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Hacia una sociedad para todas las edades. Experiencias latinoamericanas de relaciones intergeneracionales

Lunes, 09 de Noviembre de 2009
Estudios

Relaciones intergeneracionales pensadas desde la Red Latinoamericana de Gerontología en su décimo aniversario

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PANEL:
HACIA UNA SOCIEDAD PARA TODAS LAS EDADES.
EXPERIENCIAS LATINOAMERICANAS DE RELACIONES INTERGENERACIONALES.


Mauro Brigeiro, Elisa Dulcey Ruiz, David Zolotow (moderador), Lida Blanc, Magdalena Rodríguez.


Relaciones intergeneracionales pensadas desde la
Red Latinoamericana de Gerontología (RLG) – en su décimo aniversario
A propósito de la presentación del libro editado por la RLG (2009):

Hacia una sociedad para todas las edades. Experiencias latinoamericanas de relaciones intergeneracionales

Panel coordinado por David Zolotow (Trabajador Social argentino), con la participación como panelistas de Mauro Brigeiro (psicólogo y antropólogo brasileño), Magdalena Rodríguez (médica cubana), Lida Blanc (asistente social uruguaya) y Elisa Dulcey-Ruiz (psicóloga colombiana).

Como una característica definitorio del siglo XXI han considerado las Naciones Unidas al envejecimiento de la población. Envejecimiento que se expresa en una cada vez mayor longevidad humana o incremento de la esperanza promedio de vida al nacer; en un aumento cada vez mayor de las personas de 60 y mas años, al tiempo que en una paulatina disminución de la población menor de 15 años.

Aunque a diferentes ritmos, en todos los países, dicha transformación poblacional o transición demográfica se hace progresivamente más evidente. Como consecuencia de ello, por primera vez en las historia humana conviven simultáneamente personas de muy diversas generaciones.

-Y qué decir de América Latina con respecto a ese convivir intergeneracional?

Con una población que ya supera los 500 millones de habitantes, la esperanza de vida en la región latinoamericana es, en promedio, de 60 años y el porcentaje de quienes han vivido 60 y más años se acerca al 10%.
Tradicionalmente se ha pensado que, principalmente por razones culturales, en los países latinoamericanos, más que en los anglosajones, por ejemplo, los vínculos intergeneracionales de tipo familiar tienden a ser más fuertes y que la familia extensa relacional suele mantenerse unida, independientemente de que sus miembros convivan o no bajo el mismo techo. Aunque tal afirmación puede ser una generalización cada vez más alejada de la realidad, lo que si podemos afirmar es que las relaciones entre los seres humanos de diversos géneros, edades, etnias, ancestros y circunstancias en general, están inevitablemente condicionadas por el contexto, la historia y la cultura.

Teniendo en cuenta consideraciones como las anteriores, aunadas a la cada vez mayor evidente preocupación por la convivencia entre generaciones y por el logro de la anhelada sociedad para todas las edades, desde la Red Latinoamericana de Gerontología nos estamos dando a la tarea de preguntarnos con detenimiento por las relaciones intergeneracionales. He ahí la razón de realizar un panel sobre dicho tema, en el marco del décimo aniversario de nuestra red.

Usos de la noción “relaciones intergeneracionales”

Luego de las presentación inicial del panel hecha por su coordinador David Zolotov, Mauro Brigeiro se refirió a usos, implicaciones y cuestionamientos con respecto a la noción “relaciones intergeneracionales”. Esta ha tenido y continúa teniendo diversos significados y la pregunta por dichas relaciones ha estado presente desde tiempo atrás en la historia humana, en distintos contextos y con diferentes connotaciones políticas, sociales y culturales. Así, por ejemplo, hacia finales de la década de 1960, ‘conflicto’ y ‘ruptura’ eran términos comúnmente asociados al tema de las relaciones entre generaciones, al tiempo que ‘juventud’ se relacionaba con ‘renovación’ y ‘vejez’ con ‘tradición’. Actualmente, al finalizar la primera década de siglo XXI, a la vez que se valoran como positivas las diferencias intergeneracionales, se plantean como prioritarias la integración y la complementariedad entre generaciones.

No obstante, advierte Mauro, resulta ingenuo creer que promover las relaciones intergeneracionales es algo bueno y positivo per se. Reconoce, sin embargo, ventajas en hacerlo –teniendo en cuenta siempre diferencias, implicaciones, contextos y circunstancias-. Conviene hacerlo si con ello se pretende defender derechos y necesidades, buscar solidaridad, reconocimiento y respeto por las diferencias, así como equidad social, a sabiendas de que América Latina es la región del mundo donde persisten las mayores condiciones de inequidad y desigualdad sociales.

Algunas preguntas claves: -Qué recalcamos como positivo y qué como negativo al referirnos a distintos grupos de edad? Y también: qué ocultamos –en términos de género, etnia, clase social y otras condiciones? Con base en cuáles características definimos ‘generación’ y ‘relaciones intergeneracionales’?

-Qué buscamos al promover las relaciones intergeneracionales?... Si la respuesta es ‘acercamiento’, cabe preguntarnos si hay conflicto, ruptura o distanciamiento y, entonces, por qué? Si pretendemos mitigar sentimientos de soledad en la vejez, será que creemos que la vejez implica soledad y que la soledad no conviene… Y, entonces –por qué? Si se trata de buscar reconocimiento… cabría suponer que no lo hay y averiguar el por qué. Por lo demás –qué esperarían los jóvenes de tal acercamiento y qué las personas viejas?...

Una curiosidad adicional sugerente: todo parece indicar que la preocupación por estimular las relaciones entre generaciones se da, sobre todo, por parte de quienes se interesan y trabajan en temas directamente relacionados con el envejecimiento y la vejez, pese a que todas las generaciones pueden beneficiarse de tal iniciativa. Vale la pena, entonces, indagar los por ques de tales intereses predominantemente unilaterales.

Finalmente, invitó Mauro a resignificar conceptos como ‘juventud’ y’ vejez’, a la vez que a evitar trivializar el tema de las relaciones intergeneracionales, dándonos cuenta de que tales relaciones se dan espontáneamente en la vida cotidiana; y que promoverlas de manera consciente exige responsabilidad, atención a su complejidad e implicaciones.

La educación como medio para fomentar las relaciones intergeneracionales

Desde un marco de referencia gerontológico educativo, Magdalena Rodríguez aludió a la educación como proceso interpersonal y recíproco, permanente e inagotable, a lo largo de toda la vida, reconociendo su potencial de crecimiento personal y de respuesta ante un mundo cada vez más rápidamente cambiante. Planteó modalidades educativas diversas, orientadas unas, predominantemente, a personas adultas y personas viejas; otras a la población en general y otras más a profesionales vinculados al área del envejecimiento.

Subrayó los procesos de educación permanente como medio para aprender a conocer y compartir, a hacer, a vivir y a ser. Consideró la educación constante como fundamental para mantener capacidades individuales, desarrollar el crecimiento psicológico y el disfrute de la vida, así como para superar actitudes estereotipadas, prejuiciadas y discriminatorias relacionadas, en este caso, con el envejecimiento, la vejez y las personas viejas. El aprendizaje de las personas a lo largo de la vida y sobre todo en la vejez, permite optimizar capacidades intelectuales, entre otras cosas, mediante el acercamiento y la utilización de nuevas tecnologías. Así mismo, contribuye a estimular la creatividad personal y a compensar declives funcionales.

En tal orden de ideas, Malena se refirió a los programas intergeneracionales como medios posibles para evitar segmentaciones etáreas, para estimular la creación de vínculos, redes sociales e identidades comunitarias, lograr aprendizajes mutuos e incrementar la participación social de las distintas generaciones. Señaló, además, la importancia de los medios de comunicación para presentar modelos de convivencia intergeneracional.

Ilustró Malena sus planteamientos haciendo alusión a las experiencias intergeneracionales incluidas en el libro titulado Hacia una sociedad para todas las edades. Experiencias latinoamericanas de relaciones intergeneracionales, a cuya presentación también se orientó este panel. Destacó, así la importancia de los proyectos: rescate de las comidas y tradiciones costarricenses; la experiencia argentina de la educación como puente intergeneracional; el programa de acercamiento intergeneracional de la comunidad israelita del Uruguay; y el programa de alojamiento intergeneracional desarrollado en Colombia.

La intergeneracionalidad como visión programática

Teniendo en cuenta el contexto del Programa de Gerontología Social de la Universidad Católica del Uruguay (UCUDAL), Lida Blanc hizo referencia a las relaciones intergeneracionales en la búsqueda de una sociedad para todas las edades.

Partiendo de considerar la situación del Uruguay, el país demográficamente más viejo de Suramérica y uno de los más viejos de América Latina, Lida se refirió a implicaciones y fundamentos éticos necesarios de tener en cuenta en propuestas y programas educativos intergeneracionales, como los que se llevan a cabo en la Universidad Católica del Uruguay. Aludió a la necesidad de cambiar visiones estereotipadas acerca de la vejez, aprovechando el potencial de tales programas, incluyendo sus estrategias metodológicas.

Tales propuestas y programas educativos intergeneracionales permiten abrir espacios universitarios propicios para los encuentros entre generaciones; facilitar la reflexión acerca de las relaciones intergeneracionales, sus diversas perspectivas e implicaciones; promover la participación social, así como descubrir capacidades y habilidades personales y sociales. Igualmente es posible establecer consorcios y alianzas internacionales con propósitos como los mencionados, buscando estimular el intercambio de aprendizajes entre distintas generaciones.

Ilustró Lida el desarrollo de propuestas intergeneracionales, presentando el programa denominado Abuelos por elección, el cual busca facilitar el establecimiento de vínculos afectivos entre personas adultas mayores y niños/ niñas en situación de vulnerabilidad, a la vez que proporcionar modelos de vejez que contribuyan a superar visiones estereotipadas acerca de la misma.

Mentores socioeducativos constituye otra propuesta uruguaya interinstitucional, en la cual participan la UCUDAL y el Liceo Jubilar. Su propósito es que personas mayores de 50 años contribuyan a la superación de dificultades de distinto orden que interfieren en la posibilidad de permanencia en la escolaridad formal de personas jóvenes. Para lograrlo se desarrollan actividades en las cuales personas adultas y jóvenes se integran en grupos de trabajo intergeneracional, buscando caminos para superar las dificultades mencionadas.

Compartiendo saberes es el nombre de otro programa en el cual toman parte el Colegio Mariano y la UCUDAL, con el propósito de establecer intercambios intergeneracionales de conocimientos –principalmente artísticos- entre escolares de sexto año y personas adultas mayores de la comunidad vinculada al colegio.

Concluyó Lida su intervención recomendando estimular la integración social de todos los miembros de la sociedad, enfatizando el compromiso y la responsabilidad ciudadanos; diseñar políticas –de infancia y de vejez- que promuevan encuentros intergeneracionales; difundir experiencias exitosas existentes en diferentes ámbitos institucionales.

Socialización afectiva entre generaciones

Retomando la idea de cuestionarnos acerca del uso, las implicaciones y las connotaciones posibles de términos tales como ‘generación’ y ‘relaciones intergeneracionales’, Elisa Dulcey-Ruiz comenzó planteando la necesidad –ya considerada desde la primera década del siglo XX por autores como José Ortega y Gasset- de tener en cuenta la edad, desde una perspectiva de la vida, no de las matemáticas. Porque, lo que verdaderamente nos constituye como personas es lo que vivimos en los años, no los años vividos.

Como planteara Ortega y Gasset, por allá la comenzar la década de 1930, se refiere a ‘la idea de generación’ como integrada por una dimensión temporal de tipo histórico y otra dimensión espacial consistente en ámbitos de convivencia humana. Es decir, comunidad de fecha y comunidad espacial, como dijera Ortega, son los atributos primarios de una generación. Se trata de modos de vivir y convivir, no de cifras o números.

A propósito de ello, Elisa aludió a un trabajo de la psicóloga Bernice L. Neugarten y la socióloga Gunhild O. Hagestad (1974) acerca de la socialización de los padres por parte de los hijos. Aspecto central de dicho trabajo era la consideración del proceso de socialización como permanente, durante toda la vida; como bidireccional y como fundamentalmente mediado por el afecto.

Tal perspectiva de la relación entre padres e hijos, posible de pensar también entre abuelos y nietos y además, entre generaciones no consanguíneas, la relacionó Elisa con el vínculo que con su nieta Josefina (presente en el auditorio del panel) y Lila Bezrukov de Villalba, quien fue la primera coordinadora de la Red Latinoamericana de Gerontología, hace diez años, en Montevideo y a quien recordamos especialmente en esta celebración. Tal relación, plasmada en una foto memorable para Elisa, ilustraría bien lo que se quiere decir con relaciones intergeneracionales mediadas por el afecto.

Al tiempo que invitó a los presentes a leer el libro sobre relaciones intergeneracionales, presentado por la RLG, mencionó como la edición del mismo constituyó un proceso de trabajo intergeneracional, interdisciplinario e internacional (tres profesionales de distintas generaciones, profesiones y nacionalidades: Ximena Romero, Mauro Brigeiro y Elisa Dulcey) durante buena parte de lo transcurrido del presente año, nos dimos a la tarea de editar este libro. La tarea fue ardua mediada muchas veces por discusiones y disgustos, pero siempre a sabiendas de que, como en este caso, cuando el afecto prevalece, los vínculos más que romperse, se fortalecen.

David Zolotow cerró diciendo que hemos escuchado diferentes expresiones, teorías, opiniones y experiencias sobre la temática que hoy nos convoca.
También es necesario destacar que el tema se ha abordado desde perspectivas intelectuales o racionales, emocionales o afectivas y de acción y actividades concretas.

Y si bien se acentuaron los aspectos positivos y gratificantes de estas relaciones, su contribución en la transmisión generacional, su reforzamiento de la identidad y las tradiciones familiares, también se debe destacar que no siempre la interacción marcha por carriles satisfactorios y nos encontramos con conflictos, malos entendidos y desavenencias.

Que más que complementar lo intergeneracional, implican competencias por todo tipo de recursos y satisfacciones.

Las relaciones intergeneracionales como tantas modalidades de interacción, forman un proceso en construcción continua. Se gozan, se disfrutan pero también se sufren y se viven con dificultades, se equilibran y desequilibran en un devenir interminable.

Desde otra perspectiva, al ser Latinoamérica el continente mas inequitativo en la distribución de la riqueza, da lugar a que muchas veces se debe optar por elegir a determinados grupos etarios por sobre otros para la asignación de programas, bienes y servicios, y esto genera disputas intergeneracionales donde los pocos recursos disponibles, generan peleas, actitudes descalificatorias y expulsivas, situación que atraviesa las comunidades y las formaciones familiares.

La equidad, una mejor distribución de los recursos, contribuye a mejorar las relaciones entre las generaciones y posibilita también la integración social, que es la que apunta a una de las aspiraciones más significativas y que lleva el nombre del concurso que realiza la RLG cada dos años: “una sociedad para todas las edades”.

Ver en PDF Libro “Hacia una sociedad para todas las edades. Experiencias latinoamericanas de relaciones intergeneracionales”
 

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