Buscando materiales para acercarles información interesante y actualizada sobre las personas mayores en ALC, nos encontramos con un término que llamó nuestra atención: “sexalesencia”. Este surge de la combinación de dos palabras: septuagenario y adolescencia. Se utiliza para referirse a aquellas personas mayores que se mantienen activas, con energía, incluidas y, por qué no, felices…
No podemos dejar de expresar nuestra preocupación y realizar algunas advertencias.
Las etapas de la vida son construcciones sociales. Nos ayudan a entender y anticipar comportamientos de las personas que las transitan, tipifican su comportamiento y su imagen. Los estereotipos positivos y negativos forman parte de las construcciones sociales de todas las etapas de la vida.
La vejez, como etapa de la vida, está cargada de estereotipos. Desde una construcción social negativa, ser viejo o vieja trae aparejadas un montón de concepciones entre las que podemos encontrar pasividad, falta de actividad, falta de energía, enfermedad, problemas de movilidad, dependencia, soledad, por mencionar algunas.
En el mismo sentido, la adolescencia, otra etapa de la vida, está cargada de estereotipos de todo tipo, muchos positivos como vitalidad, belleza, energía, proactividad, productividad, rebeldía, movimiento, salud.
No sólo debemos reclamar contra la homogeneización de grupos que son heterogéneos, las vejeces son diferentes entre sí y las adolescencias también. Además, debemos reclamar contra un término que junta los estereotipos de un lado y del otro para marcar a las personas mayores como se deben comportar y para disfrazar con conceptos adornados una visión negativa sobre la vejez.
Por el contrario a lo que promueve este concepto debemos decir:
La vejez es una etapa de la vida y es correcto llamar a quien la transita viejo o vieja.
Según la Convención para la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores se ha acordado que el término es persona mayor. Esto es así en tanto las reconoce como personas sujetos de derechos.
La vejez es heterogénea. Las personas que transitan la vejez son diferentes entre sí. Ésto responde a que tienen diferentes trayectorias vitales, personalidades, experiencias, géneros, historias, hábitos, culturas, lugares de residencia, accedieron a diferentes oportunidades, vínculos con el sistema educativo, con el sistema de salud y vínculos con el mercado laboral diferentes unos de otros. Esto genera situaciones muy diversas en la vejez.
Los derechos no se acaban a los 60 o 65 años. Las personas mayores, como sujetos de derechos, deben poder conocer y exigir sus derechos y los Estados deben poder garantizarlos.
Todas las personas mayores tienen derecho a envejecer con dignidad e incluidas en sus comunidades. El concepto de Ciudades Amigables, bien entendido, habla de personas mayores que envejecen incluidas en un entorno que contempla sus necesidades. No refiere, como muchas veces es mal entendido, a personas mayores que están todo el día activas realizando actividades.
Negarlas como personas mayores, es negarles el reconocimiento y la autoidentificación como grupo, con problemas compartidos y objetivos comunes. La conciencia como colectivo es lo que hace a los grupos fuertes y la negación como colectivo es la que debilita sus reclamos.
No debemos caer en la falacia de que las personas mayores deben mostrar conductas similares a conductas identificadas con la vida adolescente para convencer a la sociedad de que pueden aportar y no son una carga o que la vejez deseable es la que se asemeja a la adolescencia.
Mostremos que las personas mayores pueden aprender, informarse, participar, divertirse, reflexionar y aportar, a sus familias y sus comunidades sin necesidad de negarse a sí mismas.
Ser personas mayores es muchas cosas, muy variadas y muy valiosas, pero antes que nada, son personas con derecho al reconocimiento como tales.
Coordinadora RLG