Sociedad Justa y decente: Pablo Salvat, a propósito del maltrato estructural a los adultos mayores.

Miércoles, 01 de Julio de 2009

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El pasado 16 de junio Caritas Chile organizó un seminario titulado “¿Es posible una sociedad para todas las edades? Maltrato estructural en la vejez”, uno de los panelistas de este encuentro fue Pablo Salvat, su exposición, fue abordada desde la perspectiva de una sociedad justa y decente. Pablo Salvat Bologna es filósofo, doctor en Filosofía de la Universidad Católica de Lovaina, director del Magíster en Ética social y Desarrollo humano, profesor titular de la Universidad Alberto Hurtado y profesor en el Magíster de Trabajo Social, Pontificia Universidad Católica de Santiago.

Sociedad Justa y decente, ¿a qué refiere exactamente este enunciado?

No son conceptos míos, son creaciones de grandes pensadores. Yo uso la idea de sociedad justa de la época de Platón que ha sido retomada en el siglo pasado por el filósofo americano judío Margalit que trabaja el tema como contribución a una suerte de paradigma para ver cuándo una sociedad es decente o no. A mí se me ocurrió que es un buen concepto que le viene bien al maltrato estructural especialmente de los adultos mayores, porque ya que no hay otro motivo para justificar un dato adverso o no adverso, un motivo fundamental podría ser la decencia. Una sociedad decente es aquella que trata bien a la gente de todas las edades y en particular a los más frágiles y vulnerables y en este caso, a los adultos mayores.

¿Para cambiar el maltrato estructural usted habla de intersubjetividad social, qué es ello?
Es la manera de hablar de las interrelaciones sociales que mantiene la gente entre sí, hábitos, valores, creencias, normas sociales, que presiden la relación entre sujetos. Una es la relación entre sujetos y otra es la relación entre el sujeto y las instituciones, leyes, normas generales, algunos hablan de que hay una suerte de administración de la intersubjetividad. Algunos sociólogos hablan de ese término, de cómo se administra la imagen que la sociedad tiene de sí misma, sus relaciones mutuas. La intersubjetividad social chilena hace 30 años está muy dañada en su autoimagen porque el modelo se ha impuesto dura y puramente, cosa que no ha pasado en ninguna parte del mundo- la gente ha terminado creyéndose esto de que cada uno se salva como puede, tiene que luchar contra el otro, competir contra el otro, pelear contra el otro, porque hay que salir adelante a como dé lugar.

¿Sugiere nuevas formas de convivencia que difieran de una mera coexistencia?
Toni Mifsud sj habla de eso, en la idea del social liberal, los derechos terminan donde comienzan los del otro, en cambio en la convivencia se alude a la necesidad de una suerte de identidad constituida, de proyecto común, de sentido colectivo, de sentido común público, es decir, estamos aquí, en este lugar, en esta comuna, en este país, en este mundo para construir tal o cual perspectiva con los otros. Vivo con los otros para ser feliz, para entretenernos más, para construir…, versus la perspectiva de que nuestros intereses son: esto es lo que me toca ahora, me importa un “pucho” el destino de ellos, me importa mi destino, mientras la gente no me “joda” o no me sirva en algo.

La otra perspectiva sería una concepción más ético sustantiva, de razón pública, de comunidad política: “yo, con el otro, tenemos todos una deuda mutua, porque sólo entre todos vamos a poder vivir juntos como iguales”. Se trata de una decisión que tenemos que tomar entre todos, eso no lo puede hacer uno, ni el mercado, ni el partido, ni el Estado.

¿Será que nos falta reflexionar entonces sobre el ser humano mismo?, ¿estaríamos hablando de otra manera de forma ética de validar al ser humano?
Obviamente. Se trata de dos antropologías con una base distinta, la antropología del modelo actual, en continuación de la frase de la Biblia: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, señala que “no te lo van a dar, tú tienes que ganarlo”. Pero todo ser humano por el hecho de ser humano, amerita ciertas condiciones de existencia. Muchos dirían: “no por el hecho de ser quien es, sino en función de lo que hace, nosotros le vamos a dar ciertas condiciones de vida, pero si lo hace mal tendrá distintas condiciones de existencia, eso dependerá de su desempeño, fundamentalmente en el mercado”. El modelo que estamos señalando dice que el ser humano amerita desde que viene en el mundo, unas condiciones de existencia que no le permitan caer bajo un mínimo, lo cual propone un concepto económico donde todos tienen los mínimos para vivir decentemente. Al respecto una alumna me preguntó “¿cuál será entonces el sentido del trabajo?”, a lo que le respondí, “en el supuesto tuyo, la gente trabaja sólo por coacción externa, si no la tuviéramos no haríamos nada”, esto nos habla de lo que es la antropología medioambiental liberal. Hace 200 años se nos trasmite que el ser humano es un lobo para el hombre en primer lugar, y en segundo lugar, que hay que apuntalarlo porque si no sería un flojo.

¿Qué pasa con la libertad?
Por una parte, yo haría lo que hago por vocación, pero, al mismo tiempo, yo podría tener más libertad frente a mi empleador, porque si el empleador me trata mal o no me da buenas condiciones, yo le podría decir “llegamos hasta aquí señor“, y él me diría:”oiga, pero usted es un buen elemento”, y uno podría contestar: “si pero ustedes no me escuchan, no me tratan bien”. Esta perspectiva significaría un viraje de la consideración del trabajo no como un fardo, sino como un espacio de realización personal.

¿Cómo vinculamos este concepto con la vocación y el sentido de la vida?
Me hace mucho sentido este punto, eso es lo que hemos perdido, uno dice: “no siempre tenemos que trabajar por coacción externa y ganar plata, sino que también tenemos que ver nuestra vocación. En estos últimos 25 años se ha perdido en forma radical. Podríamos realizar esa misma vocación de una forma diferenciada en menor cantidad de horas. La manutención existencial cotidiana está en juego, pero eso no te da libertad para tomar tiempo para ti mismo. Significa un cambio de quien tiene la sartén por el mango, es decir una real igualación, “si usted me quiere echar, yo me voy de aquí”… y al otro no le va a convenir, y este va ha decir “de donde voy a sacar gente para explotar tranquilamente, porque esta gente ya tiene ciertas garantías para vivir”…

Hay un tema con el poder ciudadano, ¿cuál es tu mirada?
El informe de Democracia en América Latina y el Caribe del PNUD regional (http://www.undp.org/spanish/proddal/informeProddal.html) dice en su conclusión, que necesitamos transitar de una democracia de electores, a una de ciudadanos. La democracia actual no traduce y recoge los anhelos más importantes de los ciudadanos que tienen que ver con más igualdad, más justicia, menos pobreza. Los 20.000 entrevistados repiten lo mismo: la democracia ha sido incapaz de dar mayor protagonismo a la sociedad que queremos, de dar condiciones de existencialismo (salud, educación), por el lado de reconocimiento como por el lado de condiciones de materiales de existencia digna. Incluso el informe dice que más del 55% está dispuesto a instalar un gobierno autoritario si le ayudan a resolver sus problemas de existencia material. La angustia de la mayoría de gente es que nos ha costado legitimar espacios de expresión y ahora son coartados por la lógica del poder financiero, los poderes internacionales y la tecnología. La voluntad ciudadana queda siempre en segundo lugar.

Hace más de 25 años que muchos estamos diciendo que la relación Estado-mercado está desequilibrada a favor del mercado, hay una serie de indicadores que nos están diciendo que no es el camino pero hay una ceguera total. Ahora escuchamos a los candidatos decir que para proteger a la gente, necesitamos un Estado más regulador, pero creo que los ciudadanos queremos tener algo que decir en el diseño de la sociedad.

¿Dónde está el camino?
A mi me interpreta el republicanismo igualitario. La dimensión que yo he llamado “la dirección en común de los asuntos comunes”, recuperar la dirección de la sociedad sobre si misma, más allá de los mecanismos, No eliminar los mecanismos de coordinación, el mercado es uno de ellos, sino que ponerlos al servicio de nosotros, entonces podemos decidir hasta dónde queremos que el mercado nos regule la existencia.

En Chile no hay interés desde el ámbito privado y desde lo estatal por empoderar a la ciudadanía, sólo hay un empoderamiento para la foto, no es que no haya nada, hay organizaciones sociales en Gobierno que dan premios, pero eso siempre y cuando esté en coordinación con lo que hace el Gobierno u otra gente. En el año 90 había 600 ONG, hoy día con suerte 90, y uno se pregunta ¿qué pasó? Buena parte de la lucha para recuperar la democracia fue desde ese tejido social reinventado, y sobre todo con la ayuda de la Iglesia católica que dio paraguas jurídico a todo tipo de gente.

Los amigos neoliberales son inteligentes, han dicho: “basta con que cada cual tenga que ganarse su existencia a muy dura penas o a un alto costo día a día”, en vez de tener a un “paco” corriéndote, no hay ese espacio para volvernos a juntar, darnos un sábado, o un día después de la tarde, porque las exigencias que tiene cada trabajo están más neoliberalizados. Necesitamos un movimiento poderoso de resignificación de la política, de lo público, en el sentido más noble, holístico sobre el sentido del país que queremos tener y vivir, primero pensemos esa preguntar y después veamos las medidas, pero no coloquemos primero las medidas.


Luis Weinstein, otro de los panelistas del seminario sobre maltrato estructural en la vejez ha dicho de Pablo Salvat:

“visto desde la distancia, de lo impersonal, es un académico, sobrio, tal vez algo tímido, un investigador teórico, filósofo formado en Lovaina, profesor en la Universidad Alberto Hurtado, sólido, responsable. Todo ello es absolutamente cierto. Sin embargo, es sólo una parte de su realidad, de nuestra realidad. Se trata de un trabajador que dedica su vida al derecho a que los humanos seamos humanos, tomando como directriz el tema de la ética, los valores, los derechos humanos. Con pasión, con esfuerzo, con talento, ha contribuido a que el tema de los derechos humanos vertebre el afecto con el conocimiento y la reflexión, a ir más allá de la instrumentalización accidental de la ética, a reconocer que es constitutiva de la dignidad humana y de la posibilidad de alcanzar una sociedad en la que todas las personas podamos cohabitar.”

Fuente: Boletín Cáritas Chile, Santiago, 30 de junio de 2009