Por Dixie Edith
SEMlac - Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe
La Habana, octubre 2008.- No hablar puede ser una manera de ejercer la violencia dentro de la familia y en Cuba ocurre, sobre todo, contra las personas mayores, indican especialistas.
Teresa Orosa Fraiz, máster en Gerontología y jefa de la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana, asegura que las principales manifestaciones de violencia contra ancianas y ancianos en la isla "son de carácter relacional, lo que le llaman maltrato psicológico".
"Nuestra cultura no se caracteriza por maltratar físicamente a las adultas y adultos mayores, en sentido general. Más bien se produce maltrato emocional, verbal. Se le responde de forma inadecuada a la persona mayor o, simplemente, no se le dice nada, no le tienen en cuenta", detalló Orosa a SEMlac.
A pesar de que no existen prácticamente datos estadísticos sobre la ocurrencia de cualquier forma de violencia intrafamiliar en Cuba, diversas historias familiares confirman el criterio de esta experta.
"En los últimos tres años mi familia ha permutado la casa donde vivimos en dos ocasiones y nunca me pidieron opinión", explicó a SEMlac Amalia Ramos, de 74 años.
Tras los cambios de vivienda, e incluso de municipio, Ramos perdió amistades y hasta la práctica sistemática de ejercicios físicos, pues donde reside actualmente no existe ningún espacio que ofrezca esta opción a las personas mayores.
Para Antonio Pardo, un mecánico jubilado de 82 años, la situación es más tensa: "Mi hijo decidió venir desde Las Tunas a trabajar a La Habana y me trajo con él. No pude negarme porque no tengo más familia, pero ahora vivo en un cuarto piso, no puedo bajar las escaleras sin ayuda y me paso el día solo", contó.
En la dirección de Asuntos Humanitarios de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, la especialista en investigación social Gladys Martínez Noa y Elaín Calañas Puerta, han sido testigos de historias similares.
"En nuestro trabajo cotidiano con personas mayores hemos observado muchos tipos de violencia, sobre todo de violencia por omisión", precisó Calañas, quien se desempeña como jefe del Servicio de Rehabilitación y Fisioterapia de esa institución.
"Hay casos en los que la familia no los toma en cuenta a la hora de asumir decisiones concretas, por ejemplo, cuando van a mudarse, y una persona mayor fuera de su medio se pierde, entra en crisis", explicó.
Una investigación del Grupo de Estudios sobre Familia, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), definió en 2006 la violencia intrafamiliar.
Para los autores de Violencia intrafamiliar en Cuba. Aproximaciones a su caracterización y recomendaciones a la política social es "todo acto u omisión intencional, que tiene lugar en el ámbito de las relaciones interpersonales en la familia y es capaz de producir un daño físico, psicológico o patrimonial (…), causando irrespeto a los derechos individuales".
El maltrato a las personas mayores se describió por primera vez en 1975, en revistas científicas británicas, empleando una expresión que podría traducirse como "abuelita golpeada".
Desde entonces, la preocupación por el tema ha aumentado, en línea directa con el incremento de los niveles de envejecimiento poblacional.
Según datos de Naciones Unidas, en 2025 la población mundial de 60 o más años llegará a ser de unos 1.200 millones de personas.
"Las personas de edad deberán poder vivir con dignidad y seguridad y verse libres de explotaciones y de malos tratos físicos o mentales", reza uno de los Principios de las Naciones Unidas en favor de las personas de edad, aprobados en su resolución 46/91, del 16 de diciembre de 1991.
"La violencia contra las personas mayores es hoy una prioridad de la Organización Mundial de la Salud", confirmó a SEMlac el doctor Enrique Vega, asesor regional en Envejecimiento y Salud, de la Organización Panamericana de la Salud.
"Abuso, maltrato y sobre todo abandono, incluso en las instituciones de cuidados a largo plazo, son temas que estamos siguiendo. El maltrato mental, verbal, es mucho más importante que el maltrato físico, aunque no hay estadísticas. Este es un fenómeno totalmente sub reportado, sub investigado", precisó Vega.
Resultados combinados de cinco encuestas, realizadas en la última década en países desarrollados, han permitido apenas estimar una tasa de maltrato de entre 4 y 6 por ciento en la población adulta mayor, si se incluyen el físico, el psíquico, el económico y el descuido, reveló el estudio del CIPS, que también alerta sobre la ausencia de estudios profundos y detallados.
En Cuba, esta violencia también se manifiesta privando a ancianas y ancianos de sus espacios propios: casa, habitaciones; o no reconociendo sus derechos dentro del hogar e, incluso, con el empleo inconsulto de sus ingresos por parte de sus descendientes.
También ocurre que "la familia se acomoda a que el anciano cumpla con el rol de buscar el pan, el periódico, y cuando tienden a salirse de ese rol, a cambiar de actividad, de rutina, pues los agreden", agregó Calañas.
Especialistas entrevistados de manera anónima para la investigación del CIPS coinciden en considerar a los ancianos y ancianas uno de los grupos más vulnerables frente a la violencia doméstica.
"La posición que pueden adquirir en la familia debido a su desventaja económica, es un factor susceptible de contribuir a ser receptor de múltiples agresiones", además de que muchas veces "no poseen protagonismo familiar desde el que ostentar poder. A esto se le añaden las desventajas físicas y psicológicas probables", cita el texto.
Estos expertos también opinaron que el maltrato contra los mayores puede ser una forma reactiva de responder a la violencia que ellos mismos ejercieron sobre sus familiares en edades menores.
Según el estudio del CIPS, para ancianas y ancianos "las consecuencias del maltrato pueden ser especialmente graves".
Cuba, que será en 2050 uno de los dos países más envejecidos de la región, precisa atender de manera urgente esas situaciones.
Según fuentes consultadas por el CIPS, en 2004 el Programa Nacional de Atención Comunitaria al adulto mayor brindaba servicios de alimentación a más de 42.000 personas mayores, de las cuales, a 70 por ciento se le subsidiaba su costo.
Igualmente, alrededor de 6.000 personas recibían "servicios de limpieza en el hogar, lavado de ropa y servicios de cuidados en su domicilio, a través de una auxiliar geriátrica".
A través de la Asistencia Social se brindan, además, de forma diferenciada, prestaciones en especie o monetarias de acuerdo a la situación socioeconómica en específico.
Pero la mayoría de los especialistas en el tema coinciden en que hace falta prepararse para el envejecimiento desde una cultura más inclusiva, integradora.
"Hay que aprender a envejecer y también hay que aprender a ser adulto mayor de esta época", opina la máster en gerontología Teresa Orosa.
La dirección de Asuntos Humanitarios de la Oficina del Historiador de La Habana ha generado programas socioculturales donde enseñan a las personas mayores a combatir estas situaciones, a romper esquemas y valerse por sí mismos cuando es posible.
"Se les da un abanico de soluciones, de salidas y, además, se les incorpora a actividades donde pueden participar y aportar determinada utilidad. Se les enseña a actuar, a intercambiar, a buscar soluciones de vida. Ellos aprenden y así van cambiando", explicó Calañas.
Para la asesora del director de esta oficina, Gladys Martínez Noa, algo "muy importante es que nosotros tratamos al anciano con dignidad. Se les enseña a valerse y esas actitudes los estimulan a incorporarse a nuestros grupos".