(23 de marzo, 2004) En América Latina y el Caribe, la mitad de la población mayor de 60 años no tiene ingresos. Ser viejo es casi sinónimo de ser pobre, ya que la vejez se da en un contexto de mucha pobreza, persistente desigualdad social y baja cobertura de la seguridad social.
En un momento de envejecimiento paulatino de la región, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) propone en su estudio Las personas mayores en América Latina y el Caribe: diagnóstico sobre la situación y las políticas, que se visualice este fenómeno en toda su extensión y se diseñen políticas que contribuyan a garantizar el derecho a una vejez digna.
Sólo dos de cada cinco personas mayores latinoamericanas reciben ingresos provenientes de la seguridad social en el área urbana, y una de cada cinco en las zonas rurales. Esto obliga a muchos adultos mayores a seguir trabajando, contrario a lo que acontece en los países desarrollados. Durante los años noventa las tasas de ocupación aumentaron debido al monto modesto de las pensiones, al no tener acceso a una pensión por no haber aportado cotizaciones, o por la necesidad de compensar los ingresos familiares durante las crisis.
El estudio revela que las personas mayores se insertan en empleos informales de baja calidad y que el ingreso que perciben es inferior al logrado por el grupo de 50 a 59 años por el mismo trabajo.
La familia es actualmente el principal sostén de los ancianos, ya sea a través de aportes directos en dinero o de cuidados.
Cómo viven las personas mayores
Entre el 40% y el 65% de las personas mayores vive con sus hijos, según datos de las encuestas SABE (sobre salud, bienestar y envejecimiento) realizadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en siete ciudades. Las proporciones son mayores en Ciudad de México, Santiago y La Habana y menores en Buenos Aires, Montevideo y Bridgetown.
Los adultos mayores viven en pareja. Entre un 70% y un 85% de los hombres y entre un 55% y un 60% de las mujeres se declaran casados o unidos. La diferencia según el sexo obedece a una combinación de mayor viudez femenina y a que los hombres tienden a unirse de nuevo tras separarse o enviudar. Pocos viven solos, entre un 5% y un 16%, según los censos.
En comparación con otros grupos de edad, las personas mayores tienen menos años de estudio y una tasa de analfabetismo más alta, con disparidades según el género que son desfavorables para las mujeres.
Rápido envejecimiento en América Latina
Pero las circunstancias demográficas predominantes han cambiado. La disminución de la fecundidad reducirá el tamaño de la red de apoyo potencial. El estudio de la CEPAL estima como "difícil" la situación de las personas que serán mayores en los próximos años, quienes deberán prepararse para su propia vejez en las condiciones poco propicias ya descritas al mismo tiempo que ayudan a sus ancianos.
América Latina y el Caribe envejece paulatina pero inexorablemente, en un proceso que ocurre a un ritmo más rápido que el registrado históricamente en los países hoy desarrollados.
Ahora los adultos mayores suman poco más de 41 millones de personas, pero su proporción se triplicará entre los años 2000 y 2050, cuando serán un cuarto de la población. Dentro de 25 años llegarán a 98 millones y en 2050 ascenderán a 184 millones. Para entonces habrá más ancianos que niños en la región.
Inciden en este envejecimiento de la población factores como el extraordinario aumento de la esperanza de vida, que es la otra cara de la disminución de la mortalidad en todas las edades, la menor fecundidad y, en algunos casos, la migración de los jóvenes en busca de trabajo.
Mucho por hacer
La primera causa de muerte de las personas mayores son ahora las enfermedades cardiovasculares, seguidas por el cáncer. Hoy mueren menos por enfermedades infecciosas como la tuberculosis, infecciones a las vías respiratorias o enfermedades del sistema circulatorio que hace dos décadas.
Pero la percepción sobre su estado de salud es regular o mala, según las encuestas SABE. En Santiago de Chile, Ciudad de México y La Habana, el 60% de las mujeres mayores y más del 50% de los hombres dice tener mala o regular salud, mientras que en Estados Unidos o Canadá sólo el 35% de las personas de 70 años así lo considera. "Esto indica las enormes disparidades de salud de un país a otro", dice la CEPAL.
En nuestras sociedades predomina una imagen negativa de la vejez. Según estudios, es percibida en términos de "pasividad, enfermedad, deterioro, carga o ruptura social". Este estereotipo preocupa, ya que puede llevar "a la exclusión en tanto grupo" y llevar a la "invisibilidad de la vejez a nivel de políticas públicas, investigación y academia", señala el documento.
La CEPAL reconoce que existe en la región conciencia sobre la necesidad de readecuar los servicios de salud para atender las necesidades de su creciente población anciana, pero por el momento abundan las carencias. Menos del 2% de los países incluyen en sus programas de salud metas para la población mayor pese a que 1 millón de personas se agregará a este contingente durante los próximos diez años, volumen que se duplicará en la década siguiente.
Otros datos resultan ilustrativos: el 80% del personal responsable de los programas nacionales de salud para los adultos mayores no tiene capacitación en salud pública geriátrica; la mayoría de los países carece de capacidad para estudiar la naturaleza y la magnitud de las amenazas a la salud de quienes envejecen; no hay investigaciones sobre los factores de riesgo y el cambio de los comportamientos de las personas mayores.
Los desafíos son numerosos. La Estrategia regional de implementación para América Latina y el Caribe del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, adoptada en noviembre pasado por los gobiernos, será un instrumento útil para orientar las acciones a favor de las personas mayores.
(Centro de Prensa CEPAL)