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Boletín del Envejecimiento Positivo: Deshacernos de nuestro prejuicio contra las personas de edad avanzada.

Viernes, 05 de Junio de 2009
Envejecimiento y vejez

A menudo hemos escrito acerca de la prevalencia de la discriminación por razones de edad dentro de la cultura, y los problemas que ello plantea para la población anciana. Sin embargo, uno de los hechos que a menudo es pasado por alto es que, a pesar de la repugnancia de los estereotipos negativos, la mayoría de nosotros creció abrazada a ellos. Nos reímos de las personas de edad avanzada de varias maneras, les hacíamos bromas, y nunca deseábamos envejecer. Nosotros y el prejuicio fuimos uno. Y lo más problemático: a pesar de la repugnancia de estos estereotipos, no es probable que hayamos escapado de sus garras. Esta no es una materia menor, dado que estas creencias pueden ser muy perjudiciales para la salud y el bienestar.

Entre las formas más sutiles de discriminación por razones de edad se encuentran, comúnmente, los puntos de vista que conservamos de lo que debe ser el comportamiento adecuado para las personas mayores. Hay sentimientos comunes en contra de que las personas de la tercera edad se muestren sexies, que asuman riesgos, sean extravagantes, o que tengan relaciones amorosas activas; más bien, ellas deberían ser más reservadas y reposadas. En este caso es importante la visión de Norman Kay quien considera que uno de los grandes enigmas sin resolver de la gerontología es la razón por la cual la gran mayoría de los adultos mayores de 60 años son básicamente personas que se echan en un sofá y no hacen ejercicios físicos (como una “bolsa de papas”), a pesar de la comprensión general de que el ejercicio es uno de los principales contribuyentes a la buena salud y la longevidad. Como razona Norman, el problema es principalmente una creencia cultural.

Históricamente, las personas han tenido que trabajar muy duro físicamente. Agricultores, trabajadores, y amas de casa tenían que poner el hombro incesantemente todos los días del año o sufrir graves consecuencias. Cualquier momento que podía ser usado como relax era considerado como el premio a un duro día de trabajo. Nada podía ser más placentero que la hamaca en la terraza de la casa. El advenimiento de muchos dispositivos de ahorro de mano de obra también forjó un fuerte vínculo entre el éxito financiero y la reducción de esfuerzo físico. Existía una clara distinción entre los obreros y "los señores" que hacían muy poco trabajo físico, y entre las amas de casa y "las señoras de la casa", que tenían servicio doméstico. También existían creencias específicas de género. En términos de juegos y deportes, las niñas y las mujeres generalmente fueron disuadidas de participar en ejercicios de recreación. El ejercicio era considerado en el mejor de los casos como impropio, pero nocivo en el peor; muchas mujeres jóvenes fueron aconsejadas por sus médicos de que evitaran el duro esfuerzo físico, por temor a dañar "los órganos femeninos". Muchos hombres también tenían asociaciones negativas relacionadas con la actividad física. Los campamentos de entrenamiento de reclutas de la infantería de marina no eran divertidos. Aunque los chicos se animaban a ser más activos físicamente que las niñas, después de una cierta edad la actividad física sólo por diversión fue considerada un uso frívolo del tiempo. La actitud prevaleciente fue: "Un hombre con tanto tiempo y energía debería estar haciendo algo productivo".

Este conjunto de creencias representa una indirecta aunque potente forma de discriminación por razones de edad muy perjudicial. Deshacernos de tales creencias requiere de una reflexión personal y el apoyo concertado de los profesionales de la salud. En nuestra opinión, los cambios significativos dependerán de la participación de las parejas, familiares y amigos en la creación de nuevos patrones de vida. Por ejemplo, los gimnasios, las discotecas, los campos deportivos, y las piscinas no deberían ser reservas privativas de los jóvenes. El ejercicio físico no sólo contribuirá al bienestar de las personas involucradas sino al de las generaciones futuras, para las cuales las creencias anteriores se convertirán en irrelevantes.

Ken y Mary Gergen

Referencia: Ageism – A barrier to healthy lifestyles (El prejuicio hacia la gente de edad avanzada - Una barrera para los estilos de vida saludables), por Kay Van Norman, La revista sobre el envejecimiento activo, sept./oct., 2004, 32-38.

BOLETIN DEL ENVEJECIMIENTO POSITIVO
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marzo – abril, 2009