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Argentina. El desafío de la convivencia con los adultos mayores

Viernes, 02 de Septiembre de 2016
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En el 18% de los hogares hay al menos un adulto de más de 65 años. El 48% vive con familiares más jóvenes. Pero muchos lo hacen solos. En ambos casos, hay que reflexionar sobre cómo será el cuidado y quiénes deberán asumirlo. Expertos recomiendan fórmulas compartidas.

Por Laura González
La Voz del interior, 20 de agosto de 2016.


En la Argentina, el 48,3 por ciento de los mayores de 65 años vive con alguien de menor edad: pueden ser hijos que todavía no se han ido del hogar paterno o que se han quedado de forma permanente con sus propias familias, según la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores que el Indec abordó en 2012.

Eso supone un desafío permanente para las relaciones cotidianas entre dos, tres y hasta cuatro generaciones a la vez.

El 20,7 por ciento de los adultos mayores vive solo (en general, mujeres) y el 31 por ciento vive con otro de su edad, el caso típico de la pareja de jubilados. Pero todos suponen desafíos de convivencia y de cuidados de la persona mayor, presentes y futuros, que, en algún momento de la vida familiar, hay que abordar. Y si la familia no está, también.

Según el Censo 2010, el 10,2 por ciento de la población argentina tiene más de 65 años y las proyecciones indican que, para 2025, será 20 por ciento más.

Y si se mira el total de los hogares argentinos, en el 18,3 por ciento hay un mayor: en la mitad de los casos, conviviendo con otras generaciones.

Más allá de que muchas veces no hay opción, lo primero por preguntarse es cuál es la mejor forma de convivencia.

Desde la vereda de los mayores, Enrique Amadasi, coordinador del Barómetro de la Deuda Social con el Adulto Mayor de la Universidad Católica Argentina (UCA), asegura que lo multigeneracional no es lo mejor.

“Esa forma de convivencia está un poco idealizada, pero los datos nos hacen dudar un poco de esa idealización”, dice.

“Cuando uno mira los indicadores psicológicos, son los que están peor. Es difícil la convivencia con gente de diferentes generaciones, hay muchas tiranteces entre gente de distintas generaciones, los recursos son escasos y se complican las relaciones; es mejor entre personas que comparten la edad”, agrega.

El Barómetro de la UCA arroja que el 70 por ciento de los mayores percibe como “cerca a su familia en aspectos importantes”, pero el 30 por ciento dice que no.

“Es un horror que el 30 por ciento sienta lo contrario en una sociedad familiera como la argentina”, agrega Amadasi.

Los que sienten a los suyos ausentes dicen que no participan en las decisiones familiares ni tienen cuenta su opinión, se despreocupan por su salud y no los acompañan en lo psicológico-emocional.

La segunda pregunta es si son los hijos los que deben hacerse cargo del mayor y en qué medida.

“Hay que debatir quién se hace cargo, si el Estado, si la familia o qué fórmulas encontramos”, dice Ricardo Iacub, doctor en Psicología y especialista en tercera edad.

“Tenemos que trabajar culturalmente estos cuidados, necesitamos debatir... todavía es todo muy culpógeno”, agrega.

Subraya que, cuando el adulto tiene un hijo con problemas, todo el mundo entiende que se deje todo por el hijo. “Pero socialmente no hay una ética que sostenga una actividad tan difícil como es cuidar a un padre”, remarca.

Cuenta que tiempo atrás se armó casi un escándalo cuando el Pami de Misiones propuso pagarles a los hijos cuando cuiden a sus padres, porque fue visto como indecente y que había que hacerlo por amor. Pero hay que tener en cuenta, insiste el especialista, que los hijos están también muy ocupados y que, a veces, hubo padres que tampoco estuvieron.

Todos coinciden en que hay que encontrar fórmulas colectivas respecto del cuidado. Y las primeras prevenciones deberían partir de los propios mayores.

“En Europa, los mayores sanos se mueven con bastón porque así están más seguros, y en Estados Unidos no hay temor de achicarse de casa o irse a una sin escaleras. Saben que se las tienen que arreglar solos y no quieren perder autonomía”, cuenta Iacub.

“En los cursos prejubilatorios uno va adelantando esto y construyendo conciencia de un nuevo modelo de adulto mayor; hay que hacerse de la idea del cuidador, donde alguien más joven cuide de un mayor”, apunta.

Cuenta que, en Capital Federal, los porteros de edificios se están transformando en los primeros cuidadores de los mayores y que muchos se animan a pensar en hacer arreglos entre amigos. Es decir, el propio mayor tiene que ir encontrando quién lo va a asistir, asistencia que a veces es apenas instrumental.

También hay que pensar en fórmulas intermedias, como hospitales de día o asistencias parciales. “El Pami es un gran actor en relación con esto, con una capacidad de llegada enorme para disponer de otras alternativas”, dice Iacub.

La geriatrización debería ser la última opción, ya que es muy costosa, tanto en términos económicos como psicológicos.

“Cuando se tiene toda la estructura, que provee todos los servicios, se pierden la capacidad física, destrezas y funciones ejecutivas”, dice.

El 70 % vive solo

La mayoría son mujeres. Para 2025, el 14% de la población tendrá más de 65 años.

El 75% de los mayores de 65 tienen buena salud y son autónomos. “Viejo no es igual a enfermo, son una minoría”, remarca Amadasi.

Disponible en:
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/el-desafio-de-la-convivencia-con-los-adultos-mayores