Ken y Mary Gergen

Envejeciendo en comunidad

Miércoles, 23 de Marzo de 2011

Canal: Envejecimiento y vejez

Un axioma en la literatura gerontológica norteamericana es que la mayoría de los norteamericanos quieren permanecer en sus hogares el mayor tiempo posible. No desean moverse a una residencia comunitaria o de retiro para personas de edad avanzada. Muchos proyectos relacionados con el envejecimiento ahora se diseñan para satisfacer este sueño.
Los autores de este artículo adoptan otra perspectiva: desaprueban a la gente que permanece en el hogar como el último bien social, y en lugar de eso sugieren que, para mucha gente, esta meta parece un espejismo o una fantasía. “La amarga verdad es que una persona anciana puede tener éxito en permanecer en su propio hogar y aún así vivir una vida tan vacía y difícil como la que experimentan los residentes de un asilo. El sentimiento que les impele a permanecer en su hogar, no importa cuál sea, puede dar lugar a opciones cada vez más reducidas y elevar niveles de soledad, desamparo y aburrimiento”.
Los autores sugieren que lo importante es la calidad de vida real que una persona experimenta, y no dónde se viva. También llegan a concluir que el desafío consiste en encontrar otra manera de maximizar la diversidad de las facetas que incluyen una buena vida. El primer paso es desmitificar la vieja virtud norteamericana de la independencia y del individualismo fuertemente idealizados, que apoya la noción de que vivir solos en la propia casa es la opción ideal. En su lugar, sugieren una tercera opción que llaman “envejeciendo en comunidad”.
Esta propuesta implica la creación de “comunidades de intenciones”. Los acuerdos de vida pueden ser bastante variados, pero la idea es crear comunidades de prácticas sociales que combinen habitaciones privadas con espacios comunes compartidos, tales como comedor, biblioteca, lavadero, y otros como jardines, piscinas, galerías y estudios. Tales comunidades se fundan, generalmente, en creencias espirituales, sociales o políticas similares, u otros valores o compromisos compartidos. Pueden incluir a las cooperativas de viviendas, los municipios, las eco-aldeas o aldeas ecológicas, los ashrams (N. del T.: un Ashram es una comunidad espiritual, propia del hinduismo, en la que convive un guía espiritual junto a sus discípulos) y los kibbutzims (N. del T.: un kibutz es una comuna agrícola israelí). La cooperativa o agrupación se compone, generalmente, de 30 hogares, con las instalaciones, las responsabilidades y los recursos compartidos.
Hoy en día existen cerca de 113 de éstas en los EE. UU. También hay comunidades espontáneas, tales como la bien conocida Beacon Hill (Colina del faro) en Boston, en la cual los vecinos se unieron para formar una organización sin fines de lucro que ayuda a la gente que vive en su propio hogar. Tienen sistemas para que colaboren y se ayuden entre sí para vivir casi independientemente (por cierto, el espíritu del individualismo está vivo y persiste en Boston, aunque esté algo modificado por las condiciones y los propósitos del presente).
Como los autores lo precisan, tales acuerdos de vida colaborativa son muy eficaces y mucho menos costosos que las clínicas de cuidados, las cuales dependen de las finanzas públicas para funcionar. La vida multigeneracional también es provechosa, porque cada generación tiene algo de valor para ofrecer a las demás, y la vida comunitaria puede solucionar muchos problemas que no consigue la vida segregada. Con el número creciente de gente de edad avanzada, de hecho ha llegado la hora de esta innovación. Los ancianos están forjando un nuevo futuro.

De: Moving beyond Place: Aging in Community (Más allá del lugar: envejeciendo en comunidad), por William H. Thomas y Janice M. Blanchard. Generations: Journal of the American Society on Aging (Las generaciones: Diario de la sociedad norteamericana sobre envejecimiento). Summer (Verano) 2009, 12-17.

BOLETIN DEL ENVEJECIMIENTO POSITIVO N° 51
septiembre - octubre, 2010
http://www.taosinstitute.net/spanish