Breve acercamiento hacia un Envejecimiento Activo

Miércoles, 28 de Junio de 2006

Canal: Envejecimiento y vejez


Dra. María Magdalena Rodríguez Fernández

“Hasta la muerte llegaremos vivos”… dice un viejo refrán popular catalán.

Muchas personas gustan de interpretarlo con  viva expresión de la existencia de  un prejuicio,  que pretende  obviar la  tan temida muerte y todo con lo que con ella se relaciona, empleando para ello la jocosidad.  Otros consideramos que se trata de una expresión que se presta a muchas lecturas, en la que  también podría interpretarse como la valoración de esta etapa de la vida  como una más del ciclo vital con los mismos derechos, aspiraciones y disfrute que el resto.

El concepto de vejez es un constructo cultural en el que participan una serie amplia de elementos como las formas de parentesco, la economía, la salud, la capacidad de auto-mantenimiento, así como determinados  modelos de conducta, etc.  Se ha reconocido que en este fenómeno no incide sólo la familia, sino que son múltiples los factores que lo ponderan.

Es innegable que la vejez es  consecuencia de  un proceso biológico ineludible que nos afecta a todos y que no comienza en ningún momento específico sino que se va sucediendo a lo largo de toda la vida. Es una construcción socio-cultural, en el sentido de que las imágenes que construye una sociedad sobre la vejez van a influir en la forma en que esta se vivencie y se desarrolle por parte de sus integrantes. De ahí la importancia que se le confiere en la Gerontología al estudio de las imágenes de la vejez que se proponen en la sociedad y sobre las cuales  existen hoy día, estudios muy interesantes.

Por todos es conocido que con el vertiginoso proceso de envejecimiento poblacional  y el incremento de mayores necesidades socio-sanitarias que de este se  derivan, durante muchos años la sociedad se empeñó especialmente en crecer desde el punto de vista asistencial, dándole al fenómeno una connotación  a nuestro juicio un tanto simplista, puesto que se trata de  pensar más que todo, en los altos costos que conllevaría el incremento de este sector de la población, que deviene en  una creciente incidencia y prevalencia de enfermedades crónicas, situación para nada discutible.

Por otra parte, las representaciones sociales de la vejez que prevalecen  facilitan la interpretación de esta época de la vida en relación íntima  con la enfermedad, si bien se conoce en el terreno teórico que no son términos equivalentes. Esta podría ser una de las causas por las cuales en las campañas publicitarias y de salud, se promueve a las personas mayores a participar primordialmente  en programas de entrenamiento físico y mental con el objeto de reducir las discapacidades que sobrevendrán en algún momento.

Consideramos que esta  es una visión incompleta ya que  va  más allá de conservar condiciones óptimas de salud, implica la búsqueda de una vida plena a través de la conservación de una adecuada autovaloración, con una dimensión no sólo física sino que involucra los elementos psico- sociales, económicos y políticos de la vida de todo ser humano. En otras palabras, se trata de envejecer sin dejar de participar  socialmente siendo lo más productivos posibles, con el  fin de  preservar no sólo nuestras capacidades funcionales sino también la integración social  tan necesaria para un ser humano,  con el propósito de dejar de ser una sector de la población que ha devenido en  ser considerado como una carga socioeconómica

No es menos cierto que  en los últimos tiempos en casi todos los países  se han desarrollado una serie de instituciones diseñadas para los mayores, pero adolecen de la dificultad de haber sido concebidas de acuerdo a los gustos e intereses de grupos más jóvenes por lo que con frecuencia no resultan lo suficientemente atractivas para los ancianos En otras ocasiones, aparecen instituciones creadas para los mayores por la sociedad, pero que muchos relacionan con posibles dobles intenciones, como podría ser garantizar votos electorales  o el consumo de bienes materiales por este sector ya numeroso de la población en lo cual están involucradas también las empresas públicas y privadas. Otra de las dificultades fundamentales en la actualidad es la escasez de oportunidades de empleo y capacitación para los mayores, lo que incide en  el deterioro de la autoestima y a su vez agudiza los problemas económicos que suelen sobrevenir a partir de una jubilación forzada por la ley.

A pesar de todo, el estilo de envejecimiento no sólo depende de políticas y programas diseñados para apoyar a los mayores por los gobiernos e instituciones. Son ellos los protagonistas del proceso y es preciso que así lo entiendan.

Si consideramos que el envejecimiento es un  proceso individual que no se da de manera uniforme en las diferentes personas, existe una gama de posibilidades en cuanto a potencial funcional que distinguen a las personas entre sí; es decir , si bien algunas alcanzan esta edad con numerosas discapacidades otras por su parte conservan sus funciones por más largo tiempo y en muchos casos son marginadas a la hora de querer participar activamente en los asuntos sociales como corresponde a su estado, aludiéndose a que ya debe descansar, a que debe cuidarse para no enfermar y otras expresiones, que sin ser del todo malintencionadas, limitan la participación a personas todavía capaces,  incluso más que otras más jóvenes.

No es posible olvidar que  desde el punto de vista antropológico, nuestra sociedades occidentales derivan el concepto de vejez del proceso de producción,  determinado por las tendencias de consumo y especialmente por los ritmos vitales impuestos por la industrialización; todo ello organizado a partir de la edad psico-biológica del individuo y no de su sentir o estado de salud en este momento de su vida en que la persona se ve obligada legalmente a  jubilarse, sean cuales fueran sus intereses, necesidades y aspiraciones previas. Se trata de un proceso de devaluación social, propia de las sociedades industrializadas que progresa a medida que avanza la edad natural, y en el momento de la jubilación adquiere un valor negativo.

No obstante, ya se vislumbran avances en una percepción del envejecimiento y la vejez por parte de los gobiernos y las instituciones internacionales que aúnan sus esfuerzos en proporcionar alternativas para dar mayor calidad a una vida más larga. Entre ellas se citan las Asambleas  Mundiales del Envejecimiento, en las cuales se han debatido temas de interés gerontológico primordiales, todos dirigidos a facilitar el envejecimiento activo. Por otra parte, existen también una serie de organizaciones como es el Banco Internacional de Desarrollo que están empeñados en prestar mayor atención a ciertas variables que contribuyen a proporcionar una mayor calidad de vida a las personas mayores, proponiendo  un modelo de envejecimiento exitoso, digno, saludable y productivo, que se desglosa en líneas concretas de acción como las siguientes :

• Proponer una nueva cultura de la ancianidad y una nueva forma de contacto social intergeneracional.
• Fortalecer las redes  y organizaciones de adultos mayores, su participación e inserción en la sociedad.
• Formular e implantar políticas y programas públicos y privados que apoyen un buen envejecer.
• Fortalecer la seguridad económica de los mayores más vulnerables, sobre todo su acceso a empleos, acciones de apoyo y créditos para emprender  iniciativas propias.
• Promover y facilitar espacios públicos y viviendas acogedoras, seguras y accesibles.
• Ayudar a los adultos mayores a conservar su autonomía física y mental.
• Promover un envejecimiento en el hogar.
• Facilitar la participación de los mayores en la toma de decisiones y la vida política

De cualquier manera , promover una envejecimiento activo no se basa sólo en crear políticas y planes de acción  que lo propicien por los gobiernos e instituciones que trabajan  para los mayores ; se requiere de un cambio de actitudes sociales  en cuanto a las imágenes que se proponen de la vejez como parte de la vida y en especial se precisa de una modificación a nivel individual del concepto y la autovaloración de la persona, para lo cual es imprescindible la conocida preparación para un buen envejecer.

Con el decursar del tiempo  la persona debe ser capaz de valorar sus capacidades funcionales, rompiendo los paradigmas tradicionales, en los que se tiende a hacer las cosas de la misma forma en que siempre se hicieron. En otras palabras, es necesario  ser flexibles, aceptar las diferencias, sin que esto signifique resignarse; sino comprender que en todas las edades vamos siendo diferentes y  que nunca antes de la vejez esto constituye un motivo de preocupación para las personas.

Una vez que se acepta esta edad como una etapa más del ciclo vital, es que estamos en condiciones de llevar a cabo un proceso de selección y optimización de los recursos personales, a través del cual se puede conseguir una vida digna y satisfactoria mediante la minimización de las deficiencias y la maximización de las potencialidades. En fin, es un método en el que identificamos  nuestras capacidades y competencias, las contrastamos con las aspiraciones e intereses y sobre esa base optimizamos las que puedan ayudarnos a trazar un proyecto de vida satisfactorio con autonomía, independencia,  bienestar, participación  y productividad.   

Fuente: Boletín del Adulto Mayor del Programa Tercera Edad de Cáritas Cubana. Enero-Abril 2006.