Chile. Los adultos mayores "se tropiezan" con la ciudad

Martes, 07 de Marzo de 2006

Canal: Recortes de prensa


A medida que el número de personas de edad aumenta, surgen nuevos desafíos para adaptar las urbes a sus requerimientos.

Pese a la clara tendencia del envejecimiento de la población, la modernidad de las ciudades se empeña en complicarles el paso a los mayores. Semáforos de corta duración que impiden cruzar tranquilamente las calles es uno de los típicos problemas.

CANDELARIA VALDÉS R.
El Mercurio 06.03.2006

Los adultos mayores pueden levantar un pie dos centímetros menos que cuando eran jóvenes. Aunque parezca un dato insignificante, implica que una vereda o un escalón mal hecho les puede causar una grave caída.

Esta imperceptible pero importante altura pasa inadvertida para los gestores de los nuevas construcciones de Santiago, en las que se privilegia un diseño moderno, donde las rampas y pasamanos se tienden a ocultar.

Esto demuestra que no se está considerando al adulto mayor como usuario de la ciudad, aun cuando son ellos los que tienen más tiempo de ocupar los espacios públicos y que es un grupo etario que crece aceleradamente.

El problema de movilización al que se enfrentan las personas de edad parte por las veredas en mal estado, angostas o que son tapadas por paletas publicitarias. Pero no termina ahí. Estela Ebensperger (86) vive en el centro y anda siempre a pie. "La Alameda no la puedo cruzar de un viaje porque los semáforos no dan el tiempo necesario, entonces hay quedarse parada en el bandejón central mientras pasan las micros a toda velocidad. Así que tengo que caminar hasta el metro para cruzar por ahí".

Por su parte el metro, pese a que es preferido por los adultos mayores, también presenta dificultades. No todas las estaciones tienen escalera mecánica o ascensores, lo que a algunos transeúntes como Elia Morales (82) les produce problemas: "Me encanta andar en metro, pero ya estoy teniendo dificultades con las escaleras. Necesito que tengan pasamanos y que el canto de los escalones esté delineado con huincha amarilla, porque como uno ya no ve bien, cree que no hay otro peldaño y se cae".

Los micros tampoco ayudan a las personas de edad. Si antes alegaban que no se podían subir a las tradicionales amarillas, las del Transantiago solucionaron ese problema, pero trajeron otro: tienen pocos asientos y a muchos de ellos hay que 'trepar' porque son muy altos.

El vecindario se esfumó

En Chile, en términos de tipo de ciudad, estamos imitando a la norteamericana que tiende a excluir a la tercera edad, advierte Miguel Laborde, profesor de urbanismo de la Universidad Diego Portales. Se demuelen los barrios históricos de edificios amplios y se transforman en oficinas. "Ni siquiera los nuevos espacios residenciales, como La Dehesa, consideraron la idea de barrio, entonces en un principio no hicieron veredas y luego se fueron dando cuenta de que tanto para los niños como para la tercera edad eran necesarias", agrega.

Así lo vivió Carmen Floto (77), quien habitaba en un departamento en Providencia. "Se llenó de oficinas y ya no había ese concepto de barrio en que tú conoces a tus vecinos; entonces yo agarré mis cosas y me fui a vivir al lado de mis hijos porque me estaba quedando muy sola".

Jorge Calderón, psiquiatra experto en geriatría de la Universidad Católica, asegura que "a medida que la ciudad crece, los adultos mayores se enfrentan al aislamiento social, que es uno de los hechos más temidos por ellos, ya que la pérdida de redes puede afectar su salud mental".

En los últimos seis años se ha mejorado en la accesibilidad, ya hay conciencia de que se tienen que hacer rampas en los edificios, pero muchas soluciones no están bien hechas, ya que se hacen "a la rápida" por cumplir la norma.

"La plata está y se gasta. No es un problema de desarrollo sino profesional, en que las personas no están al día con esto", lamenta Pamela Prett, directora de la corporación Ciudad Accesible, que promueve la eliminación de barreras arquitectónicas para alcanzar una mejor accesibilidad.

Un lugar para todos

No se trata de hacer cosas especiales para adultos mayores, sino el desafío es lograr que las nuevas edificaciones cumplan con un diseño universal que integre las demandas de todos los grupos etarios. "Desgraciadamente, falta conciencia pública y enseñanza para los arquitectos porque es un tema que surge en la medida que crece la expectativa de vida", agrega el profesor Miguel Laborde.

Además, está el reto de conciliar la historia de la ciudad con el progreso, ya que a las personas de edad la demolición constante les hace perder la ciudad que conocieron. Eso fue lo que le pasó a gran parte de los adultos mayores con las carreteras urbanas, las que consideran buenas por su rapidez, pero no se sienten capaces de andar en ellas.

Como Rosa Vargas (86), quien quería renovar su carné de manejar, pero hoy asegura que ya no lo hará. "Para qué, si en las nuevas carreteras me voy a perder".

Lo que falta

Pamela Prett, directora de Ciudad Accesible destaca algunos aspectos en los que hay que reparar.

Los adultos mayores necesitan en los probadores de las tiendas una silla con apoya brazos ya que no tienen la estabilidad suficiente.

En los estacionamientos de los malls es necesario hacer lugares de circulación para peatones, porque una persona en silla de ruedas no mide más de un 1.20 mts, por lo que puede ser impactada por un auto.

Los picaportes de las puertas deben ser de palanca y no de pomo, ya que hay muchos adultos mayores que tienen problemas en las articulaciones y poca fuerza, entonces su motricidad fina es reducida.

DESAFÍO

UN DISEÑO universal, que se adapte a las necesidades de toda la población y que logre conciliar edificaciones antiguas con modernas, es el desafío para arquitectos y constructores.