Por Kléver Paredes - palabramayor1@gmail.com
Palabra Mayor
Lo importante es ganarle al día. Uno a uno, mujeres y hombres llegan presurosos al Centro de Referencia del programa 60 y Piquito, ubicado en Calderón, en la calle Tía María. En el patio se confunden los buenos días con las risas y los abrazos. Todos se conocen. Bromean.
Son las 09:00 y los instructores anuncian el inicio de los talleres. A este grupo de adultos mayores le correspondió el de bailoterapia y computación. Los primeros van a la sala más grande y al ritmo de sanjuanitos y tecnocumbias nadie se queda sentado. Los otros van a otra aula, equipada con computadoras donde aprenden el uso de varios programas y redes sociales.
Para Juan, María, Carlos, Inés, Pedro, Jorge, Adriana, Patricia, quienes asisten todos los días, este espacio les permite compartir entre amigos, divertirse, aprender, disfrutar de otro estilo de vida y dejar a un lado sus preocupaciones.
A medida que avance la mañana y en la tarde llegarán otros adultos mayores a las clases de terapia oriental, manualidades, memoria, danza, tejido, entre otros, que son parte de la propuesta del programa.
Los adultos mayores aprenden en computación el uso de programas y redes sociales.
Similar situación, aunque en diferentes días, sucede en 30 sitios más distribuidos entre Carapungo y Calderón. La intención es cubrir la mayoría del territorio y, sobre todo, llegar a los adultos mayores que no pueden acudir al centro matriz por ser un sitio alejado.
Más de 1.000 adultos mayores de la parroquia de Calderón se benefician de este proyecto que busca un envejecimiento activo y saludable.
Clara Mejía, coordinadora de la zona Norte del programa, especializada en terapia familiar sistémica, resalta los beneficios del programa con los adultos mayores. Los principales: mejora los diagnósticos de depresión, mayor autoestima, empoderamiento, inclusión y formación de nuevos liderazgos.
La imagen del adulto mayor solo y deprimido, relegado de la vida social, cambia por un ser activo con voz y participación en sus decisiones personales y de grupo.
Otro aspecto importante que se fortalece, en el caso de este centro, es la solidaridad. Quienes acuden, incluso si adolecen de alguna enfermedad que disminuya sus capacidades, son bienvenidos. Son integrados de inmediato al grupo y es común que estas amistades perduren por siempre.
Cerca del mediodía los talleres de bailoterapia y computación concluyen para dar paso a otros. Nuevamente los saludos, los abrazos y las risas inundan el patio. Unos salen otros ingresan. Mañana será otro día para compartir entre amigos.
EL "VIEJO ENFERMO" ES OTRO PREJUICIO
Uno de los prejuicios más acentuados en la sociedad es creer que viejo es sinónimo de enfermedad o deterioro físico. Esto entraña un enorme riesgo porque puede internalizarse aún en los destinatarios del prejuicio, es decir, en los propios viejos.
Este prejuicio entre los médicos agrava aún más la situación del adulto mayor. Si entre la gente común el trato los desvaloriza, un profesional con un concepto como este hace que no labore con calidad ni con real compromiso.
Ricardo Iacub, psicólogo de la edad mediana y vejez, en su libro 'El poder de la vejez' cuenta un chiste que recrea muy bien este prejuicio. Una mujer de edad avanzada acude a un médico por una dolencia en la rodilla. El médico la observa y le dice: "sabe, señora, es la edad", a lo que ella responde, ¿y por qué no me duele la otra?
Es necesario comprender que una persona adulta mayor se enferma, como cualquier ser humano, a raíz de condiciones nutricionales, ambientales, entre otras. Igualmente está propensa a padecer de dolencias o enfermedades que requieren atención inmediata.
El estado de salud de una persona está relacionado con sus hábitos y estilos de vida, en los cuales también interviene la capacidad de adaptarse a los cambios biológicos, emocionales y sociales.
Fuente: Palabra Mayor - Ecuador - 31/3/2014
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