La seguridad social como derecho irrenunciable de las generaciones presentes y futuras

Editorial RLG NÂș 133 de Febrero 2011

Martes, 01 de Febrero de 2011

Canal: Editoriales RLG

Disponer de un empleo de calidad con seguridad social es un derecho humano fundamental. Sin embargo, hoy menos de la mitad de los trabajadores latinoamericanos pueden disfrutar de tal derecho y en algunos países dicha cifra es inferior al 30%. Esta realidad afecta en mayor proporción a las mujeres.

Por otra parte, cerca de la mitad de personas mayores de 60/65 años no cuenta con ingresos provenientes de jubilación o pensión, razón por la cual deben mantenerse trabajando hasta edades muy avanzadas, en su mayoría en empleos informales, los cuales no garantizan una vida digna en la vejez.

Con porcentajes tan bajos de cobertura y con tan altos niveles de desprotección social en la vejez ¿cómo entender que en América Latina se comience a plantear el aumento de la edad jubilatoria como una medida pertinente al mejoramiento de los sistemas de seguridad social?

¿Cómo entender la indiferencia frente al legítimo reclamo por la obtención de una “pensión reducida” de quienes no han podido jubilarse por no contar con el número de contribuciones exigidas, debido a la precariedad de los mercados laborales?

¿Será, acaso, el aumento de la edad jubilatoria el camino que conduzca a aumentar la cobertura y a mejorar eficacia de los sistemas de seguridad social en la región? O, por el contrario, ¿deberían centrarse las medidas en restablecer los principios de solidaridad intergeneracional, en aprovechar el bono demográfico y en garantizar la transparencia en la gestión de los fondos jubilatorios, haciendo las modificaciones necesarias para la creación de empleos de calidad que permitan mejores condiciones de bienestar y aseguren una vejez digna para hombres y mujeres de las actuales y de las futuras generaciones?

Finalmente: teniendo en cuenta las incapacidades estructurales de los mercados laborales para ofrecer seguridad social como derecho universal, ¿las personas adultas mayores tendrán que someterse a vivir la vejez en condiciones de pobreza y desprotección social hasta el fin de sus días?

El envejecimiento demográfico conlleva desafíos de política que es preciso saber identificar y asumir oportuna y eficazmente, en la perspectiva de construir sociedades para todas las edades.

En las condiciones actuales de América Latina es impensable avanzar en esa dirección sin el papel decisivo del Estado en la generación de políticas públicas, capaces de proyectarse a mediano y largo plazo a la luz de los cambios demográficos y del resguardo de los derechos humanos. El simple aumento de la edad jubilatoria tan sólo consigue disminuir la ya restringida proporción de personas que pueden disponer de ingresos por jubilación o pensión contributiva.

La seguridad social es un derecho irrenunciable cuya garantía no se puede dejar en manos del mercado o apelando solamente a campañas dirigidas a hacer conciencia de la necesidad de ahorrar para la vejez –como si la responsabilidad de hacerlo fuera independiente de las condiciones sociales, económicas y políticas-. Mientras continúe extendiéndose el trabajo precario y los sistemas de seguridad social no incorporen los principios de solidaridad intergeneracional, difícilmente se podrá transformar el envejecimiento en una oportunidad para superar la desigualdad y avanzar hacia sociedades inclusivas que sean realmente para mujeres y hombre de todas las edades y condiciones.

Ximena Romero – Coordinadora RLG
Christel Wasiek – Asesora RLG

Febrero 2011.