Newsletter N° 14 - Fundación Navarro Viola. Diciembre 2009.

Argentina. Abuelos cibernautas: jóvenes de González Catán los capacitan en el uso de las nuevas tecnologías.

Viernes, 08 de Enero de 2010

Canal: Aprendizajes y Experiencias

Para la mayoría de los adultos mayores que participan es su primer contacto con la computadora, y con la lectura y la escritura. Este acercamiento los entusiasma a reencontrarse on line, con familiares y amigos de distintas partes del país. El proyecto pertenece a la Asociación Civil La Tortuga Feliz. Se desarrolla en el marco del “Programa de Promoción del Adulto Mayor” de la Fundación Navarro Viola.

La curiosidad de los abuelos por los mensajes de textos que iban y venían de un celular a otro entre los jóvenes fue el disparador de este proyecto, que hoy brinda a adultos mayores del Centro “Viejos Amigos”, de González Catán (provincia de Buenos Aires) un espacio de formación, integración social y entretenimiento. Además de eso la propuesta contribuyó a mejorar la salud de los “propios alumnos”. Cada semana, de la mano de los jóvenes, conocen un poco más sobre computación, Internet y las formas de comunicación que la tecnología trajo con su paso; y también aprenden a leer y a escribir.

“Viejos Amigos” es uno de los proyectos finalistas del “Programa de Promoción del Adulto Mayor” de la Fundación Navarro Viola, que se dirige a personas mayores de 60 años que viven en situación de pobreza y en comunidades con ausencia de redes formales de atención a la problemática de la vejez. El Programa tiene como objetivo fortalecer la asistencia, promoción, integración y participación comunitaria de los adultos mayores.

Y precisamente a ello apuntó el proyecto. Desde la Asociación Civil La Tortuga Feliz notaron que muchos de los abuelos que concurrían al comedor -de escasos recursos económicos, algunos de ellos incluso indigentes; con dificultades para trasladarse, y sin familiares próximos que los ayuden- pasaban gran parte del día en soledad. Y que tampoco en su barrio (ubicado en el kilómetro 31 de la ruta nacional N° 3, en el Partido de La Matanza) contaban con actividades o espacios verdes donde pudieran disfrutar plenamente de su ancianidad.

Pero además de estas carencias percibieron un gran potencial: su entusiasmo por la tecnología. Porque pese a no tener computadoras ni celulares en sus hogares, les interesaba y llamaba mucho la atención cómo los jóvenes enviaban mensajes de texto desde su celular y chateaban. Y a este “descubrimiento” siguió otro: que los propios jóvenes de la comunidad quisieron enseñarles a los adultos mayores lo que ellos “dominan” casi desde que llegaron al mundo. Así nace el proyecto “Viejos Amigos”.

“Como institución creamos un espacio donde el joven puede ayudar a otro a partir de lo que sabe y maneja, que es la tecnología, y al mismo tiempo, con respecto al adulto mayor, cuidar nuestras raíces”, señala María Esther Acosta, responsable del proyecto. Destaca que esta “amistad” entre los adultos mayores y los jóvenes es de larga data, que hay un lazo afectivo muy fuerte entre ambas generaciones: “los jóvenes al ver a los adultos mayores piensan en sus abuelos, que los conocen desde que eran chiquitos y los vienen acompañando desde su ingreso al jardín maternal”.

La capacitación se brinda en el propio Centro “Viejos Amigos” de la Asociación Civil La Tortuga Feliz. Cuentan para ello con cuatro computadoras nuevas, que fueron compradas también en el marco del proyecto. Las clases comenzaron en noviembre y continuarán hasta febrero; las dictan semanalmente dos jóvenes, junto con otro adulto mayor, que aporta su propia experiencia.

Jésica Herrera, es enfermera, tiene 21años y desde hace más de un mes es una de las jóvenes que les enseña computación: “ellos se sienten muy útiles y capaces al ver que están haciendo lo que también hacen los jóvenes”. Confiesa que los comienzos no fueron fáciles, que al principio a los abuelos les costaba, principalmente porque muchos de ellos no sabían leer ni escribir, y también porque presentaban problemas de visión: “Por eso comenzamos enseñándoles las letras, y también tratando de acompañarlos a un centro de salud para que los revise y atienda un oculista”.

Los próximos pasos fueron explicarles las principales partes de la computadora, y cómo encenderla y apagarla. “Ahora ya conocen el teclado, el mouse, el monitor, y empezamos a usar el Word”, cuenta Juanjo Acosta, de 20 años, el otro joven que participa del taller. “Poco a poco, una vez que le pierdan el miedo, seguiremos con Internet, y les enseñaremos a sacar una cuenta de correo electrónico -continúa- Es lindo que se animen a que todo se puede; que si los chicos pueden, ellos también; que tengan la oportunidad de comunicarse con sus parientes, de poder conocer gente de otros lugares…”

Otra persona muy cercana a esta propuesta es Francisco Herrera. Es jubilado, tiene 59 años, y es quien motiva permanentemente a los abuelos a seguir con las clases, contándoles los propios descubrimientos que él hizo cuando sus hijos lo “integraron” al ciberespacio. “Yo tengo solamente la primaria, y aprendí con la práctica -afirma- tengo mi correo, chateo con mis familiares, leo el diario de mi provincia, Tucumán. Les cuento todo eso a los abuelos, y ellos me escuchan y se emocionan”. Y es porque, según comentan los propios capacitadores, a los adultos mayores les entusiasma saber que podrán reencontrarse con familiares y amigos que hace mucho tiempo no ven, encontrar información sobre sus pueblos de origen, escuchar música y hacer trámites online. “Incluso les digo a los que les cuesta leer y escribir, que podrán hablar igual, con la cámara. Cada vez se entusiasman más, ya agarran el teclado y lo manejan cada día mejor”, acota Francisco.

Además de la capacitación de cerca de 25 adultos mayores en el uso de las nuevas tecnologías, el proyecto comprende la proyección de películas, videos educativos y documentales. Este espacio, de reciente gestación, se irá fortaleciendo con más material, especialmente seleccionado por ellos, a partir de sus gustos e intereses.

El “Programa de Promoción del Adulto Mayor” fue creado en 2008, en respuesta a necesidades y problemáticas observadas en un diagnóstico llevado adelante por la Fundación Navarro Viola. Se implementa con entidades de bien público de las localidades de González Catán, Virrey del Pino y Rafael Castillo (partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires).