por Sara Más

Cuba: Cambios económicos impactan en la economía del cuidado

Viernes, 28 de Marzo de 2014

Canal: Envejecimiento y vejez

En los hogares cubanos se ha incrementado la carga del cuidado, como resultado de las medidas y transformaciones que buscan mejorar la salud de la economía de la isla, alertan especialistas.

Medidas como la reducción de productos racionados, el cierre de comedores obreros, la eliminación de subsidios a productos, de becas y albergues para estudiantes, entre otras, intensifican el trabajo doméstico no remunerado en los hogares, señala la economista Teresa Lara.

"Hoy los hogares tienen que aumentar el trabajo de elaboración de alimentos", expone Lara como ejemplo en su artículo "Economía del cuidado en tiempos de transformaciones económicas"; compilado en el libro Miradas a la economía cubana. Entre la eficiencia económica y la equidad social, presentado en febrero pasado en La Habana, durante la Feria del Libro.

En su reflexión, la especialista dedica una mirada particular a las mujeres, que son mayoría entre los integrantes del hogar que se dedican a las gestiones de compra y cocción de alimentos y "tienen que emplear más tiempo en el trabajo doméstico".

Los principales cambios económicos puestos en marcha actualmente en la isla apuestan por el aumento de la eficiencia y la productividad, el incremento de las exportaciones la sustitución de importaciones y la elevación de la producción de bienes y servicios, con una sensible reducción del empleo estatal, sin aumentar los salarios, precisa la experta.

A la par, se ha empezado a fomentar el sector no estatal de la economía, que se espera absorba la mayoría de la fuerza de trabajo excedente mediante el autoempleo y las cooperativas de producción de bienes y servicios.

Otro proceso que agudiza la situación del cuidado es el envejecimiento poblacional, que ya es un hecho y deberá incrementarse progresivamente, de acuerdo con los pronósticos demográficos. Sin embargo, a nivel macroeconómico ha habido una disminución, desde 2008, del gasto corriente de asistencia social del presupuesto del Estado.

"Los recursos de asistencia social disponibles en Cuba no responden al envejecimiento poblacional que enfrenta", comenta la experta en referencia a una población donde 18,21 por ciento tenía 60 o más años al cierre de 2012, según datos del Anuario Demográfico publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

Entre otros datos, precisa que en el país se mantiene prácticamente los mismos hogares de ancianos y casas de abuelo desde 2000, las camas de asistencia social decrecieron de 1,3 por mil habitantes en 1999 a 1,1 en 2011, se redujeron a la mitad las personas de 60 y más años internas o seminternas en hogares de ancianos.

Además, en 2011 se redujo en 56 % el número de personas adultas beneficiarias de la asistencia social y en 72% las asistidas con el cuidado a domicilio.

"Es una realidad que el envejecimiento poblacional se enfrenta actualmente desde los hogares", sostiene Lara, quien describe que "son las familias las que están elaborando sus propias estrategias para asumir el cuidado de los adultos mayores".

Entre otras variantes, menciona el servicio del cuidado por cuenta propia o el cuidado en el hogar por algún familiar.

"En cualquiera de las dos opciones, hay una ampliación del salario total y del consumo total efectivo por el incremento del trabajo remunerado y la intensidad del trabajo no remunerado, con el respectivo aporte del ahorro interno del país", comenta la economista.

Pero "alcanzar el consumo total efectivo de los hogares no significa lo mismo para hombres y mujeres", advierte Lara.

"Aunque todos los integrantes de la familia deban aumentar su participación en la fuerza laboral y el trabajo doméstico no remunerado, las mujeres tendrán más dificultad y menos oportunidades que ellos, por asumir gran parte de la carga del cuidado e incrementarse el trabajo doméstico no remunerado", precisa.

Entre otros riesgos, la economista considera que, al aumentar el cuidado en los hogares, en lugar de incrementarse la eficacia, su variabilidad quede oculta detrás de la invisibilidad del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.

"Los cuidadores -en su mayoría mujeres- puede que requieran trabajar jornadas laborales menores, incorporarse al sector no estatal en actividades de servicios de baja productividad o dedicarse por entero a ser 'amas de casa' ", afirma la autora en su artículo.

Aun con reservas, un estimado hecho por Lara indica que el valor monetario de los servicios domésticos y de cuidado no remunerado representó 19,6 por ciento del Producto Interno Bruto en 2002, a precios corrientes, y 22 por ciento si se relaciona con el PIB a precios constantes.

Como aspecto significativo de ese indicador económico, agrega que 98,4 por ciento del valor total del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que se realiza en los hogares sigue siendo responsabilidad de las mujeres.

Fuente: SEMlac - 18/3/2014.
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