Publicación en homenaje a Lila Bezrukov de Villalba
A Lila Bezrukov de Villalba,
quien plantó las semillas
de este árbol que sigue creciendo.
A las abuelas y abuelos amigos,
que nutren cotidianamente al Programa
con su dedicación y amor
a los nietos amigos.
Prólogo
La sistematización y la elaboración de guiones, resultado del Programa "Aportes a la preparación para una vida longeva" que se presentan en esta publicación de la Universidad Católica Dámaso Larrañaga, invita a volver a su inicio y recordar las condiciones existentes a fines de los años ochenta del siglo pasado para iniciar un programa con un enfoque gerontológico diferente. Para tal reflexión sentimos profundamente la ausencia de Lila Brezukov de Villalba, que lamentablemente falleció, en septiembre del año 2002, quien tuvo la idea original, y promovió y coordinó el Programa en todas sus etapas.
En el Uruguay se sintió antes que en otros países de América Latina y del Caribe el envejecimiento poblacional y sus repercusiones sobre la sociedad. Hay que constatar que en los años setenta se trataba a los ancianos generalmente con un enfoque asistencial basado en el concepto de déficit y que cuesta hasta hoy desarrollar programas que consideren las potencialidades de los adultos mayores. Sin embargo, ya desde aquel entonces se formaron profesionales e instituciones que buscaron caminos para promover otra visión de la vejez y del envejecimiento.
Se consideraba que una sociedad que envejece, como es el caso del Uruguay, debe redefinir los roles que las diferentes generaciones tienen que cumplir, pues su distribución tradicional entre los jóvenes y los adultos mayores no ofrece perspectivas de futuro. En general se adjudica todavía a la generación joven la capacidad creativa e innovadora que promueve el desarrollo futuro de la sociedad, sin tomar en cuenta el potencial de la población anciana. Mientras la generación joven y media muchas veces está sobrecargada por las exigencias de la vida laboral y familiar cotidiana, la población adulta mayor cada vez dispone de más tiempo libre. Muchos de los adultos mayores sienten la responsabilidad como ciudadanos y están dispuestos a colaborar con sus saberes, experiencias y habilidades para la comunidad. Por falta de conciencia y de una cultura nueva de la vejez, la sociedad por desgracia ofrece pocos espacios para poder cumplir con este compromiso solidario.
La relación entre la generación adulta mayor y los niños —o, en otros términos, entre abuelos y nietos— siempre constituyó para Lila Villalba un tema especial en su vida profesional, pues trabajaba tanto en instituciones de menores en situación de riesgo social como en programas pro adulto mayor. Conociendo ambos campos de trabajo, el abandono de los niños y el potencial de los adultos mayores, buscó un camino para atender las necesidades sobre todo afectivas de los menores dando valor al capital humano de los ancianos.
Tuvo que superar resistencias y dificultades, pues costaba a las instituciones involucradas aceptar que adultos mayores fueran capaces de establecer un vínculo afectivo firme con niños fuera de su propio núcleo familiar. Recuerdo discusiones con Lila Villalba, colega y amiga, en las que hablamos de las condiciones de la comunicación intergeneracional entre extraños, y me convenció del enfoque y de la factibilidad del proyecto. Una vez superados los problemas ella comenzó a implementar el Programa "Aportes a la preparación para una vida longeva", con un equipo profesional y con apoyo institucional y financiero nacional e internacional.
Este Programa contiene dos subprogramas, dos ejes que combinan la preparación para la vejez con una oferta a los participantes de contribuir al desarrollo de menores en situación de vulnerabilidad social; en resumen: beneficiar a las dos generaciones implicadas. El Programa se divide en:
• el curso "Los abuelos se preparan para el año 2000", que pretende que los participantes asuman su propia vejez en el plano interpersonal y en su proyección social y
• el Programa "Abuelos por elección", que ofrece un espacio de participación social y desempeño de nuevos roles de aquellos participantes del curso interesados y aptos para el trato con menores.
La primera parte del Programa tiene su valor independientemente de la participación en la segunda, pues prepara para asumir la vejez y adquirir nuevos roles, sea en el proyecto "Abuelos por elección" o sea en otros campos, pero la actividad social requiere la reflexión y capacitación anterior.
La realización del Programa "Aportes a la preparación para una vida longeva" es un ejemplo posible para muchos, que demuestra, además de los beneficios para los menores y el estímulo y el desarrollo del potencial personal de los adultos mayores, el significado y el valor del compromiso solidario para la comunidad. La contribución de la generación adulta mayor representa sin duda una inversión para el futuro de una sociedad.
Para mí personalmente es una gran satisfacción que se haya logrado concluir el Programa presentando en esta publicación la sistematización y los guiones gracias al esfuerzo y el compromiso del equipo que trabajó con Lila Villalba durante muchos años.
Es deseable que muchos lectores —adultos mayores y profesionales—, conociendo la experiencia del Programa, se sientan estimulados e inspirados para introducir en sus actividades programas intergeneracionales, siempre con el objetivo de crear una sociedad para todas las edades.
CHRISTEL WASIEK
Berlín, mayo de 2003
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