Porque Nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven en la mas profunda oscuridad y dirigir nuestros pasos por el camino de la Paz. Lc 1,78-79
Se acerca la Navidad, tiempo sensible, tiempo de renovación, días que no envejecen y que, a pesar de las tristezas, de la desesperanza, de las guerras..., proporcionan desde hace siglos un calendario de amor, comprensión, paz y esperanza. Un calendario que ofrece al ser humano la inflexión necesaria para reemprender, año tras año, el trabajo de cada día.
Apostemos por hacer de nuestro trabajo un apostolado al servicio de la vida, especialmente éste que hacemos en favor de los adultos mayores.
Ante el pesebre de Belén, acogedor del Dios de la Vida, nos detenemos para ver pasar ante nuestros ojos tantas imágenes de pobreza, marginación, injusticia... ... y nuestras manos son tan pequeñas y nuestras fuerzas son tan limitadas...
Pero Tú, desde tu pequeñez, infundes en nosotros la Esperanza y la capacidad de Amar, de tal manera que si nos juntamos todos con el propósito de cambiar esa realidad que nos agobia, Tú, Dios Humano, estarás entre nosotros. Y entonces nada podrá impedir que logremos trocar el llanto en risa, la oscuridad en luz, nada podrá impedir que construyamos un mundo más humano donde todos tengamos vida, y la tengamos en abundancia.
La Navidad es para todos, niños, jóvenes, adultos, adultos mayores. Su capacidad revitalizadora, a pesar de los años, nos inclina a pensar que la capacidad humana para amar está por encima de calendarios, porque el Cristo nacido nos muestra que el amor y el perdón, paradigmas del sentido cristiano del vivir, sobrepasan la soledad, las pérdidas, los envejecimientos y las minusvalías.
Para todos los miembros de la Red Latinoamericana de Gerontología, y para todas las personas de buena voluntad, la frase, sencilla y trascendente, joven siempre a pesar de los siglos: FELIZ NAVIDAD.
Maritza Sánchez - Directora Cáritas Cubana
La Habana, 20 de Diciembre de 2004.