Lacerar la dignidad propia o faltar a la dignidad de los otros es como perder o faltar a la condición humana. El valor de la persona como ser racional y creador, merecedor de respeto y libertad, es inherente. Pero sobre todo, es vitalicio. La vejez no es un punto final para la dignidad. Ante la pérdida de capacidades físicas o cognitivas, el cuidador del anciano no tiene el derecho a irrespetarle o maltratarle por su situación de desventaja, o porque simplemente, las dificultades de su labor como cuidador le inducen este comportamiento.
En Cuba, el 16,4% de la población tiene 60 años y más. En el futuro, según los demógrafos, esta tasa podría incrementarse. Aún no se dan suficientes pasos para afrontar esta realidad. No se ha creado ni la infraestructura necesaria, ni se ha fomentado una cultura de la asistencia. Sin embargo, hay hechos que se desarrollan en Santiago de Cuba que merecen reconocimiento y atención, con el objetivo de dignificar al adulto mayor y brindarle ayuda.
El programa para adultos mayores de Cáritas desarrolló el sábado 11 de junio (a menos de una semana de celebrarse el Día contra el abuso y el maltrato al adulto mayor), en la iglesia La Sagrada Familia, un Encuentro y capacitación para animadores y voluntarios. El psicólogo Carlos Joaquín Blanco Colunga ofreció conocimientos e información sobre la implementación del trato digno y las relaciones de ayuda en el trabajo con ancianos (tema del año), los fundamentos de los equipos de animación, la organización del trabajo anual, las áreas de necesidades de estas personas y la promoción a través de grupos.
¿Qué es el trato digno? Es saber valorar la dignidad de los demás, lo que implica respetar sus derechos, reconocer su autonomía, no negar su libertad de expresión, participación y decisión, así como favorecer su inclusión grupal/social. ¿Qué es una efectiva relación de ayuda? Es escuchar con atención las necesidades del otro, encauzar el diálogo abierto, desarrollar la sensibilidad e inteligencia emocional para aumentar nuestra capacidad de comprensión, reposar las relaciones sobre la base de la igualdad y no el autoritarismo, borrar nuestros prejuicios, hacer que prime la sinceridad y confianza en la relación. “Haz el bien y no mires a quien” reza el credo popular de ofrecer desinteresadamente ayuda a los semejantes.
Un gran auditorio, proveniente de diferentes puntos de la geografía de la ciudad y la provincia, compartió sus experiencias de animación sociocultural con este conjunto etario. Representantes de las comunidades se refirieron a las acciones de diversa índole que desarrollan sistemáticamente. En la parroquia San Antonio María Claret, se ejercitan físicamente, oran, realizan excursiones y desarrollan un taller de costura. En Chicharrones celebran juntos la eucaristía en la Casa de Misión, se efectúan tareas de corte espiritual, organizan un brindis cada fin de año, así como festividades y rifas para celebrar cumpleaños, preparan regalos con aportes locales para los enfermos y sostienen los comedores. Desde Santa Teresita apuestan por la salud, al consolidar una familia para la ejercitación física que cuenta con la participación de la comunidad eclesiástica y civil. Las charlas sobre salud las ofrecen médicos y enfermeras retirados, lo que demuestra el aprovechamiento de las potencialidades del grupo.
Se brindaron herramientas a los animadores y voluntarios para el trabajo grupal: aprender a conocer el colectivo, diagnosticar sus necesidades, fortalezas y debilidades; obtener provecho de los talentos potenciales y las capacidades/habilidades individuales; definir con claridad las intenciones, los objetivos que se persiguen en cada reunión; no emplear las técnicas al azar, solo porque resulten divertidas o amenicen, estas deben responder al tema presentado y sus propósitos; planificar el trabajo, considerando el tema del año y la diversidad de los integrantes. También se trabajó en equipos para definir el plan de trabajo del año de cada parroquia.
Y si de ayuda y buen trato se habla, siempre hay una oportunidad para pensar, hacer y “bien tratar” a nuestra casa común: el planeta. La merienda dio la idea a una muy voluntariosa y emprendedora anciana, de reciclar las latas para contribuir a los fondos para la reparación de su iglesia.
Leonor Grethel Sierra Salas
Comunicadora de Cáritas Diocesana en Santiago de Cuba
Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 28 de junio de 2016