Menos del 40% de los hogares argentinos responde hoy al modelo de "familia tipo"

Miércoles, 25 de Febrero de 2009

Canal: Recortes de prensa

El matrimonio con hijos va dejando paso a otras formas de organización familiar.

Clarin.com (Argentina)
23/2/2009.

Las familias han cambiado y los roles de varones y mujeres también. Hoy el hogar constituido por una pareja e hijos perforó el piso del 40%. Y aunque aún es el modelo más común de familia -la primera minoría-, en comparación con la tendencia dominante de una década atrás, va dejando paso a nuevos modos de organización familiar. Esto es lo que detalla el Informe de Situación de la Población Argentina 2008 del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

Según el estudio, en un 15,3 por ciento de todos los hogares vive una persona: una viuda o un viudo, un soltero o alguien separado sin hijos. Son los hogares unipersonales en los que, generalmente, viven mujeres solas. En otro 14,1 por ciento de aquellos nuevos hogares vive una pareja sin hijos. Y en el 11,4 por ciento, en respuesta al boom de las separaciones y de los divorcios de las últimas décadas, vive uno de los dos cónyuges con los hijos.

El resto de las familias que no responden al modelo más tradicional son las "extendidas". Allí vive una pareja o una persona sin pareja conviviente con o sin hijos además de la abuela, una tía u otro pariente. El mismo estudio destaca que aunque aún la modalidad de familia más frecuente de la Argentina es la constituida por la pareja con hijos o con hijos de parejas previas, este tipo de familia pasó de representar el 43 por ciento de los hogares, en 1996, a conformar el 39 por ciento en 2006. Según los especialistas, este 4 por ciento de caída en una década marca una diferencia importante y constituye una tendencia creciente.

Los datos de UNFPA fueron elaborados por la socióloga Rosa Geldstein, magister en Estudios Sociales de la Población e investigadora del Conicet y del Centro de Estudios de Población (CENEP). ¿Qué factores transformaron el tipo de familia argentina? Según Geldstein, algunas de las razones son culturales pero otras son decididamente económicas: "Las personas en general, y las mujeres y los jóvenes en particular, son ahora menos dependientes de los mandatos sociales y familiares y se permiten más la búsqueda de la realización personal; hay menor tolerancia en la convivencia y las dificultades económicas exacerban las diferencias llevando muchas veces a la ruptura de la pareja. Pero vivir solo no es una opción al alcance de todos los bolsillos y es un arreglo más frecuente en sectores acomodados. Los hogares extendidos -que permiten sumar recursos y prorratear gastos- son más frecuentes entre los pobres y en la última década aumentaron del 21,5 al 26,2 por ciento de los hogares con menores ingresos de la Argentina urbana", explicó.

Además, después de su salida masiva al trabajo, las mujeres obtuvieron poder de decisión y muchas cosas empezaron a cambiar. "Yo nunca dependí económicamente de un varón y siempre me gustó mucho vivir en pareja. Pero cuando las cosas no funcionan a veces no hay forma de arreglarlas, y lo más saludable es separarse", cuenta María Antonia Padilla, una arquitecta de 45 años de la Ciudad de Buenos Aires que ya vivió dos veces en pareja. Con uno de los hombres, el primero, tuvo un hijo. Según el informe de UNFPA, los hogares constituidos por uno de los progenitores y sus hijos pasaron de ser el 8,6 por ciento en 1996 al 11,4 por ciento en 2006.

Otro factor determinante en el cambio de la estructura familiar de nuestro país ha sido el envejecimiento de la población. Según el censo de población de 2001, en el 45 por ciento de los hogares unipersonales vive alguien mayor de 65 años. "Casi la mitad son mujeres", destacó Nélida Redondo, doctora en Ciencias Sociales y especialista en Sociología Demográfica.

En los hogares de las grandes ciudades del país la tendencia es distinta pero creciente: en 1996 en el 20,8 por ciento de los hogares unipersonales vivía una persona mayor de 65 años. Diez años después, en el 21,4 por ciento. "El aumento de la cantidad de personas mayores sobre el total de la población, esto es, el envejecimiento de la población, también tiene consecuencias sobre la forma de la familia", puntualizó Redondo. Y nada indica que los modelos familiares no estén en busca de otras nuevas formas.