Costa Rica. Una tarea imponente

Viernes, 15 de Agosto de 2008

Canal: Recortes de prensa

• La desnutrición, el abandono, la explotación, la agresión patrimonial y la pobreza afectan a un grueso sector de la tercera edad
• Si se nos midiera por el respeto y la atención a este sector de la sociedad, la calificación final no honraría al país

Editorial
Diario La Nación
Costa Rica 14 de agosto 2008.

En estos meses hemos publicado una serie de informaciones acerca del abandono, desnutrición, pobreza y estado de salud de numerosas personas de la tercera edad. Hemos comprobado que la reacción de la gente sobre el contenido de estos reportajes, esto es, sobre la condición de estas personas, ha diferido notablemente de la habida en el caso de noticias parecidas sobre la situación o deterioro de otros grupos sociales. El propio desarrollo social del país en estas décadas explica esta esquiva reacción.

Un asunto tan serio queda así circunscrito al ámbito de algunos profesionales, funcionarios públicos o personas de buena voluntad, que deben soportar la carga de una parte de este problema social que, por razones demográficas y las expectativas de vida de la población, se torna cada vez más oneroso y complejo. El desafío para el Estado y para la sociedad aumenta año con año, lo cual significa que, por la desatención integral del problema en años anteriores y por la necesidad de hacerles frente a las nuevas demandas, su peso social, financiero, médico y familiar se torna inmanejable.

Se trata, en el fondo, de una cuestión cultural ante la que nos enfrentamos desprovistos de experiencia y de suficientes recursos. Ante ella, no pocos reaccionan evadiendo el problema, con ignorancia o al margen de los más elementales valores éticos o humanos.

Un repaso a las principales noticias publicadas en estos meses así lo pone de manifiesto. Informamos, el domingo pasado, de que centenares de personas pertenecientes a la tercera edad –el 20% de los pacientes– llegan al Hospital Nacional Geriátrico postradas por un cuadro avanzado de desnutrición. La consulta externa atiende cada año a 200 en igual estado. Muchos, además, son víctimas de abuso, negligencia de las familias o abandono. Por otra parte, el registro de casos de personas desnutridas ha venido en aumento: 157 en el 2000 y 537 en el 2007, como manifestación dolorosa de una realidad social nacional.

El director del Hospital Nacional Geriátrico, Fernando Morales, describe la vastedad del problema sin evasiones: “Hay –dice– una falta de conciencia sobre el adulto mayor. Aquí se piensa que el viejo ya jugó”, por lo que muchos lo consideran un estorbo del que conviene desprenderse a cualquier precio.

Las condiciones sociales o económicas no trazan la frontera. El descuido, el abandono, la explotación y la ignorancia se palpan en todos los sectores y clases sociales, además de la desnutrición y de las enfermedades. Una pátina de indiferencia y de insensibilidad humana recubre todo el país. Diversas noticias, en meses pasados, son elocuentes: familiares despojan de propiedades a ancianos y todos los grupos sociales están participando en esta agresión patrimonial, la cual se fragua con participación de notarios públicos, en perjuicio principalmente de las personas que cuentan con títulos valores en los bancos. La coacción es el recurso favorito para “sacarles la firma” o para disponer de una hipoteca. Los hijos utilizan la pensión de sus padres para pagar sus propias deudas. Las familias utilizan los hospitales para liberarse de las personas mayores.

La doctrina de los derechos humanos encuentra, al parecer, un valladar inexpugnable frente a un grupo cada vez más numeroso de las personas de la tercera edad. Si se nos juzgara por el respeto y atención a un sector de este grupo etario, la calificación final deshonraría nuestro sistema democrático y los valores más sensibles de la justicia social y de la dignidad humana. Una tarea imponente y creciente para los próximos años.