Isidoro Ruipérez, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología

“El envejecimiento de la población es un logro, nunca un problema»

Martes, 28 de Noviembre de 2006

Canal: Recortes de prensa


Periodista Digital
Por Mario Toledo
Martes, 21 de noviembre 2006


La sanidad pública necesita una reconversión para adaptarse a las nuevas necesidades que impone el progresivo envejecimiento de la población. El representante de los geriatras españoles, Isidoro Ruipérez, pide a la sociedad que acabe con el estereotipo de que la vejez es un problema a evitar y exige a la Administración sanitaria más inversiones para poder atender a los pacientes mayores.

¿La sanidad pública garantiza la salud de los mayores?
La sanidad pública es insuficiente. Pensamos que en general es buena, pero tiene una asignatura pendiente con los mayores más ancianos y con los más complejos, que es el desarrolo de una atención geriátrica adecuada para el siglo XXI, como en otros países de nuestro entorno. Es una asignatura pendiente adaptar la medicina a los más mayores.

¿Cuales son las carencias?
Desde el punto de vista sanitario, sobre todo falta el desarrollo de una atención geriátrica a nivel de cada área de salud, con base hospitalaria y, desde el hospital, apoyo a la atención primaria y a la permanencia del paciente geriátrico en el domicilio. Es evidente que cuando las personas de más de 80 años necesitan de atención especializada, su complejidad de enfermedades múltiples y dependencia necesita de equipos entrenados, donde el geriatra es fundamental.

¿Cuáles son las necesidades en las que hay que incidir más?
Hay varias enfermedades, múltiples tratamientos, alto riesgo de dependencia, por lo que sus necesidades pasan, en primer lugar, por evitar la iatrogenia (o error médico), evitar las incapacidades, como úlceras, caídas, exceso de medicación, y todo ello pasando por un adecuado diagnóstico y tratamiento. Hay una serie de síndromes geriátricos, muy característicos, como son la incontinencia, el deterioro cognitivo, las caídas o la desnutrición que exigen de conocimientos geriátricos específicos.

¿Estaríamos hablando entonces de más presupuestos y personal?
Se trataría de una readaptación o reconversión de recursos sanitarios a este grupo de población. La demanda aumenta porque el envejecimiento, afortunadamente, aumenta, y en otras áreas se han conseguido avances (en la pediatría, por ejemplo), por lo que se puede desarrollar una reconversión y una adaptación de los recursos existentes. Además, en algunos casos puede haber necesidad de nuevos recursos; así que, evidentemente, hay que tenerlos en cuenta y aplicarlos en cuanto se pueda.

¿Cómo afecta el envejecimiento de la población a la sanidad?
Pues hoy se sabe que no es lo que más le encarece, le encarece más las nuevas tecnologías. Una mala praxis con los mayores provoca un gasto ineficiente, porque no hay mayor gasto que una dependencia generada que nunca debería haber existido o una cama crónica. Todo esto se regula con unos equipos adecuados que utilizan los recursos de forma eficiente, gastando lo que hay que gastar cuando es absolutamente rentable social y económicamente.

¿Existe un equilibrio entre la atención primaria y la hospitalaria?
Yo ahí no entro, pero nos alegramos de que en atención primaria haya programas de apoyo a los ancianos, lo que nos parece fenomenal. Creemos que la atención primaria tiene mucho que hacer con los pacientes geriátricos, pero al llegar a especializada hay un gran vacío. Para nada habría que pasar unos recursos a otros, porque nos parece insuficiente lo que se hace en especializada.

¿En qué punto se encuentra la investigación sobre dolencias propias de los mayores en España?
En España la investigación no es la asignatura más destacada y si, además, la infraestructura geriátrica escasea hace que la investigación en este campo esté coja. Lo cual no quita que los problemas que afectan a la población muy anciana, como Alzheimer u osteoporosis, sean de alta prevalencia y de alto interés para la investigación. El campo del anciano es de primerísimo orden para la investigación, por su prevalencia, sus costes y su repercusión en la salud de un país desarrollado y envejecido como España.

¿Habría que destinar más recursos, al ser España un país envejecido?
Así debe ser, lógicamente, porque en otros sitios hacen falta menos. Un país tiene que estar a la altura de las circunstancias, un país subdesarrollado tiene que invertir en vacunas, en alimentación, en saneamientos; un país desarrollado tiene que priorizar en prevenir y tratar enfermedades propias del envejecimiento.

¿Qué visión tiene la sociedad de las personas mayores?
Nos gustaría que mejorara la imagen social de la vejez, ya que con demasiada frecuencia hay una imagen peyorativa de la vejez. Desde la SEGG hacemos lo que podemos para mejorar esta imagen, para que no se vea la vejez como la causa de todos los males de la sociedad, sino al contrario, es un logro, primero a nivel individual por poder vivir muchos años, y luego colectivo, porque se controla la natalidad y se viven más años. Insisto, es un logro, nunca un problema. Es un logro que tiene unos retos, pero no se puede plantear como problema.

¿Las personas mayores se cuidan?
Sí que se cuidan. A las personas mayores lo que más les importa es su salud; aunque envejecer no es enfermar, saben perfectamente que cuando viven más años es más fácil tener una enfermedad y están muy pendientes de su salud. Son pacientes muy agradecidos, siguen muy bien el consejo médico, cumplen los tratamientos por incómodos que sean, su rehabilitación, etc... Pero además, es que el autocuidado es lo más rentable, hay que fomentarlo y en eso los equipos de atención primaria y geriátricos estamos mentalizados en educar a las personas mayores y su familia para el autocuidado.

¿Cree que podrá la sanidad publica afrontar los retos del envejecimiento?
Sin ninguna duda, y la privada también en la parte que le corresponda. Las necesidades van a unos colectivos y disminuyen de otros, el envejecimiento no es una epidemia que llegue de repente, va lentamente y se va adaptando a esa población que envejece lenta pero progresivamente. Hace 20 años se decía que iba a ser imposible que para el año 2000 la sanidad pudiera atender a las personas mayores y ya ha pasado y no ha habido ningún problema. Es un problema evidentemente de planificación y de reconversión de recursos. El modelo actual funcionará adaptándolo a una población envejecida, porque el perfil del paciente que necesita atención actualmente es muy diferente al de hace 20 años.