ciento. El siglo XXI ya se vislumbra como el siglo de los centenarios.

Pero el incremento del peso demográfico de la gente mayor puede medirse en un par de datos más. "En 1970 —explica a Clarín la socióloga Mabel Ariño, profesora adjunta de la cátedra de Demografía Social de la UBA— había 191.398 personas de más de 80 años y en 2001 sumaban 753.412. En apenas tres décadas casi se cuadruplicó la cantidad de mayores de 80". Y el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE, con sede en Chile) calcula que en 2015 habrá 1.072.357 mayores de 80 y que en 2050 serán 2.442.788.

¿Argentina está preparada para las consecuencias sociales, económicas, laborales y familiares que provoca este envejecimiento de la población? "Ni siquiera estamos preparados para atender a los que hoy tienen 70 años", dice Isidoro Fainstein, presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría.

"Para empezar las jubilaciones que se les paga a los viejos son una miseria, una limosna. Si una persona mayor de cien se casó y tuvo hijos, éstos probablemente ya tienen más de 75 años. ¿Cómo hace para ayudar a su padre", plantea Fainstein.

Más allá de los haberes jubilatorios, Fainstein también reclama por la escasez de políticas públicas dirigidas a la vejez. "En la carrera de grado de Medicina de la UBA, por caso, no se enseña geriatría. Sólo se la enseña en cursos de posgrado", cuenta.

Fainstein da más ejemplos: "En la Ciudad de Buenos Aires un único hospital público, el Durand, cuenta con una unidad de geriatría. Y en la Provincia uno sólo tiene servicio de geriatría, el Vicente López y Planes de General Rodríguez".

La necesidad de formar especialistas en geriatría y contar con más servicios en esta especialidad obedece a que los síntomas de una enfermedad difieren entre una persona joven y una mayor. Un infarto puede presentarse sin dolor en una persona mayor.

Para Graciela Zarebski, directora de la licenciatura en gerontología de la Universidad Maimónides, también es necesario empezar a capacitar de manera intensa gente capaz de "ocuparse del cuidado de viejos frágiles". Y agrega: "se necesita crear redes de apoyo y lugares de participación donde los adultos mayores puedan compartir proyectos y aprender hábitos de vida saludables y acerca del autocuidado de la salud".

De acuerdo a Zarebski, "lo que hay que lograr es que la gente longeva tenga una buena calidad de vida, sea activa y esté en una buena condición física y mental".

Una de las claves parece ser justamente el estado en el que se llega a la vejez. "La expectativa de vida es una cosa y otra completamente diferente la expectativa de vida saludable", explica el médico Juan Hitzig, especialista en Biogerontología y autor del libro "Cincuenta y tantos".

"En la Argentina la expectativa de vida al nacer es de 75 años, pero la de vida saludable es de 68. Es decir que estamos destinando el 10 por ciento de nuestras vidas a ser viejos. Ninguna otra especie le dedica más del 2 por ciento de su vida a ser viejo", dice Hitzig.

Hay una diferencia entre envejecimiento y vejez. "El primero —dice Hitzig— es un proceso ligado a la autonomía, a la independencia y a la salud. La segunda, en cambio, es un estado ligado a la discapacidad, la dependencia y la enfermedad".

Este fenómeno de la longevidad no es un milagro. Diferentes factores —los avances de la medicina, los cambios alimenticios, el control de las pestes, el agua potable— fueron los que permitieron agregarles años de vida a los seres humanos.

"Estamos preparados para vivir entre 100 y 120 años. Pero antes sólo un súper hombre lo lograba. Hoy, en cambio, hay una avalancha de envejecimiento como nunca conoció la especie humana", asegura Hitzig. "Ahora hay que conseguir —advierte— que el envejecimiento sea saludable porque sino no nos van a alcanzar los geriátricos".

Por ahora la cantidad de gente que vive en geriátricos parece ser bajo. "Menos del 2 por ciento de la población mayor está en geriátricos", estima Isidoro Fainstein. Y aclara: "En otros países llega al 5 por ciento. La sociedad argentina es muy contenedora, no abandona a sus viejos".